El potencial del sector lechero es enorme, sin embargo vamos perdiendo las ventajas comparativas que tuvimos con nuestros competidores directos, ente ellos Nueva Zelanda, con quien tuvimos costos 40% inferiores, pero ahora estamos igualados, dijo el Ec. Munyo.
El lunes 8 se llevó a cabo en la Sociedad de Productores de Leche de Florida (SPLF) la presentación del informe “El sector lácteo como motor del desarrollo económico y social del Uruguay”, a cargo del economista Ignacio Munyo. El documento fue elaborado por el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres).
Munyo subrayó la importancia que tiene el acceso a los mercados incluso “más allá de la demanda sostenida y de los precios internacionales” que actualmente están jugando un rol favorable. “Hay mucho para avanzar en ese sentido”, aseguró, porque “los mercados internacionales a los que se puede aspirar son más amplios de los que tenemos y en los que estamos se puede mejorar sensiblemente el acceso”.
El lácteo “es un sector que tiene un alto perfil exportador” con una colocación del 75% de lo que se produce, e ingresos que en 2020 fueron de casi US$ 700 millones, este año con datos cerrados a setiembre se podrían superar los US$ 750 millones.
Consideró que Conaprole “es un jugador muy importante” y que la existencia de una empresa grande “no es una limitante”, tenemos el ejemplo de Nueva Zelanda “que es exitoso, con una sola empresa (Fonterra) y representa el 82% de la leche que se produce en ese país. Por tanto, el tema no es si Conaprole es muy grande o muy chica, acá el tema es cómo mejorar las barreras que tiene Uruguay para que la producción láctea sea más competitiva”.
Nuestra lechería tiene aspectos sociales muy importantes, por lo que es clave solucionar los problemas que padece. Munyo señaló que “la cantidad de productores viene cayendo”, “los pequeños establecimientos van desapareciendo y esas son pérdidas muy importantes desde todo punto de vista”, porque se pierde la radicación en el interior y el capital humano que se transmite de una generación a otra.
Otro punto de atención es el “alto promedio de edad de los productores”, por lo que hay que trabajar sobre “cómo rejuvenecer el sector”, apuntó.
“Un problema de competitividad
Asimismo, el productor uruguayo recibe menos ganancia que los productores de la región y de los que están fuera de ella: “Eso quiere decir que el precio final y los costos se llevan parte del retorno, entre ellos están los aranceles que pagamos para ingresar a determinados mercados”.
El endeudamiento es “un gran problema del sector: para un nivel de producción similar, entre 2011 y 2016, ese endeudamiento se multiplicó por cuatro. Con el Folgale y otros esfuerzos eso ha ido mejorando, pero el acceso al financiamiento en pesos a largo plazo es un tema crítico para el productor de leche, más aún cuando hay que invertir para mejorar la producción, invertir en maquinaria y en capital humano. Si más del 90% del financiamiento es en una moneda que no representa sus ingresos, se genera un problema mayor”, definió.
En definitiva tenemos “un problema de competitividad”, porque cuando pasamos raya queda muy poco para el productor, y ahí juegan los costos, la productividad y el tipo de cambio, sintetizó el director de Ceres.
Pérdida de la ventaja comparativa
Uruguay se destacó, “por ser un país de bajos costos para producir leche”, pero eso cambió y ya no es así. “Si nos comparamos con Nueva Zelanda, pasamos de tener costos 40% por debajo a tener costos iguales que ese país. Se va terminando la ventaja comparativa y eso es un gran desafío”.
Nuestra producción diaria, por vaca, “es menor a la que se produce en Nueva Zelanda o Argentina” y “eso nos pasa por varios factores” como “los problemas para acceder a la tecnología, las dificultades para incorporar al tambo capital humano con conocimiento”, pero también “es un tema de gestión”.
Recientes estudios del Banco Mundial señalan que en toda la cadena láctea, “por persona ocupada en el sector, Uruguay produce 4 veces menos que Nueva Zelada”.
Por otra parte, en 2024 Nueva Zelanda dejará de pagar aranceles para ingresar a China, además de que está geográficamente más cerca, por lo que “paga menos de transporte, pero también mucho menos en trámites aduaneros, impuestos, en procedimientos de Aduana y operativa de puertos”, en todo lo que “Uruguay es mucho más caro”.
Inserción internacional y el derrame hacia toda la sociedad
La inserción internacional es “un tema central”, con Argelia, China y Brasil como principales mercados. En Argelia Uruguay paga 5% de arancel y compite en igualdad de condiciones; en Brasil el 0% “pero hay complicaciones para ingresar y competimos con Argentina que tiene mayor nivel de producción de litro por vaca”; y en China tenemos el 10% de arancel, “pero si Uruguay avanza en un acuerdo de libre comercio sería muy bueno para el país con un margen de ganancia que se suma”.
Munyo destacó el potencial del mercado de Medio Oriente. “Es un mercado gigantesco, con aranceles prácticamente inexistentes, sin necesidad de TLC, sin necesidad de hacer nada más que ir a vender el producto. En eso es el sector privado el que tiene que liderar”.
Otro tema central es el derrame que tiene el sector lácteo en el resto de la economía. “Hay un impacto directo por los puestos de trabajo que genera, pero también hay mucho impacto indirecto. El lácteo es el sector mayor multiplicador de la toda la economía” con un rol fundamental en la producción primaria como en la final, constituyéndose en “un motor tremendamente relevante para generar impacto económico total”, con una “capacidad instalada ociosa, en la industria y en los tambos, de aproximadamente un 30%”.
Por tanto, “si Uruguay lograra mejorar la demanda externa, mejores acuerdos comerciales la demanda traccionara de afuera, eso generaría un impacto de US$ 1.300 millones, el 2,6% del PBI, 8.500 puestos de trabajo nuevos en todos los departamentos, pero para eso el sector tiene que ser capaz de aumentar las exportaciones”.
Esos 8.500 puestos de trabajo, el 22% serían en Montevideo, el 12% en Canelones y el resto en los demás departamentos, con el problema de que muchos son trabajos automatizables por lo que la tecnología podría desplazarlos.
Un sector multiplicador de la economía, pero con rigidez laboral
El informe “El sector lácteo como motor del desarrollo económico y social del Uruguay” de Ceres destaca que la industria láctea tiene un multiplicador de la economía de 1,30; “es el segundo multiplicador más alto”, y el sector lácteo primario ese “multiplicador es de 1,07, también muy alto en comparación con los otros sectores”.
En otro pasaje se señala que “la rigidez laboral puede ser una gran traba para el sector, impidiendo la automatización de algunos procesos”, lo cual “puede ser un problema especialmente grave” ya que “los sindicatos tienen mayor poder de negociación dada la naturaleza perecedera de la leche; un paro en las actividades implica que la producción se echa a perder”.
Agrega que en toda la cadena hay “desafíos relacionados a la calificación de la mano de obra, entre los que se encuentra el acceso a personal calificado en el interior, la capacitación de los mandos medios, y la reconversión de la mano de obra tras la inclusión de alta tecnología”.
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