El tema de la adversidad que enfrenta la industria frigorífica uruguaya por el alto precio de los ganados, tema que abordamos tangencialmente en una reciente contribución, nos reclama profundizar en algunos puntos esenciales para analizar el problema.
Los frigoríficos compran los ganados todos al mismo precio, con algunos acuerdos preferenciales con grupos de productores, o con clientes de volumen importante. La planilla de precios que elabora semanalmente la ACG en seguimiento de la marcha del mercado para todas las categorías de hacienda (sin incluir a las que provienen de corrales de engorde, que se comercializan mediante acuerdos, con otras fórmulas) refleja una cierta uniformidad que se corresponde con la realidad.
El principal costo industrial es la materia prima, el ganado, que representa alrededor de un 80 % del total; sin embargo, las plantas, y las empresas, difieren muchísimo en los factores que determinan su rentabilidad: volumen – economía de escala -, la tecnología utilizada en los procesos de faena, la capacidad de frío, las instalaciones, el nivel del personal, los técnicos, los gerentes y administrativos, y sobre todo la cartera de clientes, tanto a la entrada, con los proveedores de ganado, como a la salida, los mercados que tenga habilitados, los compradores que haya conseguido, y los vínculos personales y profesionales que hayan desarrollado a lo largo de su trayectoria particular, el acceso al financiamiento, entre tantos elementos que inciden en la competitividad individual, que varía de empresa a empresa.
En términos globales, la realidad es que la industria está sobredimensionada para las condiciones uruguayas, tiene un alto porcentaje de capacidad instalada ociosa.
Las plantas que operan en nuestro país pueden faenar sin esfuerzo más de 3 millones de cabezas anualmente y apenas logran superar las 2,3 millones en el mejor de los casos. En este 2020, que marcará un piso de mínima, ni siquiera se arrimará a los 2 millones de reses.
La oferta de ganado no puede aumentar rápidamente en forma suficiente como para abastecer a todas las plantas. No se puede importar ganado vivo para faena por razones sanitarias: la carne que exportamos debe provenir de animales “nacidos, criados y engordados en el país”. Absurdo, pero cierto. Y el riesgo de algún entrevero, una “contaminación” con ganado brasilero, puede significar el cierre de un mercado importante, un riesgo no asumible.
Los costos fijos de la industria no alcanzan los niveles de otrora – la década de los 90 pasados, por ej. – entre otras cosas porque hay menor endeudamiento en el sector. El endeudamiento de esa rama industrial con la banca ronda en estos momentos los US$ 350 millones, lo que mirado en conjunto tampoco representa un nivel crítico para un sector que factura alrededor de US$ 2.500 millones anuales y que tiene perspectivas de mejorar en el mediano, y hasta en el corto plazo. Aquí también hay que atender los casos individuales, la situación no es igual para todas las empresas.
Asimismo, el personal puede derivarse a un seguro de paro especial, que fue instaurado para atenuar los ciclos de baja actividad por su impacto en el empleo, pero que de paso le permite a la empresa retraer la actividad en tiempos de escasez o de altos precios de la hacienda.
La mano de obra es el segundo costo después de la materia prima, y aquí también incide el tipo de cambio: los frigoríficos cobran en dólares y pagan salarios en pesos, así como los impuestos, tarifas, y otros insumos.
Así que ese vocablo: “la industria”, abarca a una variedad de plantas y empresas con diferencias sustanciales entre ellas. En el promedio, los márgenes de la actividad son reducidos y en algunos casos las empresas sufren pérdidas que no todas pueden solventar por demasiado tiempo.
Es cierto que varias plantas están cerradas y otras operan con números en rojo, condición que no puede sostenerse indefinidamente. Pero no todas; algunas tienen buenos márgenes, que aumentarán si baja el precio del ganado; la mirada global no resulta adecuada, sino que hay que ver la situación de cada empresa en particular
Capitalismo con lágrimas
Está claro que no está dentro de las obligaciones de los productores rescatar a las empresas frigoríficas, aceptando una rebaja al barrer de los precios de su producción.
En el correr de las últimas dos décadas, miles de productores debieron salir del negocio, o achicarse mucho, por no obtener un margen razonable o no poder pagar las cuentas. A veces, muchas, vendiendo la tierra. En ocasiones, aprovechando una circunstancia del mercado, los criadores y recriadores apuntan a la exportación en pie y venden su producción para los barcos.
Otras veces, realizan acuerdos con agricultores o con las forestales, para arrendar parte del campo, opciones que afortunadamente han estado disponibles en los últimos años.
Como la tierra que se vendió en los últimos 16 años, aproximadamente el 40 % del territorio productivo nacional, está ahí, los nuevos propietarios, sin deudas y frecuentemente con otras espaldas financieras, siguen produciendo carne, de modo que la ganadería uruguaya continúa siendo el sector predominante en la economía nacional. No obstante, tiene mucho para crecer, si tiene un horizonte creíble hacia adelante.
