Las principales gremiales de productores del país defienden muy poco el rubro de producción ovina y la industria frigorífica lo considera secundario, sostiene el productor Ricardo García Pintos. Aun así, el ovino exhibe buenos niveles de eficiencia, aunque los precios que reciben en el mercado local distan mucho de los internacionales.
Para aquellos productores con pequeñas fracciones de campo, el ovino pasa a ser la mejor opción posible si se toman en cuenta los rendimientos que se pueden alcanzar. Distinto escenario es el que se presenta para los grandes productores, donde en la mayoría de los casos se trata de un rubro casi marginal. A esto se refiere el productor cuando dice que lamentablemente “la ganadería ovina es un producto de tercera” muy poco defendida por la Asociación Rural del Uruguay y la Federación Rural del Uruguay. Y este desinterés se explica, según el entrevistado, porque la mayoría de los integrantes de estas gremiales son grandes productores ganaderos. Sin embargo, para el productor chico es un negocio primordial “porque vende 20 o 30 bichos antes de las fiestas y saca un aguinaldo”, cosa que para un productos grande “son chirolas”.
También para la industria frigorífica este rubro es secundario, debido a que prefieren la faena vacuna. Salvo algunas excepciones, el sector tiene los días contados en que puede ingresar a faena. Entre agosto y setiembre cuando escasea la oferta de ganado gordo de campo, se abre una veta y “es donde se agarran los precios de punta”. De todos modos, el cordero conforma la lista de cortes finos que acompañan aquellos de punta del ganado vacuno.
Para muchos es un aguinaldo de fin de año
A pesar de todas estas contrariedades, la ovinocultura le sigue defendiendo el bolsillo a un importante número de pequeños y medianos productores. La viabilidad del sector se explica por tener resueltos “los canales de comercialización”, ya sea como venta informal, a través de contratos con la industria o integrando algunos de los operativos que se encuentran en el país. De lo contrario se corre el riesgo de “quedar colgado del pincel”, según señala el productor floridense. Hay que tener en cuenta que la eficiencia gana siempre. En una hectárea con mucha prolijidad se puede sacar una buena cantidad de corderos y lo ideal es que se puedan vender todos a tiempo.
El canal más tradicional de comercialización de corderos sigue siendo el informal. Aquel en que el productor vende carneado y “colgado abajo del eucaliptus”. Por estos días estamos a la salida de la zafra más importante de venta de corderos para las fiestas tradicionales. Para el entrevistado este mercado también está en declive porque la gente prefiere “otros cortes más baratos y fáciles de preparar”.
Los productores un poco más grandes “tienen que echar mano a un contrato” para asegurarse la colocación de sus animales. Recurren a la industria, los escritorios rurales o la “operativa Cordero Pesado de Central Lanera”, por ejemplo. Si bien no hay límites establecidos para dividir la faena artesanal de la que se produce en el ámbito formal, García Pintos entiende que un productor con más cien corderos se inclina por la segunda opción. Sin embargo, pueden existir asociaciones de muy pequeños productores (con 20 o 30 animales cada uno) que reuniendo 80 o 100 corderos e ingresando en uno de los canales formales se aseguren la comercialización que de otra manera les sería imposible.
Menos mal que son eficientes
La mala noticia es que a los productores no les queda nada con un precio de US$ 3 el kilo de cordero. Y siempre teniendo presente invertir lo mínimo indispensable. Pero hay una clave que explica por qué estos pequeños productores subsisten. “La eficiencia tremenda” que exhiben produciendo básicamente a pasto para pegarle a la fecha y “estar con el producto pronto para cuando se está en poszafra” para el caso de negocios con la industria frigorífica, en los meses de agosto, setiembre y parte de octubre. Para llegar a tiempo es necesaria una encarnerada “bien temprana”.
En esta materia García Pintos señaló que los US$ 3 que recibe el productor por colocar sus animales en el mercado de exportación no reflejan el precio de la tonelada que “siempre está allá arriba” como sí sucede con el vacuno. Explicó que si una tonelada de carne vacuna se comercializa a US$ 4 mil, el novillo se cotiza a US$ 4 al productor. Distinto es la suerte de los ganaderos ovinos que reciben US$ 3 por kilo cuando la tonelada de exportación supera los US$ 5 mil.
Brasil continúa siendo el principal destino, aunque China se ha transformado en un jugador importante también para este tipo de cortes. “El precio ha caído un poco” pero ni cerca de la estrepitosa “caída que (existe) para el productor en Uruguay”.
Vendés unos bichitos, cambias los dólares y te dan tres mangos
García Pintos se quejó por la “falta de competitividad” en el país. Es un problema transversal a todos los productos y “eso nos hace más débiles” frente a la región. Como se ha venido escuchando desde los diferentes actores productivos, también en este caso se reproducen reclamos. Si la energía fuera más barata, los combustibles, los impuestos y hasta el dólar, se le podría dar mayor “competitividad al producto”.
“Es muy difícil olvidarse de los costos de producción”, dijo el productor. Por eso el país produce cero valor agregado. En la industria frigorífica “despostan los animales”, hacen los cortes “pero elaboración cero”. Según García Pintos, la lana está en una situación parecida, sale cruda o a lo sumo con un proceso de hilado “más o menos rústico” y lavado. Lo mismo sucede para la cascara de arroz y los granos que salen rumbo al mercado internacional.
No dejó pasar la oportunidad para enfatizar sobre la mala señal que le deja un dólar tan bajo a todos los rubros productivos. “Todo lo que exporta Uruguay es dólar, al momento de convertirlo te juegan con esas letras de cambio que las compran los grandes y aterrizan el precio” señaló. Agregó que “vendiste unos bichitos y vas a cambiar (ese dólar) y te dan tres mangos”. Por eso es muy común que los industriales que sufren estas situaciones cierren y se inclinen hacia los “mercados importados”.
Para sobrevivir, el productor uruguayo recurre a una “increíble” inventiva para crear cosas nuevas dijo el entrevistado. Destacó que el país puede mostrar “productores de punta” en todos los rubros. En el ovino van a continuar porque es la única posibilidad de desarrollarse con poca área.
Deberían utilizar más los compartimentos ovinos
El productor ganadero lamentó que los compartimentos ovinos sean poco utilizados por la mayoría de los productores. Se trata de una muy buena posibilidad para asegurar la comercialización de sus corderos, a un precio por encima de lo que se paga en el mercado local.
Todos los extremos son perjudiciales. De los 27 millones de cabezas de ovinos que supo producir el país, pasamos a tan solo 6 millones. Igualmente, ese volumen inicial era contraproducente porque se empezaba a ir “contra el recurso campo natural que siente esa sobrecarga”. Pero hay espacio para seguir creciendo y debería ser así.
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