Cuando aún todo el mundo duerme sus operarios ponen manos a la obra para llenar las góndolas de productos frescos y listos para consumir. Ejemplo paradigmático de trabajo, tesón, objetivos bien definidos, innovación y cuidado de las personas y el medio ambiente, Verdeagua hoy cosecha lo que hace más de veinte años comenzó plantando. Este caso recorre el mundo tras un trabajo de la Universidad ORT publicado en Harvard Business Publishing.
Verdeagua es la única empresa nacional con certificación Global GAP en horticultura, algo inédito para nuestro país. Este año fueron Premio Nacional de Innovación y Premio Nacional de Ambiente y aunque no quieren hacer olas con tales distinciones entienden que también es un valor para quienes confiaron en el proyecto. En un mundo predominado por paladares cada vez más exigentes, los productos Verdeagua siguen cosechando adeptos en las góndolas metropolitanas. La empresa ofrece productos del día con altos contenidos de seguridad alimentaria respaldados en elevados índices de valor nutritivo y que además agrega una solución de tiempo que los consumidores también reconocen.
En 2016 la compañía se certificó como Empresa B “lo que despierta un atractivo porque la empresa no pone únicamente su foco en el desarrollo económico” sino también en el desarrollo de las personas y el tratamiento de los recursos. Se trata de emprendimientos que utilizan las fuerza del mercado para expandirse y crecer a través de lo que se da en llamar triple impacto; comunidad, medio ambiente y economía. Sebastián Figueron, uno de los responsables de la empresa dijo a La Mañana que los consumidores “eligen estas compañías por el tratamiento que tienen con las personas, el medio ambiente y como utilizan los recursos económicos para influir positivamente” sobre los primeros dos aspectos. Desde ese entonces la firma ha cumplido con los más rigurosos estándares internacionales que la pusieron en el foco de inversores nacionales y extranjeros “que nos eligieron a nosotros para hacer su inversión”. A partir de ese momento la expansión fue exponencial pasando de 40 mil kilos producidos durante 2018 a 500 mil en la actualidad. Todo este proceso de crecimiento fue acompañado con la apertura de nuevos mercados.
La ilusión y los riesgos de los primeros pasos
Pero como todo en la vida, los primeros pasos siempre vienen acompañados de incertidumbres, dudas, algún que otro porrazo y por supuesto algunas manos que ayuden a levantarse e incentivar para seguir adelante. Con formación en horticultura en la Escuela Agraria de Libertad Sebastián Figueron y Juan Herrera decidieron “tratar de hacer otra faceta” de esta disciplina productiva y por el año 2000 comenzaron a desarrollar el proyecto. Desde sus inicios intentaron otra forma de producir que no fuera tan dependiente de los factores climáticos y de los recursos naturales. Desde el vamos se plantearon la interrogante sobre como producir teniendo en cuenta que esos recursos naturales “tenían un componente de desgaste” que había que intervenir, para el caso del suelo, y que solo se podría lograr con maquinaria pesada que en ese momento no contaban.
Sus fundadores desde el inicio supieron que deberían ofrecer al mercado un producto que teniendo presente la diversidad climática de Uruguay, logrará “tener cierta estabilidad” durante todo el año. Y que además esos productos mantuvieran características cualitativas superiores a las presentes en la oferta de las épocas más extremas del año “en lo profundo del invierno y en lo profundo del verano”.
El primer invernadero con apenas 200m², fue “construido con mucho sacrificio” y una gran dosis de tenacidad. Se trataba de una producción limitada “casi con características domésticas con aspiraciones comerciales” señaló Figueron. Comenzaron produciendo lechuga pero en 2004 apareció el berro como una opción cierta. En ese entonces la oferta era bastante discontinua por la presencia del quiste hidático asociado a las fuentes de agua donde crecía ese producto. Con ese escenario de trasfondo la hidroponía llegó para cumplir una función de seguridad alimentaria que se podía garantizar produciendo berro “en una fuente de agua potable”. Y todo salió a pedir de boca. La aceptación del mercado superó con creces las expectativas de los emprendedores y en setiembre de 2004 apareció en el horizonte la necesidad cierta de expandir la producción. “Teníamos pedidos desmedidos para lo que era la producción” y una colecta entre amigos y familiares posibilitó la construcción de un nuevo invernadero de 600m².
Platos frescos, ricos, nutritivos y listos para consumir
Actualmente producen además de lechuga y berro, una variada gama de hortalizas de hoja que en su mayoría procesan en la propia compañía. Desde hace diez años abastecen al mercado local con “un listo para consumir”. Inspirada es la marca de una serie de ensaladas pensadas y elaboradas para paladares exigentes. Regidos por los más elevados estándares de seguridad alimentaria, la compañía elabora preparados inspirados en base a canónigos, rúcula, albahaca, baby kale, deli, espinaca, berro y lechuga. En una moderna planta industrial la compañía elabora 5.000 ensaladas diarias.
El 95% de la producción es de lechuga, dentro del cual el 50% corresponde a la variedad Salanova, un sustituto de la iceberg, que por sus características es muy utilizada en las cadenas de comidas rápidas, rotiserías, restaurantes y supermercados. El 60% de los nichos de mercados de Verdeagua corresponden a supermercados mientras que el restante 40% se lo dividen hoteles, catering, cadenas de comidas rápidas y restaurantes.
Una empresa de visión amplia que se transformó en un caso Harvard
La apuesta para el próximo año es seguir creciendo a razón de 20% a 25% en kilos por metro cuadrado de producción. En ese sentido en los próximos días tendrán disponible nuevas tecnologías finlandesas para acelerar algunos de los procesos. Los planes de la empresa implican mejorar las técnicas del cultivo, poner foco en la elección de las semillas y de la siembra, aplicar cambios en las técnicas de las siembras y la implementación de nuevas tecnologías en las líneas de envasado.
Haber logrado transformarse en una empresa triple impacto, moderna e innovadora en un país donde cuesta tanto tomar estos riesgos de hecho es todo un desafío que a veces se transforma en grandes logros. Verdeagua es un ejemplo paradigmático de esto. Sobre todo si se trata de un ejemplo de gestión con una mirada que cuida todos los aspectos productivos, sociales y económicos.
Así lo vieron quienes estuvieron al frente de un trabajo académico de la Universidad ORT que puso su foco en Verdeagua y que hace poco fue publicado como un caso Harvard en la plataforma de esta prestigiosa universidad estadounidense. Orgulloso de este logro Figueron dijo que se trató del primer caso donde empresarios nacionales y extranjeros deciden hacer una inversión no solo por los réditos económicos “sino por donde van a poner su dinero”.
Producción de hidroponías
Con la producción de hidroponías se logra sustituir el suelo y sus nutrientes con una solución mezcla de agua, sales minerales y fertilizantes que en una combinación adecuada alimenta a cada planta de manera justa, logrando alcanzar su máximo potencial. Verdeagua desarrolla su actividad mediante la técnica hidropónica conocida como NFT. Consiste en una película de nutrientes que pasa a través de las raíces, donde las plantas están colocadas en caños, reciben la solución nutritiva que por pendiente ingresa a un reservorio y mediante un sistema recircula. Sebastián Figueron sostuvo que se trata de un sistema eficiente, eficaz pero también riesgoso por el control de los parámetros requeridos para que funcione bien.
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