No hay carnaval por la pandemia, pero la alegría va por barrios: las aguas mal repartidas que regaron parte del sediento territorio productivo del país en los últimos días, trajeron aire y vida in extremis a algunas empresas y gentes del sector agropecuario. Cuando ya estaban resignados a repetir otra peripecia desastrosa debido a la sequía que se estaba instalando y que cada pocos años se ensaña con el país, se formaron unas tormentas que, arbitrariamente, descargaron aguaceros violentos y bienvenidos, aunque ocasionalmente también se sufrieron algunas ventiscas y fuertes granizadas.
Como está de moda utilizar símiles futboleros, digamos que hubo un empate en los descuentos, que forzó un alargue cuando todo parecía perdido.
El agua no benefició a todo el mundo y mucho menos significa que se haya superado la seca, pero al cambiar el panorama para algunos, mantiene animados los mercados: si hay que vender un ganado porque se acabó el pasto y el agua, va a haber alguien de otra zona que quiera y pueda comprarlo.
La falta de agua ya provocó daños en varios rubros; en la ganadería, aparte de las bajas y distorsiones en los valores, el déficit prolongado a lo largo del año y acentuado en esta primavera va a repercutir en el procreo y en las categorías en desarrollo; en cualquier hipótesis, afectará la caja de los establecimientos. Obviamente que todo puede ser peor, así que este episodio de lluvia, por lo menos refresca el ánimo.
Instantáneas y tendencias
En el último trimestre del año en curso el comportamiento del mercado cárnico y de haciendas muestra algunos cambios de significación respecto a lo que venía ocurriendo en los meses anteriores. Las mayores diferencias se aprecian al comparar con lo que ocurría en el mismo período del año anterior, que en realidad fue un año totalmente inusual.
Veamos algunos datos significativos de la realidad actual.
Repunta la faena. Hasta fines de setiembre, la faena de este año fue la más baja en muchos años, y sostenidamente mostraba una caída del orden del 15 – 16% respecto al año anterior. Las proyecciones que se realizaban hasta ese momento estimaban que no se iba a llegar a las 2 millones de reses procesadas en todo el 2020, el guarismo más bajo en muchos años. Sin embargo, a partir de octubre el ritmo de extracción se ha acelerado y en las últimas semanas alcanza un volumen importante, muy por encima de lo que venía sucediendo y también de los registros de la misma etapa del año anterior. Es más que probable que efectivamente se alcance y se supere la cifra de las 2 millones de cabezas faenadas en el año calendario. La oferta de hacienda a frigorífico ha sido impulsada por la seca, y sobre todo la amenaza de su profundización; el pronóstico climático temporal pesimista delinea un escenario en el que no es recomendable retener hacienda en fase de terminación –con altos requerimientos de forraje de calidad-, y los ganados que se pueden embarcar, con distinto grado de gordura pero sin duda inferior al óptimo, salen apresuradamente a la venta. Las recientes lluvias podrían haber moderado ese empuje, pero eso se verá en los próximos días.
Baja de precios. Como un fenómeno asociado en buena medida a lo anterior, el precio de la hacienda gorda continuó bajando, lo que repercute en el precio de todas las categorías de ganado para el campo. La industria frigorífica, que venía a la defensiva desde hace tiempo, recupera el dominio del mercado e impone sus condiciones, regulando las compras y pasando precios cada vez menores. Por los novillos gordos de pasto la industria ofrece valores en torno a los US$ 2,85 el kilo en 4ª balanza a levantar, con 45 días para el pago, lo que equivale a una baja de 20% respecto a los valores de hace 4 meses y de 35% en relación a iguales fechas del año anterior.
Sube el ganado en Brasil. En la región, convulsionada por turbulencias de todo tipo, lo más destacable es la abrupta valorización de los ganados brasileros, fenómeno que tiene varias consecuencias para nuestro país. La fuerte demanda china, sumada a una cierta valorización de la moneda local, llevó el precio del ganado de faena a niveles del entorno de los US$ 3,50 el kilo de carne en gancho, valores a los que los ganaderos uruguayos accedían hasta hace unos meses, pero que ahora los ven muy lejanos. También Argentina y Paraguay tenían precios de la hacienda muy inferiores a los nuestros desde hacía tiempo, pero ahora están más o menos equiparados, incluso un poco por encima. En Brasil, al subir tanto los ganados, también sube la carne para el consumidor local, lo que llevaría a una disminución de la demanda y liberaría volúmenes importantes para la exportación. Pero a la vez, con los precios actuales del ganado, la carne brasilera ofrecida en China, fundamentalmente (Brasil vende mucho en el Oriente Medio, donde Uruguay tiene muy escasa presencia actualmente), deja de ser tan barata y competitiva frente a la nuestra, como lo era hasta ahora.
