Aquellos que están en condiciones de trabajar fuera del centro carcelario participan de un curso rápido en el que se les explica en qué consiste el trabajo de la cosecha citrícola y cómo debe hacerse. Naranjales Guarino una empresa familiar con dos generaciones buscando dar oportunidades a todos los miembros de la sociedad.
Uno de los problemas más duros y de difícil resolución de los centros carcelarios, es lograr el objetivo de rehabilitar a las personas que han infringido la ley. Existe la idea generalizada y hay datos objetivos que sustentan que las cárceles suelen ser lugares que empeoran la situación de los reclusos porque éstos no encuentran posibilidades de desarrollarse integralmente. Por consiguiente se hace casi imposible la reinserción social una vez que recuperan la libertad.
Una de las herramientas más importantes para romper con ese círculo vicioso es la del trabajo. En Salto, cada día, 44 reclusos salen de la Unidad 20 del Instituto Nacional de Rehabilitación, y son trasladados a Naranjales Guarino donde desarrollan tareas en la zafra de citrícola que se está llevando a cabo en estos meses y que se extenderá hasta fines de octubre o comienzo de noviembre.
Según pudo saber La Mañana los reculos se desempeñan con las mismas obligaciones y derechos que el resto de los trabajadores: tienen tarjeta, trabajan de 09.00 a 16.00 horas, cobran lo mismo, el empleador paga sus obligaciones, hace los aportes al Banco de Previsión Social, etc. La empresa no tiene beneficio, de ningún tipo, pero le está haciendo un gran bien a la sociedad.
La directora de la Unidad Número 20 (la antigua cárcel departamental) del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), María de los Ángeles Machado, dijo al diario Cambio de Salto que no es la primera vez que reclusos trabajan en Naranjales Guarino, una de las empresas de mayor porte y que más fuente de trabajo genera en el departamento, y aseguró que el presente es el año que más cantidad de personas privadas de libertad trabajan en la cosecha.
La idea y el objetivo es que más personas se sumen, pero por ahora el beneficio se limita a esa cantidad de reclusos ya que la capacidad del ómnibus de transporte diario está colmada.
La selección de los reclusos a los que se les da el beneficio del trabajo es cuidadosa y para la empresa es fundamental la buena conducta y la disposición al trabajo.
No todos los reclusos están en condiciones de hacer uso del beneficio. Las autoridades carcelarias analizan con varios meses de antelación la situación legal y el comportamiento de los reclusos para ir seleccionando a los adecuados. También son importantes los detalles legales como el tipo de delito cometido y el tiempo que lleva cumpliendo prisión.
Cada año, el 70 % u 80 % de los reclusos repite la experiencia, mientras que el restante 30 % o 20 % son nuevos; y a medida que se van liberando van enviando nuevos, pero también ha sucedido que algunos que luego de recuperar la libertad han entrado a trabajar en las cuadrillas.
Las disposiciones que regulan las salidas laborales exigen que los reclusos hayan cumplido con las dos terceras partes de la pena, y deben contar con custodia policial.
En Salto, la posibilidad laboral que la citricultura le da a las personas privadas de libertad no es de ahora sino que son varias generaciones trabajando en ese sentido y que comenzó con la sensibilidad de la familia Guarino que hace más de 25 años decidió ayudar a los reclusos incentivando su capacidad de trabajar y dándoles la posibilidad de tener un oficio.
Está claro para todos que el trabajo es una herramienta sustancial al momento de recuperar a las personas porque genera la posibilidad de contar con ingresos legítimos y bien ganados, pero además del factor económico trabajar mantiene la mente ocupada e implica salir todos los días del centro carcelario con el objetivo de cumplir con una responsabilidad. También se generan vínculos sociales con personas que están fuera, mejora la autoestima y se forja un sentimiento de utilidad positivo relevante para consigo mismo y eventualmente para con la familia a la que pertenece y con la que puede colaborar económicamente, aún desde la prisión.
Durante varios años la empresa trabajó y potenció ese vínculo dando trabajo a muchos privados de libertad, posteriormente se hizo una pausa de algunos años hasta que más recientemente el vínculo se retomó permitiéndose otra vez que los reclusos realicen diferentes tipos de trabajo, fundamentalmente en la cosecha.
