La agroecología se descentralizó, está en varios departamentos y en diversos puntos del país, y no por ser orgánica escapa de las afectaciones de una sequía o las posteriores inundaciones que sufrió nuestro país en los últimos tiempos.
Granja Los Turcos está ubicada en un predio de 10 hectáreas en paraje Estación Margat, Canelones, y se dedica a la producción hortofrutícola orgánica, además posee ganadería para consumo propio en las especies vacuna, ovina y pollos, todos libre de vacunas y suplementos. En productos de granja “plantamos frutillas, moras y productos de canasta que es lo que tenemos como opción para la venta”, explicó Hugo Nathan a La Mañana.
“Yo me crie en un apartamento en Montevideo y mi madre se reía porque al volver de la escuela yo tomaba la merienda en la azotea al aire libre, siempre me gustó la intemperie. Con los años tuve un negocio que vendí y me di cuenta de que era el momento de cumplir el sueño de mi vida”, contó.
En 2009 Nathan compró el predio, que está en una zona inundable y que debió limpiar y prepararlo para poder producir en él. “La limpieza fue natural, sin aplicar ningún tipo de pesticida, toda a mano”, agregó. Durante la pandemia y a impulso de una amiga que conoce de prácticas agroecológicas vio que el lugar se adecuaba a ese tipo de producción y le dio el impulso para comenzar un proyecto orgánico.
“Para nosotros es una forma de vida y una filosofía de vida, es la combinación de ambas cosas, porque cuando me mudé para acá yo había perdido mi sustento y debía comenzar a producir algo para poder tener ingresos y sobrevivir”, detalló Nathan, y agregó que “desde ese momento hemos ido mejorando nuestros servicios”.
Sobre el no uso de productos químicos dijo que los orgánicos resultan más naturales, pero enfrentan desafíos importantes, el tiempo de producción y la mano de obra. “Los químicos aceleran la producción, y si una planta demora meses en crecer y producir en forma natural, ahora se lo puede acelerar para que sea un proceso más rápido”, a un costo de mucho menos sabor, calidad y naturaleza. “El tema es el tiempo de la espera que encarece al orgánico, y la mano de obra que necesita”, reiteró. Esos son dos factores que “encarecen”.
En cuanto a la gratificación, consideró que la cosecha es el punto máximo, cosa que ocurre en todo tipo de producción: “Por supuesto que lo más gratificante es el momento de la cosecha, que en nuestra chacra sigue siendo manual y a base de personas. La cosecha es lo más glorioso, se da después de estar todos los días pendientes de la evolución de los cultivos, si crecieron, si se desarrollaron. Además, una buena cosecha siempre significa un mejor ingreso, porque este es un rubro que sufre mucho la pérdida”.
Sobre el mercado y las posibilidades, aseguró que “hay gente que está buscando productos sin ningún tipo de contaminantes”, y a ese consumidor se apunta, aunque “persiste la diferencia precios, que es algo que se ha ido limando”, consideró.
El consumo de estos productos es un fenómeno global, “se da en todo el mundo, y en Uruguay creo que venimos bien, tenemos productos de buena calidad, no hay una centralización productiva porque se la encuentra en varios departamentos” como Montevideo, Canelones, Artigas, Paysandú, Río Negro, Salto o Maldonado; “la zona granjera uruguaya se ha corrido y hay chacras un poco más extensivas”. El resultado es “una buena producción” que atiende el mercado interno.
Otra característica muy frecuente es que son emprendimientos familiares, con la excepción de “algunos grandes productores que son proveedores de grandes supermercados”.
Respecto a cómo impactó la sequía y el exceso de precipitaciones, el responsable de Los Turcos dijo que como toda producción las chacras agroecológicas sufren la falta o el exceso de agua.
“Pero somos muy optimistas”, remarcó, en referencia a esa virtuosa actitud que caracteriza a toda la ruralidad de todo el país, cualquiera sea el método de trabajo realizado.
“Luego de años de trabajo logramos sacar las hormigas con base en el arroz, pero en Estación Margat tuvimos una inundación histórica, los vecinos tuvieron que salir en botes o por los techos, el exceso de agua afectó a todos menos a nosotros”. Lo que en principio es bueno, no sufrir la inundación de la chacra, tuvo efectos adversos, “las hormigas que vieron sus hormigueros inundados subieron y se instalaron en la quinta”, recordó. Pero “eso es parte de la vida, todas las producciones fueron afectadas, todas las chacras están con barro, antes tuvimos falta de lluvia, y también entonces nos arreglamos”, aseguró, y con una visión más país, agregó que “Uruguay resiste este tipo de cosas. Hay problemas sí, pero no creo que haya dificultades mayores, seguiremos produciendo”.
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