El complejo ganadero cárnico, si bien tiene fuertes músculos y perspectivas estimulantes, enfrenta un escenario de inestabilidad por el desbarajuste de la situación en China, que está lejos de haberse resuelto totalmente.
En un breve repaso recordemos que la demanda china por carne en los últimos meses, que se fue acentuando hasta alcanzar un máximo hacia noviembre del año pasado, estuvo motivada por el faltante de varios millones de toneladas de carne de cerdo, la principal carne de consumo en ese país, debido a la mortandad o sacrificio sanitario impuesto por la difusión imparable del virus de la fiebre porcina africana.
Frente a ese formidable agujero de oferta, todas las carnes subieron de precio, algunas en forma vertiginosa. Al llegar a un nivel que las autoridades juzgaron intolerable, porque les desajustaba los indicadores básicos de su economía, dispusieron una serie de medidas que hicieron explotar la burbuja, con rebotes e impactos diversos en la cadena de proveedores externos, e importadores y distribuidores locales.
China, que reclama que el mundo reconozca su carácter de economía de mercado, no puede ya fijar los precios administrativamente, pero las medidas aplicadas* tuvieron el mismo efecto que si lo hubiera hecho. El precio de la carne se desplomó, muchos importadores locales incumplieron sus compromisos, dejaron de pagar o renegociaron los precios pendientes de sus compras; innumerables empresas de todo el mundo tuvieron que asumir las pérdidas por contratos celebrados a valores mucho más altos que los que finalmente se obtienen.
En nuestro país, que tiene el mayor perfil exportador de carne de cuantos actúan en el mercado mundial, ya que envía al exterior alrededor del 70 % de su producción, y que coloca en China la mayor parte de los volúmenes que vende (hasta las ¾ partes en el último tramo del año pasado), es sin dudas, el más perjudicado de todos por esta situación.
En reciente presentación, el presidente de INAC, Federico Stanham, actualizó los números disponibles de los perjuicios sufridos por los exportadores uruguayos hasta ahora, y fue claro en definir que aún no se pueden valuar en toda su magnitud porque el escenario no se ha estabilizado, en gran parte por la inopinada aparición del coronavirus.
Las estrictas medidas de control impuestas en China para intentar evitar la difusión del virus acarrean un freno a la producción fabril, a la logística, a los bancos, al consumo, a la actividad económica en general.
En la carne específicamente, se preveía que para esta fecha ya se hubieran digerido los stocks que habían sido acumulados y se estarían reanudando las corrientes comerciales interrumpidas hacia fines de año, pero tal cosa ha quedado postergada sine die: mientras la gente no pueda salir a la calle y juntarse con sus congéneres en un restorán, por ejemplo, la restricción del consumo va a persistir.
Los exportadores debieron enfrentar incumplimientos, o cuando menos, retrasos en los pagos – que aún no se han regularizado -, renegociación de precios en negocios concretados en noviembre y diciembre pasados a valores superiores por mercaderías ya entregadas o en tránsito, cuyo valor trepa hasta unos US$ 220 millones. Las pérdidas que erosionan este monto todavía no se pueden definir con precisión, pero son cuantiosas.
*Entre otras medidas: corte de la financiación a la importación de carne; liberación de stocks – público y privados -, acumulados estratégicamente en los meses anteriores; autorización sin cortapisas a cuanta planta frigorífica pudiera ofrecer carne de cualquier especie en cualquier parte del mundo, dejando de lado una política muy severa de control sanitario que había seguido hasta entonces; flexibilización del “canal gris” (contrabando más o menos controlado desde Hong Kong y Vietnam para el ingreso de carne); como las más notorias.
El informe de INAC
Como resultado de estas distorsiones, las ventas a China se han reducido drásticamente respecto al funcionamiento del año anterior. En carne vacuna, los volúmenes embarcados caen en lo que va del ejercicio un 43 % en volumen, y en el total del sector cárnico la recaudación bajó un 28 % respecto al mismo tramo del 2019, pero si se compara con el último cuatrimestre del año pasado la baja es del 60 % en volumen y 65 % en dólares.
Los precios de la mercadería vendida en el corriente mes de febrero son 27 % menores a los de noviembre pasado.
Voceros de la industria señalan que la baja de precios en China, producto a producto, no baja de 30 % y en algunos casos llega al 50 %.
Los otros mercados de destino aprovechan el ambiente depresivo generado por la retracción China para bajar los precios de sus ofertas.
Como paliativo menor, aumentaron las ventas de carne a Canadá y EEUU y al siempre fiel mercado interno, que se beneficia de una baja en los precios, por lo que bajan también las importaciones, que el año pasado tuvieron un fuerte protagonismo en el abasto local.
En consecuencia, la actividad industrial en nuestro país se ha reducido: la faena actual es un 30 % menor que la del año pasado en el mismo período.
La industria en el centro del problema
La explosión de la burbuja china impacta en una rama industrial que ya venía golpeada desde hace rato. En los últimos dos años, pero particularmente en 2019, el margen de valor que capturaron los frigoríficos fue exiguo y en muchos casos no alcanzó a cubrir los costos operativos. La mayor parte de las empresas cerró el ejercicio con números en rojo.
