El combate a la garrapata es una batalla permanente. En aquellos predios donde está hay que trabajar para su control y donde hay, el desafío es mantenerse sin ella, dijo el Dr. Martín Altuna.
La lucha contra la garrapata debe llevarse a cabo con la participación conjunta de todos los actores que directa o indirectamente intervienen en la ganadería, dijo a La Mañana el Dr. Martín Altuna, veterinario y encargado de la División de Sanidad Animal en el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Desde el Ministerio se está trabajando en un tema “que no había sido priorizado y estamos poniendo esta campaña en la agenda”, aseguró. En ese sentido “se conformó un equipo de trabajo con dos dinamizadores a nivel de terreno que son el Dr. Marcelo Cortez y la Dra. Ximena Gómez”, ambos del interior, para “focalizarnos en una campaña sanitaria reglamentada”.
A nivel mundial y regional “son muy pocos países que han podido ser exitosos con este parásito. Brasil no tiene un marco legal como nosotros y Argentina tuvo inconveniente en zonas donde lo había controlado”, comentó.
“El Ministerio solo no puede, se necesita del compromiso, la dedicación, el convencimiento y la decisión de trabajar de forma mancomunada, con la participación de productores, consignatarios, transportistas, veterinarios de libre ejercicio habilitados a realizar diferentes acciones, la industria farmacéutica, todos los organismos como el Plan Agropecuario, las gremiales, todos tenemos que estar en el mismo carro. Son importantes las asociaciones público-privadas”, agregó, “porque si trabajamos por separado todo es más lento y el perjuicio mayor”.
Lo bueno y el punto de partida es que “los productores no quieren tener garrapatas” en sus establecimientos. Sin embargo, es importante entender que “esta parasitosis es un problema de todos, porque si yo estoy haciendo un trabajo, no está bueno que mi vecino esté haciendo algo que me perjudique. Me tengo que poner de acuerdo con él para trabajar juntos y eso significa, por ejemplo, arreglar un alambrado, tener una política de devolver a los animales pasadores, coordinar los tratamientos, también utilizar algunas instalaciones de un vecino de forma coordinada”.
En Uruguay “falta difusión y faltan conceptos”, para cambiar eso “estamos generando charlas”, dijo el profesional.
Uno de los concetos que se debe atender al tratar este tipo de situaciones sanitarias es que “es el establecimiento el que está enfermo, porque la garrapata tiene una sobrevida de más tiempo en el campo que los animales”.
A su vez, hay que generar grupos de acción locales con todos los actores vinculados” a la ganadería, insistió. Es una batalla que no para: “Donde hay garrapatas se trabaja para controlarla y donde no hay para mantenerse sin ella”.
Una zona endémica y otra de control
Uruguay está dividido en dos zonas, una endémica o roja y otra verde o de control. Esa zona roja se extiende por los departamentos de Rio Negro, Paysandú, Salto, Artigas, Rivera, Tacuarembó, Cerro Largo, Lavalleja, Rocha, Maldonado y Treinta y Tres. La zona de control está compuesta por Colonia, Soriano, Florida, Flores, San José, Canelones y Durazno salvo una seccional al noreste de ese departamento.
No obstante, se ha detectado que “dentro de la endémica hay muchas áreas en las que no hay garrapatas”. Este es el caso de los departamentos de Rocha, Maldonado, Lavalleja, Treinta y Tres, Cerro largo, Rio Negro, Paysandú, “todos tienen áreas sin garrapata y es fundamental controlar y salvaguardar las zonas limpias con medidas de bioseguridad”.
Mantenerse activo para reducir al mínimo posible la garrapata en todo el país tiene motivaciones económicas, productivas y de inocuidad alimenticia. “Somos productores de alimentos y estos tienen que ser inocuos, sean para el consumo interno o para exportar; además de que las perdidas generadas por ese parásito son millonarias”.
“El costo estimado en los últimos años llega a valores de entre US$ 40 y US$ 45 millones solo en pérdidas directas, a las que hay que sumar otras que pueden ser imposibles de calcular”, expresó.
“Es difícil hablar de erradicación”
Consultado el Dr. Altuna sobre las posibilidades de erradicar la garrapata en Uruguay y en qué plazo se podría hacer, fue enfático en señalar que “es muy difícil hablar de erradicación”, lo correcto y realista sería “hablar de zona de control para minimizar las perdidas existentes”. Sobre el plazo dijo que “es muy aventurero manejar tiempos”.
En los predios de mayor descontrol el Ministerio resolvió, a través de la Dirección de Servicios Ganaderos, “hacer pruebas de resistencia gratuitas, y en esa zonas o predios aplicar la hemovacuna” que se fomenta utilizar “porque eso genera una base inmunitaria para que los animales no se enfermen de tristeza parasitaria. Si no se enferman de tristeza no van a usar piroplasmicidas que tienen 230 días de espera para que la carne pueda ser consumida”. Cabe agregar que el Departamento de Parasitología produce la hemovacuna contra la tristeza parasitaria desde hace varios años generando un altísimo grado de protección.
Paralelamente “hay que establecer planes prediales sin olvidar lo global en donde está inserto ese establecimiento”.
Recordó que estamos en la época el año que conviene actuar, el invierno. El frío es un aliado de la sanidad porque ayuda, debilita a la garrapata y por tanto “es a partir de julio que hay que empezar” con los tratamientos.
Los animales silvestres no son un problema determinante
La garrapata solo se da en vacunos. El Dr. Martín Altuna de Sanidad Anila (GAMP) explicó que en un predio donde solo hay ovinos el parásito va a subir a éstos por el instinto de supervivencia, pero si tiene la posibilidad siempre irá al vacuno.
En cuanto a los animales silvestres, dijo que “algunos pueden trasladar” el parásito, “pero en establecimientos con animales silvestre se ha controlado o erradicado por lo que los silvestres no serían un problema determinante”.
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