No hay otro tema en los medios de comunicación ni en las redes sociales: el virus, la amenaza de una expansión descontrolada de la epidemia, y los desafíos de poner un freno a la difusión, con medidas que implican cambios mayúsculos en la vida de las personas, de las familias, de las sociedades.
Y, con una mirada realista, digamos que esto recién empieza; estamos al pie de la montaña que tenemos que escalar.
Los mercados cárnicos. La historia reciente
Uruguay, remando con sus cortos remos, con perseverancia, ha conseguido un lugar reconocido en el mundo por la seriedad de su actuación, tanto de los organismos públicos como de las empresas y agentes privados participantes de la actividad.
No obstante, nuestro país ni ningún otro pudo evadir las turbulencias generadas en los mercados por la difusión masiva de la fiebre africana de los cerdos en China. Esta peste obligó a sacrificar decenas de millones de animales y provocó un desabastecimiento de la principal carne de consumo en ese país. La escasez de proteínas que sobrevino en esa plaza, cuyo consumo venía en constante crecimiento, impulsó una sobredemanda por parte de todo tipo de carne en donde fuera que estuviera o pudiera producirse. Los precios respondieron en consecuencia y treparon a niveles insostenibles. En particular, la carne vacuna que exporta Uruguay a China aumentó cerca de 40 % en dólares a lo largo del año pasado. Como era esperable, dado el desajuste que esos precios estaban provocando en los equilibrios macroeconómicos, las autoridades políticas de ese país tomaron una serie de medidas destinadas a bajar de precio de la carne, de todas las carnes. Hacia mediados de diciembre, el mercado chino se derrumbó. En ese escenario, muchas empresas importadoras chinas incumplieron sus contratos o plantearon desde una posición la reliquidación de sus compras a valores inferiores a los originalmente pactados. La violenta reducción de la demanda china, la caída abrupta en los valores, sumada a los incumplimientos señalados, tuvieron gran impacto en las finanzas de los frigoríficos exportadores uruguayos, que ya venían bastante desacomodados desde hacía tiempo.
Todo iba a empeorar: para la industria frigorífica, este año se inició con el mercado desarticulado, los precios de exportación en baja, la demanda débil y numerosos contratiempos por los incumplimientos reseñados. Pero la expectativa era, que una vez digeridos los cuantiosos stocks de carne acumulados en cámaras en China, lo que iba a ocurrir poco después de los festejos del Año Nuevo (año lunar, en el último decanato de enero), se esperaba la reanudación de las compras, dado el faltante estructural de carne para abastecer a la población. Se preveía que la demanda se recuperara, seguramente a valores inferiores a los que habían precedido a la crisis, pero de todas maneras remunerativos.
En los últimos días, China informa haber controlado la epidemia. La demanda empieza a regularizarse y los nuevos negocios se celebran a precios similares a los de un año atrás, muy inferiores a los de los momentos álgidos.
En esa tensa espera estaban los operadores, cuando apareció como una maldición bíblica el coronavirus, ahora llamado COVID-19. Luego de algunas vacilaciones iniciales, frente a la difusión explosiva de la peste, con miles de enfermos y muertos, el gobierno chino establece un régimen de restricciones inimaginable en una sociedad moderna. Más de 60 millones de personas fueron confinadas a sus casas, con la policía en las calles imponiendo la orden contundentemente. En ese estado de cosas, los chinos de todo el país, un quinto de la población mundial, se encerraron, se restringieron las actividades colectivas, la gente, obviamente, dejó de concurrir a restoranes, donde se realiza gran parte del consumo de carne vacuna. No solo se afectaron las actividades sociales: las fábricas se cerraron y millones de personas entraron en cuarentena, todo lo que impactó severamente en el consumo de alimentos de alto valor relativo, como es la carne vacuna en esa sociedad.
Así que, en vez de una recomposición del comercio, lo que ocurrió fue una restricción aún mayor; en lugar de aliviarse los stocks con el retorno del consumo, se acentuó la caída y se postergó la vuelta a la normalidad.
En los últimos días, China informa haber controlado la epidemia y la vida retorna a las megalópolis, con el consiguiente aumento de la actividad laboral, la producción y el consumo de todo tipo de productos. La demanda empieza a regularizarse y los nuevos negocios se celebran a precios similares a los de un año atrás, muy inferiores a los de los momentos álgidos.
El contexto actual
La crisis de demanda por parte de China que caracterizó el último trimestre, se trasladó actualmente a otros mercados de destino de nuestra carne, verbigracia a Europa, siguiendo la ruta de emigración del virus. Esto provoca un impacto no muy diferente a lo que ocurrió con China: los clientes de carne de la UE, generalmente operadores dentro de cuotas valiosas, la gente encerrada, los distribuidores y grandes vendedores no tienen demanda para colocar la carne enfriada, al tiempo que acumularon un stock que saturó las cámaras de frío y no tiene por el momento vías de colocación.
Resultado: para sorpresa de los operadores uruguayos, que tienen una larga relación con los compradores europeos, se encuentran con planteos de reliquidación o cancelación de negocios cerrados, parte de ellos en fase de ejecución.
Este panorama se va complicando cada vez más, con las poblaciones europeas, de un alto nivel de vida y costumbres liberales insólitamente recluidas en sus hogares.