Normalmente, cuando sus márgenes se estrechan, los frigoríficos apelan a bajar el precio de la hacienda, que a la vez de representar el rubro de mayor costo, es el que menos resistencia ofrece. No es posible reducir impuestos, ni tarifas, ni salarios, y los otros insumos no mueven la aguja.
En esta ocasión, por diversas razones, no fáciles de desentrañar, se mantuvo una fuerte pugna por ganado por parte de las distintas plantas, y los precios de la hacienda no bajaron, sino que fueron subiendo a la par o aún por encima de los de la carne exportada.
Situación inusual, que se prolongó por un extenso período y terminó por desfinanciar a muchas empresas frigoríficas. Mucho antes que estallaran los problemas en China, ya la industria manifestaba sus dificultades en seguir el mercado. La alternativa de achicarse no es de fácil instrumentación, los costos fijos son elevados, y aunque trabajando a pérdida se vieron obligados a seguir en carrera, esperando tiempos mejores.
Y en el punto más alto, el mercado se derrumba, el piso se hunde y quedan agarrados del pincel. La recomposición es trabajosa y demora más de lo previsto.
Aún hoy, con las recientes bajas de precio de la carne y del ganado, los valores todavía superan a los del mismo tramo del año anterior. Los voceros de la industria afirman que lo que están pagando actualmente por el ganado es excesivo y debe bajar más para recuperar el equilibrio perdido.
Rebotes y secuelas
Esta situación, a la vez de jaquear a las empresas frigoríficas exportadoras, pone en tensión la eficacia del sistema financiero que atiende a la cadena cárnica, que enfrentada a la coyuntura adversa, debe enfocar el problema con una mirada de más largo plazo.
Los impactos negativos en la industria se trasladan en parte a otros sectores de la cadena. La compra de haciendas, que representa no menos del 80 % del costo industrial, se realiza mayoritariamente con plazos de 45 días para el pago, así que una gran parte de la hacienda que se faenó en noviembre y diciembre cae dentro en esta bolsa, lo que afecta a los ganaderos y a veces a los intermediarios.
En general, hasta el momento, las empresas industriales vienen cumpliendo con lo pactado, aunque muchas veces postergando el pago de la fecha comprometida.
El Novillo tipo
La historia está bien representada en el indicador del Novillo Tipo, aunque todavía no refleja cabalmente las dificultades de la actualidad.
La gráfica 1 muestra la evolución mes a mes del año pasado, con una tendencia ascendente que debe corregirse con los datos de refinanciación e incumplimientos que se vayan conociendo. En el año corriente, los números comienzan a ajustarse.
Desde que se elabora el indicador, el pasado fue el año en el que la participación de la hacienda en la captación de valor fue mayor: el 83 % de promedio, reduciendo a la industria a un magro 17 % del total.
A lo largo del período de 13 años completos, el porcentaje del valor que correspondió a la industria osciló entre el 20 y el 30 %, y la referencia gruesa es que el punto de equilibrio entre industria y ganaderos es el 25 % y 75 % respectivamente. En realidad, hay montos ineludibles que se requieren para funcionar, que los vemos en la otra gráfica.
En la gráfica 2 mostramos los datos de la serie del valor agregado industrial en dólares corrientes desde 2007. Puede verse que en 2014 el valor fue de US$ 363 por novillo procesado y en 2019 fue US$ 200, un 45 % menos.
¿Cómo sigue este partido?
La coyuntura es adversa, pero a mediano y largo plazo no hay dudas que el escenario será mucho mejor. Como sintetizó el presidente de INAC, China tiene varias ventajas para nosotros: compra toda la carne de la res, no queda ningún corte para atrás, tiene relativamente bajos aranceles: 12 %, y no tiene cuota.
El déficit de carne en aquel país, que sostiene una demanda recalentada, en algún momento, en dos o tres años, se superará, pero el mercado tiene un sustrato firme, estructural, y tiene que ver con tendencias de consumo de largo plazo, que se corresponden con cambios económicos y sociales profundos. Las poblaciones que mejoran su nivel de ingreso – como es el caso de China y también de los populosos países del Sudeste asiático – aumentan en mayor porcentaje aún su consumo de carne, de todas las carnes, también la vacuna, lo que asegura una demanda en aumento con un horizonte infinito por delante.
No hay ninguna duda entre los expertos: la demanda de carne seguirá en aumento y con precios al alza. Una vez que queden atrás los trastornos actuales en China, las compras se retomarán y los precios se afirmarán, aunque no se espera que lleguen a los niveles pico del año pasado.
Por la otra punta, los sofisticados consumidores europeos, y hasta cierto punto también los estadounidenses, reducen su consumo de carne por razones de moda y de prejuicios seudocientíficos. De cualquier manera, Europa, aunque es importante todavía para nosotros, representa menos de 4 % del mercado mundial de carne vacuna mientras Asia ya absorbe más del 50 %, y va en aumento.
Y, para finalizar, una moraleja repetida: no hay burbuja que no reviente. Las subas vertiginosas de precio de cualquier producto terminan por explotar, el mercado se derrumba, y se vuelve, con heridas, al punto de partida.