Para pobladores de localidades pequeñas del interior del país, los caballos son un elemento aglutinador de la cultura ya sea en carreras, domas o demás eventos. Este animal significa unidad y tradición, y en el caso de Rincón de Ramírez, mantiene viva a una población de dos mil habitantes que, a su vez, crece por la actividad agropecuaria de la zona.
Rincón de Ramírez es una localidad que se encuentra en la tercera sección del departamento de Treinta y Tres. Se trata de un poblado en el que viven unas dos mil personas, y que crece gracias a la actividad agropecuaria de la zona. El número de pobladores fluctúa, ya que en tiempos de zafra se van para la arrocera y durante el invierno regresan debido a las licencias y seguros de paro.
Es un pueblo que crece paulatinamente en tanto se despuebla la campaña, ya que cada vez hay más personas que trabajan en la agroindustria. Esto lo comentó el edil de Treinta y Tres por Cabildo Abierto Pablo Manini Ríos, en entrevista con La Mañana. El diálogo con el representante de Rincón de Ramírez se dio en el marco de una carrera de caballos organizada por José Luis Acosta.
Estas carreras de caballos suelen organizarse a beneficio del poblado o de familias del lugar, tanto para el desarrollo de la zona como para dar apoyo a quienes lo necesiten. Se trata de actividades que no son deportivas, sino de camaradería y corren personas que no viven de los caballos, son trabajadores rurales que lo hacen por diversión y para colaborar.
En el caso de esta carrera, específicamente, no se realizó a beneficio, sino para rendir homenaje al edil Manini Ríos y reconocer su labor por y para el poblado Rincón. En instancias como estas se genera gran movilidad de personas de zonas cercanas que visitan el lugar junto a su familia, amigos y trabajadores.
Los motivos de las carreras son una excusa para mantener la tradición, que a su vez genera la unión entre poblados, pues se juntan para disfrutar y ayudan a que no se pierda la comunión entre las personas y los animales tan significativos para la ruralidad uruguaya.
Pablo Manini Ríos reside en Rincón desde los diecisiete años, su bisabuelo fue quien compró la estancia La Miní antes de que se creara el departamento de Treinta y Tres. “Nosotros somos la cuarta generación que pisa este suelo, pero tengo el orgullo de decir que por la rama Manini, la séptima generación está acá”, comentó el edil. Y resaltó: “Somos los decanos productores de la zona”.
La familia Manini por la parte Rodríguez (materna) llegó a las tierras de Rincón en abril de 1884 y en setiembre de ese año se creó el departamento de Treinta y Tres.
El edil dijo que el arroz ha servido para colonizar y que antes se trataba de un rincón inhóspito, que solo se entraba a caballo o carro. Hoy, al abrigo de las arroceras y el calor de la agroindustria, se cuenta con luz eléctrica, escuelas, la seccional más grande del país y caminería. “Pero Rincón va a más, no se queda en esto. Los mismos arroceros trabajan en la ganadería intensiva. La soja también ocupa un lugar importante como rotación de cultivo, así como el sorgo”, dijo Manini Ríos.
Competencia sana
Respecto a la carrera, Manini Ríos explicó que para este evento se debía estar a la altura de las circunstancias, ya que acompañaron personas de todo el norte de Lavalleja, Rocha y Cerro Largo, así como población de Rincón: “Participaron muchos más de los que esperábamos, fue una fiesta preciosa”, aseguró.
En ese sentido, comentó que llegaron caballos de prestigio junto a sus dueños, personas también prestigiosas y de trabajo, “que no viven del juego sino de su trabajo, pero se divierten, y esto sirvió para unir a los pueblos de la zona, como Cebollatí, Velázquez, Varela”.
El edil expresó que la carrera fue una competencia sana, de gente de trabajo, y terminó de la mejor manera que se podía esperar: “Estamos agradecidos por poner nuestro nombre como premio de la carrera. La política es servicio y nosotros somos servidores de la sociedad, del vecino, y tenemos que luchar por ellos, el mundo debe ser solidario e integrarse para resolver los problemas”.
