A pocos días de iniciar la primavera, los cultivos de invierno presentan buen estado. Los valores internacionales deberían mejorar para que el productor pueda cerrar sus números con tranquilidad.
Luis Simean, gerente Comercial de la cooperativa agraria Copagran, filial Paysandú, se refirió a los cultivos de inverno que en relación con esa cooperativa agraria en la zona litoral norte, lo que implica unas 10.000 hectáreas de las que, en números redondos, 5.000 corresponden a cebada, 3.000 a colza y 2.000 son de trigo.
En cuanto a la cebada y el trigo, las áreas “son muy parecida a la del año pasado”; la diferencia la hace la colza que en la zona de Paysandú tuvo una caída de unas 1.000 hectáreas, pero a nivel país la reducción es del entorno al 50% debido a los menos precios.
Sobre el estado de los cultivos, el Ing. Agr. Simean dijo que “la cebada y el trigo están empezando a encañar con muy buen desarrollo y sin problemas sanitarios. Este invierno no ha sido muy frío pero sí seco, con muy pocos episodios de lluvia, lo que ayudó a la mejor sanidad”, de todas formas “se debió hacer alguna aplicación de fungicidas o control de hongos, pero nada relevante”.
La colza por su parte “está en la etapa reproductiva, bien florecida y con buen desarrollo”, aunque “las primeras heladas de junio causaron algunas pérdidas en áreas menores, en un 5 o 7% del área total. En esos casos los productores optaron dejar esas chacras para los cultivos de verano. La colza es un cultivo temprano y de muy lenta implantación, esas heladas fueron en junio y era tarde para resembrar. Fueron casos puntuales y cuando eso pasa se opta dejar la chacra para un maíz temprano o soja de primera”, explicó.
La colza empezaría su cosecha a fines de octubre o comienzos de noviembre, y después le siguen la cebada y el trigo.
El trigo debe mejorar su valor para cerrar las cuentas
En el caso de los trigos, la finalidad de lo producido “es básicamente el abastecimiento de los molinos, y si llegara a quedar algún excedente va a la exportación”.
Consultado sobre los equilibrios, Simean dijo que “el precio internacional del trigo hoy está muy bajo, en los US$ 230/240 la tonelada, y para el productor ese valor es inferior al precio de referencia al momento de hacer la siembra. Ahora la expectativa es que haya alguna recuperación y cuando llegue al momento de liquidar podamos tener valores que ayuden a un mejor cierre de las cuentas”.
Los costos en “insumos como semillas, fertilizantes, urea, herbicidas y pesticidas, forman un paquete de unos US$ 450 a US$ 500. A eso se deben agregar los laboreos que están en los US$ 200 a US$ 250, y el costo de la renta en el caso de los productores que siembran campos arrendados, todo sumado queda en los US$ 800 por hectáreas”.
Para cubrir ese total de US$ 800 por hectárea se necesita de un “rendimiento de 3.800 o 4.000 kilos por hectárea como equilibrio”.
Al día de hoy “es muy pronto para saber si se va a llegar a ese rendimiento”, pero se puede afirmar que “el estándar de planta está, hay que ver si se consolida un buen número de grano por espiga y un buen llenado de grano para que eso se traduzca en un buen rendimiento”.
Si uno analiza los años anteriores, el rendimiento logrado está en esos mismos valores con la excepción de 2022 que “fue un año atípico con muchas chacras logrando más de 5.000 kilos, pero lo normal es que esté entre 3.500 y 4.200 kilos a nivel país”.
También hay que decir que cada chacra tiene sus particularidades: “Algunos productores plantan en campo propio, otros tienen maquinaria amortizada, otros la tienen que pagar, hay campos que requieren menos fertilizantes que otros”, precisó.
Cebada destinada a malterías
Los números de la cebada “son muy similares al trigo y pueden llevar alguna aplicación menos con lo cual se abaratan los costos”. Los precios “también están parecidos”.
La cebada “es básicamente para malteo con ambas malterías, principalmente Ambeb por un tema de cercanía” física. Este año “también se hizo una experiencia de cebada forrajera con destino exportación”.
La cebada es un cultivo que “se hace bajo contrato destinado a la maltería y el productor tiene la opción de fijar el precio durante todo el ciclo y el precio corresponde al cien por ciento que tiene el trigo en Chicago por lo que está directamente atado”.