Aquellos reclusos que están condiciones de trabajar fuera del centro carcelario participan de un curso rápido en el que se les explica en qué consiste el trabajo de la cosecha y cómo debe hacerse. Naranjales Guarino celebra que nunca ha habido problemas con el comportamiento de los reclusos, esa es la mayor exigencia, y el día en que los haya el programa se suspende porque es un requisito sustancial que la gente trabaje tranquila.
Muchas veces se repiten los reclusos que trabajaron el año anterior, lo que es valorado como positivo por la empresa porque son personas que ya aprendieron el trabajo y conocen la forma de realizarlo.
Cada año, el 70 % u 80 % de los reclusos repite la experiencia, mientras que el restante 30 % o 20 % son nuevos; y a medida que se van liberando van enviando nuevos, pero también ha sucedido que algunos que luego de recuperar la libertad han entrado a trabajar en las cuadrillas.
En Guarino no se ignora que la sociedad ha cambiado y con ella la delincuencia. Los de hoy no son los mismos presos que hace 20 o 25 años y por eso con los de hoy se toman muchos recaudos para elegir la gente; y también se han dado cambios en el tipo de trabajo, al comienzo los reclusos trabajaban carpiendo para sacar las hierbas perjudiciales, hoy empiezan con la cosecha.
La pandemia retrasó los trabajos pero no los detuvo
La pandemia por COVID-19 generó retrasos en los trabajos que realiza la empresa Guarino con el personal zafral de cada año como con los reclusos, pero desde el sector trabajador se destacó y valoró que el trabajo se viera resentido pero que no se detuviera que sí ha sucedido con otras actividades en Salto, el caso más claro es el del turismo que se paralizó por completo.
Las empresas citrícolas aplicaron un protocolo estricto con el objetivo de evitar contagios, lo que se logró pero no sin una buena dosis de nerviosismo y preocupación por la posibilidad de que apareciera algún caso que pudiera extenderse entre los empleados y sus familias.
Para la región es muy importante el cinturón verde salteño con sus campos e invernaderos hortícolas, citrícolas y otras actividades de producción por la cantidad de mano de obra intensiva que genera.
Uno de los lugares de mayor riesgo es el packing donde trabajan un alto número de personas por turno, pero hoy Uruguay ha logrado contener los contagios y salvo focos localizados no se registran desbordes como en otros países. Eso permite que el trabajo se pueda hacer con tranquilidad pero sin dejar de ser conscientes que cualquier descuido o imprudencia puede causar un foco que afectaría a todo el departamento y haría retroceder lo que se ha logrado y avanzado.
Durante más de un mes los trabajadores de Guarino viajaban en los ómnibus a la mitad de su capacidad porque sólo se permitía una persona para cada dos asientos.
Rol social con perspectiva de futuro
Naranjales Guarino cuenta con más de mil hectáreas de cítricos, y 20 hectáreas “bajo plástico” donde se desarrolla la producción básicamente de horticultura. La empresa tiene más de 1.200 empleados en todas las áreas.
Los reclusos que asisten a trabajar son 44, y desde la empresa se insiste en que su comportamiento es correcto, nunca hubo problema y nunca faltó material de trabajo. El tipo de trabajo que realizan es “por tanto”, o sea “tantos bolsos, tanto ganan”, pero no pueden ganar menos del día, y en caso de ser necesario la empresa completa el jornal.
Sin embargo, en Salto hay gente que ha reaccionado de forma crítica y a través de las redes sociales ha expresado su disconformidad con la política de la empresa Naranjales Guarino respecto al trabajo de los reclusos. La Mañana indagó al respecto y el malestar estaría en que habiendo tanta desocupación a nivel nacional y particularmente en Salto preferirían que el trabajo se realizara con el resto de la sociedad y no con quienes han cometido algún delito.
La posición de la empresa, que no realizó declaraciones al respecto, es la de dar oportunidades a todos los miembros de la sociedad, sobre todo teniendo en cuenta la tradición que fue iniciada hace ya más de 20 años, cumpliendo un rol económico pero también social con perspectiva de futuro.
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