Manini Ríos reflexionó que para ayudar a los demás es preciso tener vocación de servicio, “sobre todo no darle el pescado al que precisa la ayuda, si no, como dice la Biblia, dar la caña y enseñar a pescar, dar trabajo para que pueda ganarse lo que se necesita”. En esa misma línea, expresó que el premio por el ocio tiene como consecuencia la adicción. “Vemos muchachos que vieron a su abuelo hacerse el primer mate a las once de la mañana, se acostumbraron a eso. Debemos luchar para que esa gente tenga ganas de trabajar, al mismo tiempo solucionar el tema de que el BPS integre empresas familiares. No se trata de buscar subsidios, si no de que haya más gente trabajando”.
La tradición está asegurada
Wilson Corcho Jiménez fue el ganador del premio Pablo Manini Ríos. Es de Lavalleja, un cuidador apasionado por los caballos, que cuando tiene la oportunidad económica se anota para correr. Su esposa es maestra, en fiestas de las instituciones se hacen actividades de recaudación en las que se realizan carreras. En todas participa Jiménez con el fin de ayudar.
Se crio en el campo junto a sus padres y once hermanos, con los que vivía en dieciocho hectáreas en la sexta sección de Treinta y Tres. Ahora vive en Varela y llegó a Rincón para la carrera. “Nos dieron lugar para quedarnos en la policlínica, con todo el equipo somos unos veinte y cuando tenemos una carrera compartimos entre todos: asados, farreamos, todo en familia”, indicó a La Mañana.
Jiménez trabaja haciendo fletes de ganado en un camión, no vive de las carreras, sino que le sirven para quitarse el estrés e integrarse. “Los caballos son los que sacan adelante estas actividades”, aseguró el corredor que hace tres años que corre con el mismo animal. “Lo troteo con una piola, Pablo vio cómo lo alimento y lo cuido. Con este caballo llevo cuatro carreras”, agregó.
“No tengo plata para ir a la playa a bañarme, pero sí para divertirme en una carrera. Son gustos, y Uruguay tiene lugares lindísimos para hacer actividades como esta. Cuando voy a las escuelas noto que los niños están sumándose. La tradición está asegurada y será siempre así. En los desfiles gauchos hay cada vez más juventud”, informó.
Homenaje a Dulcelina
Dulcelina Sosa tiene ochenta años y hace 47 vive en Rincón. Es una exenfermera reconocida por su labor y por ser una de las principales residentes de la zona. En 2009 se le hizo un homenaje en la fiesta de Rincón que se festeja cada 18 de noviembre, participó la banda del batallón y se descubrió una placa en una de las salas de la policlínica que lleva su nombre.
Se le reconoció su labor como abnegada enfermera. Según cuentan, no tenía horario, trabajaba a cualquier hora, iba a atender a pie, a caballo o bicicleta. “Iba y daba una inyección a quien lo necesitara, cubría el trabajo que hoy cubren tres enfermeras”, detalló el edil de Cabildo Abierto. “Ella tuvo una labor muy importante cuando se puso el agua en Rincón, fueron los vecinos quienes hicieron las zanjas y pusieron caños. Luego pasó a OSE. Dulcelina fue una de las grandes trabajadoras en eso, tenía juventud y fuerza e impulso de trabajo. Para mí fue de las personas con más destaque en esta localidad”, agregó.
En primera persona
“El 18 de marzo de 1975 vine para Rincón para trabajar en la policlínica, yo vivía ahí adentro, eran tres piezas chiquitas, no como ahora. Los jueves el doctor me dejaba las instrucciones para que supiera cómo seguir con los pacientes. Yo era la encargada de ir a buscar los remedios a Vergara porque acá no había”, relató Dulcelina a La Mañana.
La exenfermera contó que a su llegada el agua era de pozo y aljibe. La policlínica no tenía agua, ella la cargaba desde la estación, y para tomar y cocinar cargaba del aljibe de la Escuela 61 que me quedaba al lado. Luz tampoco había, ella usaba una lamparita de querosén, luego una lámpara Aladino y cocinaba con primus.
“Ahora ha progresado mucho, las viviendas que se hicieron con los cinco planes de Mevir le dieron vida al pueblo. Las primeras casas tienen 36 años, yo vivo allí en las primeras. Para construirlas me ayudaron lo vecinos con horas de trabajo”, relató Sosa. Aseguró que hoy hay muchos adelantos como los caminos y las calles. Dijo que la zona de arrozales es todo y lo que mantiene a la zona económicamente. “Cuando llegué eran muy poquitos arrozales, y ahora también hay más industrias y gente nueva, y por ese mismo motivo hay más viviendas”.
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