Para peor, el virus cruzó el Atlántico y hoy acosa a todas las Américas. EEUU, que minimizó inicialmente el peligro, ahora adopta medidas de restricción de movimiento de la población, con el consiguiente cierre de comercios y cadenas de venta de carne al público, lo que inevitablemente se traducirá en una reducción significativa, todavía no cuantificable, del consumo total del producto.
Entonces, China vuelve a la cancha, pero Europa, EEUU, seguramente también Israel, y tal vez los países sudamericanos, Brasil y Chile, se cierran o reducirán sus compras.
Sin ánimo de sobreabundar en temas que tienen sus fuentes especializadas, simplemente destacamos el efecto que estas medidas tendrán (ya están teniendo) en la demanda global de carne por parte de nuestros clientes de Occidente y de la región.
La producción: caída de la faena
El impacto de las turbulencias procedentes de China en el comercio se refleja en la caída de la producción de carne industrial. La faena en lo que va del año bajó una cuarta parte en relación al mismo período del año anterior, pero la caída habrá de ser más pronunciada en las próximas semanas.
El primer trimestre de 2020 seguramente será el de menor actividad industrial desde la época de la aftosa, 18 años atrás. Tampoco se avizoran cambios favorables para los meses siguientes, de modo que puede preverse que el ambiente depresivo continúe por un tiempo más, por ahora indefinido, pero no breve.
En los campos, el stock y la sequía
Afortunadamente, el sistema productivo ganadero de base pastoril, pero con seguros alimentarios en base a granos y subproductos agrícolas, permite sostener los animales en los campos, sin tener que salir a venderlos apresuradamente, en momentos en que la demanda por hacienda gorda se retrae.
El stock ganadero se había reducido por la excesiva extracción de años anteriores, lo que sumado a la mayor superficie disponible para el pastoreo por la reducción del área agrícola y sobre todo por la incorporación de la tecnología de suplementación, permite sostener la dotación sin grandes presiones.
No obstante, la sequía sufrida por extensas zonas del país, constituye una amenaza importante, a pesar de algunas lluvias tardías, que no fueron suficientes para salir del problema. Si bien la demanda de los frigoríficos por ganado de embarque está en baja, con precios que caen a pique, los valores de las categorías para el campo se mantienen o ajustan ligeramente a la baja. Los productores están mirando con optimismo el horizonte, más allá de las acechanzas del escenario actual.
El hecho de que haya zonas del país con buena disponibilidad forrajera y que exista un mercado desarrollado, con variadas herramientas para comercializar todo tipo de haciendas, ayuda a sostener las cotizaciones en niveles relativamente altos.
Los precios del ganado gordo y la reposición
En las últimas semanas, el mercado de haciendas gordas se desplomó. Los precios que ofrecen los frigoríficos por los ganados en estos días son del orden del 15 % más bajos que los de hace un mes, y son 30 % menores a los del pico alcanzado hacia noviembre del año pasado.
Sin embargo, el mercado de reposición y cría mantiene un ritmo entonado: los terneros conservan, mal que bien, los altos valores del año pasado, con promedios que se acercan a los US$ 2,50 el kilo en pie.
La zafra de terneros recién empieza, arranca bien, habrá que ver cómo sigue.
La oferta también está en riesgo
Como vimos, la demanda de la carne uruguaya está desacomodada, en transición hacia una nueva realidad: China, cuya retracción fue el principal factor de desajuste, parecería que va a retomar su papel hegemónico, mientras los valiosos mercados de Europa e Israel, así como de la región, y también EEUU y Canadá, entran en cuarentena.
Pero las amenazas no son sólo de demanda. La oferta de carne, la producción local, también camina por la cornisa. La actividad de la industria frigorífica (así como de las fábricas de todos los rubros), implica una gran concentración de gente, que implica tomar medidas que hace todo más complejo y oneroso. Lo mismo puede ocurrir en otras cosechas que tienen lugar en estos tiempos, molinos arroceros, industrias lácteas, packing de cítricos, también de verduras, acopios de granos, y movimiento portuario. El parate puede ser mayor en el caso se imponga una cuarentena general obligatoria, algo que está sobre la mesa de los decisores públicos y puede ser instrumentado si la situación se descontrola.
En síntesis
Estas calamidades nos muestran en toda su dimensión la fragilidad del mundo ante las crisis globales, tanto las sanitarias como las económicas: recordemos la aftosa, y después la Vaca Loca (esta también fue una ominosa zoonosis), que obligaron a una matanza de todos los ganados en Gran Bretaña; y las financieras, como la reciente de las hipotecas subprime y la caída de las grandes corporaciones estadounidenses, que desató una grave crisis económica en el mundo rico; poco más tarde, la gripe aviar, más recientemente la fiebre africana en los cerdos asiáticos, y ahora esto.
Antiguamente, hasta hace apenas un siglo con la “gripe española”, las epidemias se saldaban con millones de muertos. Ahora no es admisible que esto ocurra, pero mientras se encuentra la salida, habrá enormes daños y sufrimientos.
Al final, como todas las epidemias, esta también pasará, pero entretanto el impacto social y económico que tendrá será devastador, y las inevitables secuelas serán dolorosas y de difícil cicatrización.
Se pone a prueba el temple y la fortaleza de las sociedades, esperemos que la nuestra sepa estar a la altura de los desafíos.