Importación se modera. La otra consecuencia de relevancia para nosotros, es que las importaciones de carne brasilera, que alcanzaron volúmenes muy significativos en el último año y medio, se reducen fuertemente o directamente se interrumpen. No quiere decir necesariamente que la reducción sea aprovechada por los abastecedores locales en volúmenes equivalentes sino que en parte fue sustituida por el aumento de las compras en Paraguay, que mantiene una diferencia de precios con nuestra plaza. La importación de carne vacuna pasó de tener una mínima significación a adquirir un volumen cuantioso en estos dos últimos años, como se aprecia en la gráfica adjunta. En dólares, en 2019 la importación alcanzó los US$ 120 millones y hasta octubre del corriente iban US$ 109 millones, pero el ritmo viene disminuyendo. El producto cárnico en el que la importación cumple un papel decisivo es en la carne y grasa de cerdo, que compite con la carne vacuna en la mesa del consumidor, pero ese será tema para profundizar en otra ocasión.
Consumo y exportación. El mercado interno de carne vacuna absorbe, en estas condiciones en las que se importan alrededor de 30 mil t de carne desosada –equivalente a unas 42 mil t de carne equivalente canal-, apenas 1/5 de la producción industrial, el resto, el 80% aproximadamente, se exporta. Así que es el mercado externo el que determina el resultado de la operativa, y si bien hay problemas en algunos destinos importantes, fundamentalmente la UE, adonde se dirigen los cortes más valiosos, en el marco de las cuotas, la fortaleza de la demanda china compensa en gran medida la debilidad de todos los otros compradores. El promedio de la carne exportada por Uruguay en el año es de cerca de US$ 3.800 la t c, apenas 0,7% menor que la del año pasado a esta misma altura. Sin embargo, esta brecha aumentará en lo que queda del ejercicio porque es precisamente en este tramo en el que en 2019 se alcanzaron los precios máximos, alrededor de un 13% superiores a los de la misma etapa de este año.
Importación de carne bovina, en toneladas
Granos al alza
Soja. Los precios de los granos trepan a niveles imprevistos. Por distintas razones, entre ellas los pronósticos de sequía para la zona Mercosur, la soja tuvo un movimiento vertiginoso al alza en el mercado de Chicago, que la llevó de un mínimo en agosto de US$ 310 la tonelada a valores del entorno de US$ 438 para todas las posiciones (disponible y futura), en el cierre de la semana pasada, a fines de noviembre. Una suba de más de 40% entre los picos, y de más de 30% en los promedios mensuales entre agosto y noviembre, da cuenta de la gran volatilidad de estos commodities (no solo subió la soja) en un mercado globalizado e inestable. Para muchos productores uruguayos, la gran frustración es no poder sembrar por la seca y tener que vencer la tentación de hacerlo para aspirar a capturar los precios: llueve sopa y nosotros con un tenedor, sería el dicho popular que ilustra el momento.
Cebada. La suba de precios, que también se da en los granos de invierno, favorece oportunamente a quienes sembraron trigo y cebada, que lograron voluminosas cosechas en esta zafra, probablemente con rendimientos récord, y desde octubre para acá registran subas del 10 al 15% en sus cotizaciones. La cebada, que prácticamente está finalizando la cosecha, tiene precios referenciados al trigo en Chicago, subió en el último mes largo de los US$ 190 o 200 por t, a US$ 220 en estos momentos. Y un dato no menor: la cebada forrajera, que representa alrededor del 10% del área de siembra, y es el destino de aquellos granos que no llegan a la calidad cervecera por falta de proteína o por insuficiente calibre del grano, obtiene US$ 190 por t, un valor más que remunerador para este producto.
El trigo, por su parte, pasó de US$ 185 la t hace un mes a US$ 220 en la actualidad, y también está dando volúmenes importantes en la cosecha, que a esta altura ronda el 50% del total sembrado, también con rendimientos récord.
Raciones más caras. Los beneficios no son para todos, siempre hay contracaras: los altos precios de los granos se trasmiten a las raciones para los animales, los vacunos de leche y carne, y sobre todo los cerdos y las aves, pollos y gallinas ponedoras. Los costos de alimentación en estas últimas especies y en los sistemas intensivos de carne representan por lejos el rubro más oneroso de los costos totales, que se verán incrementados inevitablemente. Los nuevos negocios y sistemas productivos implican necesariamente el uso de suplementos – y más en un año en faltan pasturas -; en el margen, el volumen de su utilización arbitrará con el precio de la carne y del ganado, que no tienen malas perspectivas, una vez que se despeje la coyuntura climática adversa.
De todos modos, en el balance, este repunte de precios es muy buena noticia para los castigados agricultores y para el país todo: el ingreso de los agricultores, que se derrama sobre muchos sectores de la actividad económica, tendrá un aumento importante e imprevisto que contribuirá a mitigar una situación general muy afectada.
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