El director de IICA se refirió a la importancia de la tecnología y la conectividad rural, y afirmó que al Mercosur le llegó la hora de enfrentar el problema de la bichera, un desafío que “como institución nos gustaría poder abordarlo”, dijo Dr. Otero.
En enero de 2018 el Dr. Manuel Otero asumió la Dirección General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). “Una de mis ventajas es que conozco la institución por dentro”, dijo a La Mañana quien inició su trayectoria en el IICA en 1988 desempeñándose en diferentes funciones de responsabilidad, incluso como representante en Uruguay lo que explica su simpatía por nuestro país.
“Estoy convencido de que los organismos de cooperación técnica en general tienen que adaptarse a las nuevas circunstancias, dejar de lado la burocracia y trabajar codo a codo para fortalecer las instituciones de Uruguay y de todos los países miembros de IICA”, afirmó. En eso “la palabra clave es cooperación para el desarrollo, cooperación para transformar la agricultura, una agricultura con agricultores y respetando los muchos tipos de agricultura” que hay en el continente.
“Lo que estoy haciendo es desburocratizar al IICA”, insistió, y “armando una nueva agenda de alianzas para lo que estoy trabajando con el sector privado”, porque quienes “lideran la agropecuaria son los productores dueños de las vacas, los agricultores son los que asumen los riesgos cuando toman una decisión a la hora de la siembra, son los empresarios los que toman esas decisiones para transformar la materia prima”, de ahí la importancia de “acercar el IICA al sector privado, y que el sector privado también se acerque al IICA”.
Con ese fin IICA está trabajando “en una nueva alianza con universidades de prestigio internacional” por ejemplo la Universidad de Oxford, de Harvard, la estatal de Ohio, entre otras. Como plataforma de gestión del conocimiento “tenemos que tener la manera de llegar y de vincularlos con el conocimiento de los investigadores de la universidad más recónditas del mundo, y tratar de acercarlos para acelerar el cambio tecnológico”. En las actuales circunstancias ese “cambio tecnológico tiene que estar, más que nunca, a favor del medio ambiente, de los agricultores”, apuntó.
“Nosotros sabemos producir bien y yo valoro a los productores que con su trabajo esforzado diario generan el milagro de llevar la alimentación a 650 millones de habitantes. Puede ser que alguno no haga las cosas bien, pero en líneas generales nuestros agricultores son excelentes, y esto se traduce en un dato: somos la región exportadora, de alimentos más grande del mundo. Tenemos casi el 14% del mercado internacional y tenemos que ir por más, tenemos que agregar más valor, tenemos que hacer más trazabilidad. Somos el fiel de la balanza, tenemos que ser el continente garante de la seguridad alimentaria y nutricional del planeta”, enfatizó el Dr. Otero, que puso a Uruguay como prueba de su afirmación ya que a pesar de la pandemia “la agropecuaria uruguaya no paró, no dejó de trabajar un minuto” y mientras el mundo tiene problemas de demanda, “en el continente no hubo problemas de oferta”.
La tecnología contribuye al relevo generacional
El relevo generacional no es un problema sólo de Uruguay, se repite en todas las zonas rurales del mundo “y va a seguir existiendo en la medida en que algunos gobiernos consideren que lo rural es lo atrasado y lo urbano es lo moderno”, reflexionó Otero. “Por eso el IICA insiste con tanta fuerza en el tema de las tecnologías digitales”, añadió.
“Las tecnologías digitales representada sobre todo por la telefonía celular, el blockchain, la inteligencia artificial, representan la posibilidad de construir un puente entre lo urbano y lo rural. Esto no es una varita mágica porque antes que nada hay que mejorar la infraestructura para que mejore la conectividad, por cada puntito que se logra mejorar la conectividad en las zonas rurales se tienes un impacto importante en la economía de nuestros países. Se calcula que si nuestro continente llegara a tener los niveles de conectividad de los países más desarrollados de por ejemplo Europa o de Canadá, podríamos dar un salto en productividad de un 3%. Eso no se hace de la noche de la mañana, para eso se necesita invertir y creer en lo rural. Por eso desde el IICA creemos que hay que ver a las zonas rurales como de progreso y de oportunidades”, dijo.
La cara de la agricultura está cambiando por una cara más tecnológica, y eso se hace con jóvenes y con mujeres debidamente capacitados para entender y aprovechar todas las posibilidades que ofrece la nueva tecnología”
A los jóvenes “hay que demostrarles que la agricultura es una fábrica a cielo abierto, que en algunos casos hay que levantarse a las 4 de la mañana, pero además donde las nuevas tecnologías están llegando con los drones, la agricultura de precisión, la posibilidad de conocer los precios a través del celular para así poder tomar una decisión sobre una venta”.
