No se discute el aumento, pero cuestionan que supera lo previsto y se da en un momento de crisis. Es falta de sensibilidad y un mal mensaje que se le da al productor familiar.
“Los colonos no esperábamos que la renta subiera 25%”, dijo Carlos Pintos Silveira del paraje Cerro del Ombú al sur de Tacuarembó. Similar sentimiento expresó Walter Bandera de la colonia Wilson Ferreira Aldunate ubicada en Cerro Largo sobre el límite con Rivera: “A nosotros nos deja muy incómodos que no estamos siendo tenidos en cuenta, te meten esos verticalazos y no les interesa si tenés o no rentabilidad, si tenés o no la plata”, comentó.
El aumento de la renta que pagan al Instituto Nacional de Colonización tomó por sorpresa a los colonos de todo el país. La Mesa Departamental de Colonos de Tacuarembó emitió a mediados de noviembre un comunicado expresando “su más profunda preocupación por los aumentos en la renta del 20%, 25%” y cuestionó que se decidiera de forma imprevista “sin previo aviso” a pocos días del vencimiento en una situación de dificultades climáticas que afecta a toda la producción, “con ganados que quedan sin vender, o se venden a precios de conserva, con bajas en todas las categorías” y la lana “durmiendo en los galpones”.
Carlos Pintos de la colonia Cerro del Ombú al sur de Tacuarembó dijo que “los colonos no esperábamos una suba del 25%. Es cierto que no se corrigió el año pasado pero nunca nadie imaginó que sería del 25% teniendo en cuenta la situación de precios y los gastos que tiene el productor que debe comprar forraje para salvar su único capital que es su ganado”, y si éste muere “desaparecemos”.
“No solo no esperábamos que aumentara tanto sino que nos avisan apenas 30 días antes” del vencimiento, cuestionó.
Consultado sobre los costos que deben pagar los colonos dijo que además de la renta se hacen aportes “al Banco de Previsión Social, cuando vamos a vender un ternerito tenemos que ir a la Intendencia y nos sale casi 200 pesos una guía que se hacen en una impresora, muchas veces tenemos que pagar por intermediación un 3% más, también el 1% municipal por venta de semovientes”, más “los insumos de producción que han subido aunque esos incrementos muchas veces no se tomen en cuenta. Con lo que nos queda tenemos que vivir y ni hablemos si tiene un hijo estudiando”.
Aseguró que los colonos no discuten el aumento, “pero en este momento es falta de sensibilidad y un mal mensaje que se le da a un productor familiar que la viene peleando. No nos sentimos bien con esta suba que se da a pesar de la situación actual” y en un porcentaje que supera lo previsto. “Los productores prevemos con anticipación la renta, no nos gusta endeudarnos, pero se había previsto un 10 o 12% y se tenía la plata, pero esto desequilibra a cualquier productor chico”.
Desde la colonia Wilson Ferreira, Walter Bandera se expresó en forma similar que su colega. “A nosotros nos deja muy incómodos que no estamos siendo tenidos en cuenta, te meten esos verticalazos y no les interesa si tenés o no rentabilidad, si tenés o no la plata. Y hay que seguir con la producción y la inversión en alambre, en aguada, hay un montón de mejoras que hacer, con planificación, porque el colono lo primero que cuida es la tierra porque no es un pasaje momentáneo ni es un capital golondrina, el colono planifica su forma de vida, su estadía y mira hacia el futuro donde están sus hijos y sus nietos”.
Consultado sobre cómo les explicaron el incremento de la renta, Bandera dijo que la explicación que recibieron fue “lo que salió en la prensa: que como no se había aumentado en otro momento, nos aumentan ahora”.
Pero “ahora es que sufrimos las consecuencias de la sequía anterior y tenemos otra vez meses sin agua, y tenemos un aumento en las rentas que si no se paga empiezan a correr los intereses. No se tiene en cuenta la baja del precio de los ganados ni lo que ha mermado la producción en sí por el tema climático”, lamentó.
El precio del ganado “no es una buena señal para el mercado”
Pintos dijo que su producción es ganadera, Bandera ganadera y lechera.
“Las ovejas son un complemento de negocios, además es un animal que prepara campos, los afina” y ayuda al productor chico que “no siempre tiene la maquinaria y si la va a alquilar es caro, entonces nosotros también usamos la oveja como herramienta”, dijo Pintos.