El Novillo Tipo
Como ilustra la gráfica adjunta, que muestra el Valor Agregado industrial en estos últimos dos años, el ingreso bruto en dólares está entre los más bajos de la serie, con el agravante en este año de una faena muy baja – lo que incrementa la incidencia de los costos fijos -.
Tener que cerrar una planta industrial es algo grave: se pierden contactos comerciales, se abandonan instalaciones importantes, pero más que nada se dispersan recursos humanos valiosos; operar un frigorífico es algo muy difícil, requiere formación, experiencia, carácter -, convocar y hacer comparecer efectivamente a 300, 500, o hasta 1.000 obreros y empleados todos los días para desarrollar una tarea exigente no es moco de pavo. En muchos casos, sobre todo cuando la planta está ubicada en el interior, suele ser la principal fuente de empleo de la localidad, a veces con larga trayectoria y fuerte arraigo en la vida social.
Las reglas de juego
Otra vez: el largo listado de factores que refieren a la competitividad de cada empresa sugiere que el universo “industria” abarca a realidades muy distintas. Ahora bien, si el resultado económico de las empresas frigoríficas depende básicamente del precio del ganado, y si se trata de salvarlas a todas, el precio de la hacienda tendrá que bajar hasta que la última de las empresas equilibre sus cuentas y tenga rentabilidad, lo que no parece muy lógico. En las últimas 4 semanas el precio del ganado gordo ha ido bajando lenta pero sostenidamente: en este período acumula una baja de 3 % en novillos y 2,5 % en las vacas. Los actuales siguen siendo, con todo, precios relativamente altos en términos históricos, pero habrá que ver dónde culmina este proceso.
Este asunto nos recuerda a un ejemplo expuesto por el consultor australiano John Hall, responsable de varias auditorías cárnicas en nuestro país, en una conferencia magistral organizada por la consultora agropecuaria Seragro en 1995. Relató que la principal planta frigorífica de Australia debió salir a remate por la quiebra de la empresa propietaria de la misma. La compraron las otras empresas competidoras y la desmantelaron, no la reflotaron, no la utilizaron: la desarmaron en pedazos para que no compita más, porque distorsionaba un mercado en el que la oferta de hacienda era relativamente escasa y no daba para que todas trabajaran. El capitalismo cruel y crudo impone sus condiciones: si hay desfasaje entre oferta y demanda de haciendas, o aumenta la oferta, lo que lleva su tiempo, o se reduce la demanda, lo que en el caso implica la salida de algunas plantas del camino.
Los productores siempre prefirieron tener muchas opciones abiertas para colocar sus ganados: cuanto más frigoríficos mejor. Capaz que no es una buena estrategia: podría ser negativo y hasta peligroso. Si las plantas fuerzan su accionar más allá de sus equilibrios financieros pueden quebrar y generar un “bolsón” de deudas con los remitentes de hacienda, con consecuencias devastadoras, como ocurrió tantas veces en tiempos afortunadamente distantes (aunque algunos episodios aislados han vuelto a ocurrir recientemente, lo que enciende una luz de alerta en este asunto).
Prácticas nocivas
Y el otro problema es parte de un tema mayor, que puede agravarse en este proceso: la concentración y la colusión, el monopsonio, la fijación concertada de los precios de compra por parte de un grupo de empresas hegemónicas, algo que ocurre en mayor o menor grado en todas las ramas de la economía uruguaya, prácticas nocivas para enfrentar las cuales el país no tiene instituciones efectivas que puedan controlar y eventualmente sancionar en caso de ser detectadas.
En el mundo de la industria cárnica se ha llevado adelante un par de investigaciones sobre este asunto por parte de la Dirección para la Defensa de la Competencia, del MEF, un organismo que se demostró incapaz de detectar acciones tan complejas como el reparto del mercado y la fijación de precios del ganado, acciones necesariamente reservadas, que requieren investigaciones muy profundas para dejarlas de manifiesto.
En otros países de la región, como Chile, no es igual. Tampoco en Brasil: los grandes grupos de ese país que funcionan en Uruguay – Marfrig y Minerva, y también el más grande, JBS, que estuvo y después se fue – han debido enfrentar severas sanciones al ser culpabilizadas por este tipo de accionamiento.
Así que los ganaderos no pueden esperar demasiado de los controles estatales – salvo que se hagan cambios radicales -, y tendrán que acudir a sus propias fuerzas si quieren defender su producción. No es fácil: un sector atomizado como el ganadero, con pequeñas empresas que juegan aisladamente, enfrentan a un sector concentrado, súper profesional, que conoce a fondo todos los vericuetos del negocio y saben adónde ir. El partido es difícil, sin dudas, pero hay caminos alternativos para eludir la trampa de la saturación de la oferta, en la que más producción equivale a menor precio. A la corta o a la larga se terminan imponiendo los fundamentos del sistema: si el negocio ganadero no es redituable y el aumento de producción no redunda en mejores ingresos, no habrá inversión, ni habrá crecimiento, como la historia ha mostrado repetidamente.
Plantas de faena
Ranking de faena, miles de reses. 2019
Novillo Tipo
Valor agregado industrial. Dólares por cabeza
2019 – 2020
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