“La cara de la agricultura está cambiando por una cara más tecnológica, y eso se hace con jóvenes y con mujeres debidamente capacitados para entender y aprovechar todas las posibilidades que ofrece la nueva tecnología”, enfatizó.
“Invertir en las zonas rurales tiene un alto retorno social y económico”
Respecto a la importancia de la tecnología, Otero dijo que “el futuro de la agricultura ya llegó y tenemos que aportar datos e investigaciones para convencer a los gobiernos de que invertir en las zonas rurales tiene un alto retorno social y económico”.
Al respecto anunció que el mañana jueves 29 se presentará un trabajo que muestra la situación de la conectividad rural en América Latina y el Caribe, una tarea en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Microsoft. Es una suerte de panorama, una diferencia cuantificada entre las posibilidades de conectividad en el mundo urbano y el mundo rural, explicó.
Se trata del Índice de Conectividad Rural Significativa que mostrará las variaciones que hay sobre los niveles de conectividad, y donde el IICA aportará algunas recomendaciones de política para poder seguir avanzando.
Al IICA le gustaría abordar y trabajar en el combate a la bichera
Sobre la bichera que genera pérdidas de 40 millones de dólares, el director de IICA consideró que “llegó la hora de enfrentar el tema con mucha fuerza en el Mercosur”, pero en el IICA, que trabaja a demanda, no se le ha planteado acciones al respecto, a pesar de que esa institución tiene amplia experiencia en temas sanitarios de diferente naturaleza.
Consultado ante la posibilidad de un planteamiento en virtud del interés que Uruguay tiene en solucionar esa problemática, Otero dijo que “recomendaría es que el tema sea tratado fuertemente en el seno del CAS (Consejo Agropecuario del Sur) donde está el Mercosur más Bolivia y Chile, para que haya una fuerte reafirmación política del tema y que luego, con la ayuda del IICA que es una institución puente se trate el tema en el seno del Comité Veterinario Permanente (CVP), o sea la institucional regional del Mercosur ampliado tiene su foro político que es el CAS con la secretaría del IICA y debajo está el CVP”.
Para IICA “sería importante, porque además del CVP en Montevideo está la sede del Procisur (Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y AgroIndustrial) y sería bueno que los investigadores del INIA e instituciones afines estuvieran discutiendo cómo avanzar” sobre el asunto, “pero siempre desde una decisión política emanada desde los ministros entendiendo que este es un tema de abordaje regional, y después trabajando a nivel del CVP y con respaldo de nuestros investigadores. En la medida que yo tenga un pedido específico, nos gustaría como institución, poder abordarlo”.
El sector agropecuario tiene que ser el motor del crecimiento
“La agricultura pasó el examen de la pandemia porque no dejó de producir y los países tienen una adecuada oferta de alimentos. Pero no se pueden bajar los brazos porque la rueda de la agricultura es permanente, hoy se termina una cosecha y hay que empezar a pensar en el próximo ciclo agropecuario”, dijo el director de IICA.
“En los últimos seis meses, las exportaciones agropecuarias siguieron creciendo, seguimos abasteciendo los mercados internacionales, entonces aquel que no entienda que el sector agropecuario tiene que ser el motor del crecimiento, el desarrollo de cara al futuro, no sé qué está viendo”, señaló.
Pero la agricultura “no va a ser la misma” antes y después de la pandemia. La propuesta del IICA se basa “en la bioeconomía. Hay que enriquecer el modelo lineal de producción, fortalecerlo, porque el productor agropecuario también es un guardián de la biodiversidad. En países continentes como Brasil custodian el territorio en las zonas más remotas, proveen servicios ecosistémicos” cuidando las nacientes del agua que bebemos, y el aire que respiramos. “En la actualidad, cuando uno cosecha maíz, lo que queda en el terreno es equivalente a lo cosechado, entonces hay que dar nuevos usos a esa biomasa residual, para producir biocombustibles, hay un mercado de biofármacos con una cifra de muchos ceros, los biocosméticos, el turismo ecológico”.
El relevo generacional no es un problema sólo de Uruguay, se repite en todas las zonas rurales del mundo “y va a seguir existiendo en la medida en que algunos gobiernos consideren que lo rural es lo atrasado y lo urbano es lo moderno”
“La agricultura es mucho más que la dimensión productiva, es un puente entre el medio ambiente y la producción. Todo eso se engloba en el concepto de la bioeconomía”, subrayó, y recordó que en noviembre se va a realizar una cumbre mundial de bioeconomía, y el IICA es la institución líder en el continente.
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