Es fundamental controlar el maíz guacho, donde el insecto encuentra un huésped adecuado a su preferencia.
En Uruguay el cultivo del maíz se enfrenta a un nuevo desafío: la chicharrita del maíz, una plaga que no es desconocida en Uruguay, pero novedosa sí por la cantidad y el daño que causó, como el que puede causar en las próximas zafras si no se toman las medidas adecuadas por parte de los productores.
La chicharrita es el insecto que transmite los patógenes del achaparramiento, es el vector de cuatro patógenos, dos bacterias y dos virus.
La licenciada en Biología y doctora en Entomología en cultivos Ximena Cibils dijo a La Mañana que, efectivamente, “la chicharrita del maíz ha estado en el país desde hace muchos años, pero es la primera vez que se detecta tanta cantidad en su población y tanta incidencia de enfermedad. Nosotros sabíamos que el vector estaba en Uruguay, pero nunca había causado las problemáticas que causó el año pasado”.
Sobre qué fue lo que cambió para que una plaga de poca incidencia hasta la zafra anterior, en la pasada multiplicara su capacidad de hacer daño, la científica explicó: “El invierno pasado fue muy cálido y eso hizo que hubiera explosiones poblacionales del insecto en el norte de Argentina, donde siempre fue un problema, pero esta vez las poblaciones bajaron del norte al sur y llegaron a Uruguay, donde se expandieron”.
En el caso de nuestro país, “no solo tuvimos un clima cálido durante el año pasado, sino que también se dio un escalonamiento del maíz. O sea que el maíz se sembró tarde en toda la región y escalonado, con muchas fechas de siembra, y eso hizo que la chicharrita siempre tuviera a su disposición plantas de maíz en las etapas iniciales, que es lo que el insecto prefiere y es lo que lo multiplica mejor, además de que en ese período los patógenos causan más daño al cultivo”.
“Por lo tanto, fue una conjunción de factores: básicamente el invierno cálido y la ventana de siembra de maíz que siempre estuvo disponible en la región, lo que hizo que la problemática fuera cada vez mayor y viéramos el daño que normalmente no se veía en las zafras pasadas”.
Por otro lado, “el maíz sembrado temprano, o de primera, no tiene tanto riesgo porque las temperaturas que se registran cuando se siembra, no son propicias para la plaga y se reduce la problemática. En cambio, en el maíz de segunda y en fechas tardías el riesgo es mayor” por las características del insecto y porque las temperaturas del ambiente son más propicias.
El maíz de primera se siembra en setiembre/octubre, y el de segunda en noviembre, pero “el año pasado hubo siembras hasta enero. Como se recordará, hubo muchas lluvias en los primeros días de diciembre que postergaron las siembras, trasladándolas a un período más propicio para la multiplicación de la plaga”.
Evitar el maíz guacho
La chicharrita es un insecto monófago del maíz, que puede usar “otras plantas, gramíneas, trigo, cebada, para sobrevivir, pero necesita el maíz para multiplicarse. Por lo tanto, una de las cosas que se pueden hacer antes de la siembra del maíz es evitar que haya plantas de maíz guacho”, que es aquel que “se escapa de la siembra y crece en un momento no propicio para el cultivo, pero sobrevive en el campo”. Esas plantas de maíz guacho “son un reservorio, un huésped adecuado para la plaga que se multiplica, además de ser huéspedes de los patógenos”.
“Si la chicharrita sobrevive al invierno con esos patógenos en su intestino, puede transmitirlos a cualquier planta del maíz. Por tanto, las plantas de maíz guacho que perduran más allá de la cosecha, resultan ser un reservorio de la enfermedad en sí. Hay que tratar ese maíz guacho para evitar la multiplicación de la plaga y que la enfermedad siga estando disponible”, enfatizó.
El control del maíz guacho es importante, porque “cuando la planta contrae algún patógeno del achaparramiento al inicio del cultivo, puede llegar a causar el cien por ciento de mermas en el rendimiento”.
“También sabemos que en el norte hubo mucho más daño que en el sur del país, como que el río Negro frenó el daño del cultivo, pero no tenemos los datos sobre las mermas en el rendimiento causado por la enfermedad”, añadió.
Consultada si esa variación al sur y al norte se explica por la temperatura o si el río Negro es una barrera natural al movimiento del insecto, la Lic. Cibils dijo que “ese es un tema que está en análisis y en búsqueda de una respuesta”.
