Ante la proximidad del día de los Jóvenes Rurales, en el departamento de Paysandú aprovechamos la oportunidad para visitar a referentes relacionados a esta noble actividad y que sean los protagonistas que nos cuenten qué es ser joven hoy en el medio rural.
La experiencia ha sido muy emotiva y enriquecedora ya que, en los jóvenes entrevistados, encontramos virtudes surgidas de ese contacto con la naturaleza y aquel convencimiento de que la tierra proporciona lo necesario para lo básico de la vida, aunque también tiene las exigencias de estar educados, socializados e integrados a las actividades del siglo XXI. Ahí surgen verdades que establecen diferencias entre quienes aman la actividad productiva rural y quienes, en los medios urbanos, no se enfrentan dificultadas que pueden parecer impensadas como la ausencia de conexión segura o acceso de Internet.
La primera familia que visitamos fue en la Colonia 19 de Abril, sobre la ruta 90. Ahí estuvimos con la señora Patricia Larrosa, mujer emprendedora y con sólidos valores cristianos, que junto a su esposo Ricardo Filomenko transmiten a sus tres hijos su cultura de trabajo. Además de estudiar, los hijos ya realizan por su cuenta actividades productivas, con la alegría propia de quienes no están obligados, sino sus juegos, aquellos que le dan felicidad, están vinculados a la cría de animales, a la satisfacción de, ¿qué verduras están mejor? Entre ellos, la hija mayor Mayerle Filomenko de 13 años dice que se siente pasión por trabajar con los animales, que el medio en el que crecieron le da tranquilidad y sensación de paz y libertad y le agradece a Dios por brindarle esa oportunidad.
Los hermanos de Maryerle se llaman Nelson y Néstor Fernando y son mellizos. Solo tienen 10 años y entre sus placeres está manejar el viejo tractor a kerosén para que el padre prepare la tierra para la siembra y ayudar a la hermana que se ocupa con el cuidado de las ovejas. Los ovinos se mantienen con una excelente sanidad y bien alimentadas mediante la rotación de predios y el reparto de forraje que ellos mismos preparan. Todo eso lo hacen cuando tienen tiempo libre para los estudios. La mayor asiste a un liceo rural de la zona y los menores va a la escuela.
Por la ruta 3 llegamos a la zona de Quebracho y entrevistamos a Nahuel Atencio, joven de 15 años que ayuda al abuelo. Al joven le gusta la cría de animales por encima de la producción hortícola. Es consciente que le gusta mucho más el campo, pero reconoce que sus pares de la ciudad tienen mejores beneficios. Sabe de algunos planes que ayudan a jóvenes rurales y le gustaría saber más. También dice que le gustaría que el Instituto Nacional de Colonización ofreciera planes más accesibles para jóvenes del medio rural.
La familia Filomenko y el joven Atencio coinciden con que algunos planes que se habían aplicado en algún momento resultaban muy difíciles de acceder pues el papeleo era engorroso, largo y requería de muchos gastos en viajes, sin saber si al final de proceso saldrían beneficiados. Algunas experiencias en planes de años anteriores quedaron en el tiempo sin asesoramiento y falta de continuidad.
Desde Lealtad Oriental procuramos establecer los contactos necesarios para que se pueda instrumentar una coordinación real y efectiva entre las instituciones relacionadas, Colonización, MIDES, UTU, MGAP. Pues ayudas por separado se diluyen en el tiempo ante realidades con distintas variables. Algunos contactos ya se han realizado, estamos en el camino, pero sabemos que hay mucha distancia por recorrer para que nuestros jóvenes rurales sean actores de cambio productivo, social y político de la sociedad.
*Integrante de la Agrupación Lealtad Oriental
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