En esta zona, sur de Tacuarembó, como ha ocurrido en gran parte del país, “venimos con un déficit hídrico desde el otoño, los campos se pelaron entrando en invierno con poco forraje. Eso nos llevó a que muchos tuviéramos que racionar ganado, yo racioné cien y pico de reses, gasté mucha plata, y tuve que invertir para que el ganado pase el invierno, apostando a que con una primavera buena los ganados mejoraran, y si los ganados mejoran tienen mejor precio de colocación”.
Pero no hubo tal mejora y el precio del ganado ha bajo fuertemente. “Los frigoríficos tienen una sobreoferta y pagan precios de lo que vale la conserva, la manufactura”, y como si fuera poco “dan la entrada para 20 o 30 días, al mismo tiempo el productor chico financia estas industrias multinacionales porque le compran los ganados a 45 días. Entonces, tras que nos pagan lo que quieren, nos dan entrada cuando quieren, pesan en balanza ellos porque no nos compran el ganado en el peso de establecimiento, van a encierro, los rendimientos son a cuenta de ellos, la grasa no pagan, las achuras no pagan, el cuero no pagan y solo con eso pagan al trabajador de ellos. Y con todo eso tenemos que cobrar un cheque a 45 días mínimo”, describió.
Pintos reconoció que “son las reglas de juego”, sin embargo dijo que debe “quedar en claro que la industria está haciendo mucha plata porque basta ver los precios de colocación de la carne uruguaya que no ha bajado, pero “nos ofertan US$ 2,60 o US$ 2,50 por la mejores vacas y US$ 2,80 los mejores novillos con toda esa circunstancia: 45 días para pagar y entrada a 20 días que no sabemos a cuánto va a estar, porque puede estar a menos”.
Si los precios no son buenos no habría que vender, “lo que pasa es que la gente tiene necesidad de hacer caja, viene fin de año, vienen vencimientos de rentas, en enero viene el vencimiento de BPS, la gente tiene que hacer caja, ellos lo saben y están haciendo gárgaras con todos los productores”, opinó.
Toda esa situación “es una injusticia” y “no es una buena señal para el mercado porque estamos en una cadena: el criador, el invernador, y la industria. La industria corrige el precio al invernador, el invernador corrige al criador de tal forma que si cobra 300 dólares menos nos va a corregir 300 dólares menos en la compra de los terneros y las vacas de invernada a nosotros. El chico, el criador, que es productor familiar, tiene que corregir para la barriga y el bolsillo, eso es una tremenda injusticia. Si somos tres eslabones en una cadena, todos tendríamos que ser rentable”, reclamó.
“Deprime malvender el ganado” y a “precios de ruina”
Bandera señaló que los productores están “malvendiendo” a “precios de ruina” y “eso deprime”: Hay colonos a los que “les llegó la fecha de pago y tuvieron que salir a vender a pesar de los malos precios, eso deprime porque con los precios que tenemos hoy no se saca lo que se invierte. Pasa que cuando hay un compromiso de pago se tiene que malvender. No todos los casos son iguales, hay quien puede esperar un poco más, pero también se suma el tema de la sequía y la gente está malvendiendo porque los precios que tenemos hoy son precios de ruina que condenan al productor”.
Asimismo advirtió que eso tampoco es bueno para la industria, porque “si nos ponemos a pensar que si al productor no le va bien y no tiene materia prima, ¿cómo le va a ir a la industria? Hoy el sistema productivo está pagando muy cara la factura, pero un día esa factura va a ser devuelta”, reflexionó.
“El tambo genera cultura de trabajo”
Respecto a la lechería, producción a la que también se dedica, Bandera dijo que a Uruguay “no le debería estar pasando lo que pasa” con el cierre de tambos y tantos productores que han dejado de producir.
“El tambo genera cultura de trabajo porque enseña muchas cosas, y si perdemos esa cultura como la estamos perdiendo, sólo hace que se ensanchen los cinturones de pobreza en las ciudades y eso tiene consecuencias negativas para toda la sociedad”, comentó, y añadió que “eso que nos pasó con el tambo, con la lechería nacional, tenemos que verlo y aprender para que no nos pase con otros rubros”.
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