En el proceso de investigación para entender en profundidad la lógica de la chicharrita, los científicos de INIA están trabajando en “hacer una red de monitoreo en colaboración con empresas, para poder seguir la biología de la plaga en todo el país y durante todo el año”. El objetivo es “entender un poco más a la plaga y ayudar a los productores y técnicos para el manejo de la enfermedad”.
Por el momento “sabemos que las chicharritas que sobrevivan al invierno seguramente tendrán en el intestino los patógenos del achaparramiento, por lo tanto, en la próxima zafra tenemos que ser mucho más cautelosos”.
Tal como se explicó, el riesgo más grande es en el maíz de segunda, y por eso esperamos que el productor, si opta por este cultivo, sea consciente del riesgo del daño. Para eso INIA elaboró una cartilla que trata de promulgar la forma en que los productores deberían recorrer el maíz, sobre todo en las etapas iniciales”. El material indica, una vez sembrado el maíz, “cómo recorrer la chacra y los umbrales que debe utilizar para aplicar insecticidas en ese período más sensible para el achaparramiento”.
Medidas culturales
Cibils también se refirió a las “medidas culturales” que deben tomarse, entendiendo por ellas “el manejo del maíz guacho para evitar las poblaciones, el seguimiento de la plaga, que el productor con sus vecinos defina fechas de siembra para evitar que el insecto tenga una ventana tan grande para poder comer maíz en el estado que él prefiere”.
Otra medida es el “uso de cultivos alternativos, como el sorgo, pero eso ya es una decisión del establecimiento” que puede obedecer a otro tipo de cosas.
“La tercera medida cultural es el uso de híbridos en la siembra, algo que las empresas ya saben porque traen semillas de otros países y tienen el entendimiento de qué híbrido tiene mejor genética al achaparramiento. Y si vamos a sembrar maíz de segunda y vemos que las poblaciones de la chicharrita son altas, se pueden elegir híbridos con mejor comportamiento”.
En la región
Otro aspecto que aún “no se tiene definido es si la chicharrita vino para quedarse”.
Cibils recordó que “históricamente la problemática ha sido en zonas más tropicales, pero esta zafra que viene y las próximas debemos ser cautelosos, y estratégicamente pensar que va a estar para poder evitar consecuencias graves de la problemática”.
En Brasil o el norte de Argentina el problema ya está instaurado, y lo que se hace allí es aplicar las medidas culturales. Además, a medida que se convive con la plaga se generan más y más híbridos con tolerancia, y eso facilita la elección de esa genética; también se actúa mucho con el insecticida”.
Las aplicaciones de insecticidas tienen “el problema es que la plaga es muy chiquita, se mueve mucho y vuela, entonces su uso es medio errático, pero en un conjunto de medidas la aplicación es solo una pata más en un programa más amplio y se logran resultados”.
Hay zonas de Brasil que ya saben, “según la cantidad de chicharritas que capturan en trampas amarillas previas, si al momento de sembrar deben elegir algún cultivo alternativo o no”.
La profesional espera que “la red de monitoreo o la información que se va a ir generando en Uruguay durante las próximas zafras nos puedan apoyar y dar entendimiento en el tema para que los productores cuenten con esa capacidad de elección por los conocimientos generados localmente”.
Sobre los híbridos aclaró que algunos se comportan bien, pero “son de zonas más cálidas y por un tema de clima no son aptos para nuestra región, por lo que van a producir, pero no con el mejor potencial ni la planta se va a desarrollar de la mejor forma. Las investigaciones que se desarrollen de acá a lo largo de los años van a permitir sumar información sobre los híbridos que mejor se comportan en el medio local”.
Precisó que un híbrido tolerante “no necesariamente se genera por biotecnología, sino que puede ser la propia genética que hace que la planta responda mejor”.
La licenciada Ximena Cibils dijo que en INIA, sobre todo en Entomología en cultivos, se sigue trabajando con el pulgón del sorgo, una plaga para la cual cada vez hay más híbridos tolerantes; también se estudia la lagarta en soja, entre otras plagas. “Intentamos apuntar a las problemáticas emergentes y también a las que siempre están, como la chinche en soja, la lagarta en soja, lagarta en maíz, y así podríamos seguir mencionándolas”. Ahora “la problemática emergente importante a la que debemos responder es la chicharrita en el maíz”.
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