Al día de hoy, el valor es de US$ 240 puesto en la materia, con el plus de “poder cerrar un poco mejor porque como fue dicho está más cerca del destino final y tiene un flete más corto”.
La colza con la cuenta más ajustada
Para la colza Copagrán tiene dos modalidades de contrato: la exportación y el marcado interno. En este segundo caso es el cultivo que “utiliza a Alur para la industrialización y producción de biodiesel”.
Simean señaló que para ese cultivo “el paquete de insumos y el costo final por hectárea también se parece” a los anteriores, en el entorno de los US$ 800 o US$ 900. Sin embargo, llama la atención el valor de la colza que el año pasado estuvo entre US$ 700 y US$ 800, “pero hoy está en US$ 450” lo que llevó “a una reducción del área”.
Con esa reducción de precios la cuenta al bolsillo del productor “se volvió mucho más ajustada, se precisan 2.000 kilos para equilibrar la cuenta y ese volumen no es fácil de obtener. Para que una colza rinda ese total es porque está logrando un rendimiento muy bueno que no siempre se da”.
Del análisis de esos tres productos, “la colza es la que va a tener la cuenta más ajustada”.
Los desafíos que trae la primavera
Sobre la primavera que suele ser una estación amigable al no presentar los desafíos del invierno ni del verano, Simean dijo que es un período que tiene sus propios riesgos: “De acá para adelante el riesgo está en los excesos de agua y las heladas tardías”, dos fenómenos de ocurrencia posible.
“A las colzas las pueden afectar algunas heladas tardías que no permitan un buen granado, es un problema que ya hemos tenido otros años; y el exceso de agua puede ser una complicación durante la cosecha, dificultando el poder levantarla”.
En trigo y cebada “pasa lo mismo, las complicaciones pueden venir por las heladas tardías cuando los cultivos están espigados”, lo que llevaría a la pérdida del cuajado del grano.
“El otro riesgo es que tengamos períodos llovedores y de poco sol en los días de floración. En este caso pueden generarse problemas sanitarios, de fusarium u hongos de la espiga y afectar la calidad”. Ese período de floración y de vulnerabilidad es a fines de setiembre o primeros días de octubre.
Riego y seguros
Consultado sobre la falta de lluvias, el gerente Comercial de Copagran dijo que “es un tema que está relativamente superado para los cultivos de invierno y no debería ser un problema. Si se da un episodio de lluvia cada tanto tal como se está anunciando no habrá dificultades y llegaríamos al fin del ciclo con el agua necesaria”.
Por otro lado, “no hemos logrado un buen volumen de agua en el perfil de suelo pensando en los cultivos de verano. Las lluvias se han recuperado pero no en el volumen necesario para acumular agua en las napas y poder pensar en la siembra de verano con una buena disponibilidad capaz de asegurar las implantaciones y primeras etapas de los cultivos, básicamente de maíz y soja”.
Para corregir esa situación “se necesita que continúe lloviendo en volúmenes relativamente normales, unos 100 milímetros al mes que son los promedios que tiene nuestro país”.
Sobre la implementación de sistemas de riego, dijo que “es muy menor el área de los cultivos de secano que se pueden hacer bajo riego”, además de que “hay limitaciones en cuanto a fuentes de agua que aseguren el caudal suficiente para hacer ese tipo de inversiones” que “son importantes y no todos los productores están en condiciones de hacerlas”.
Consultado sobre los seguros, señaló que las aseguradoras “necesitan información para poder sacar las coberturas que el productor necesita”.
Este año tuvimos “una catástrofe con la seca y las pérdidas fueron importantísimas”, lo que llevó que “los seguros salieran a pagar indemnizaciones muy por encima de cualquier año normal”.
Varias aseguradoras plantearon como experiencia un seguro mínimo, que “fue bueno para el productor porque fue indemnizado en esos kilos que le faltaron, pero fue difícil para las aseguradoras que debieron hacer desembolsos”.
“Tampoco podemos olvidar que las empresas de seguros deben calzar con reaseguradoras internacionales que le cubren el riesgo, por tanto es una ingeniería compleja de articular, pero esperamos que este año lo puedan instrumentar de vuelta y podamos tener la cobertura que debe llegar a todos los productores y no solo los de mayor escala o con un área más grande”.
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