El presidente de ACA, Alfredo Lago culpó al atraso cambiario y a los altos costos del país como los grandes responsables de esta situación. El “desmantelamiento” de la actividad industrial “atenta contra la pérdida de trabajo de calidad y la capacidad de generar empleo”. Destacó también que el sector productivo posee “una eficiencia casi insuperable” en términos de productividad, calidad e inocuidad.
La producción uruguaya se encuentra en una situación muy difícil, y sectores como el arroz que históricamente mantuvieron lazos muy fuertes con la industria se han visto afectados. De hecho, es cada vez más frecuente tener industrias con capacidad ociosa, siendo que hasta hace pocos años estas mismas mostraban una intensa actividad. La lógica del sector arrocero consistía en que el productor entregaba su zafra a la industria que la comercializaba como producto. Pero actualmente, según refieren los productores locales, por causa de los costos del país, está siendo más rentable exportar el grano de arroz con cáscara para que sea industrializado en otro país.
La estructura de costos de Uruguay hace que las industrias locales que procesan arroz estén entre 25% y 30% más caras que en otras partes del mundo. Para Alfredo Lago, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) la solución que se está encontrando es venderle arroz con cáscara al mundo “que procesan ese arroz más barato que aquí”. Para el productor es más redituable vender ese arroz que va directamente a exportación porque los incrementos de costos que ofrece Uruguay “van en desmedro del ingreso del productor”.
Atraso cambiario y altas tarifas
“Hoy estamos viendo (…) plantas industriales ociosas porque el año pasado un 30% del arroz se vendió” directamente sin industrializar y “este año seguramente la cantidad sea mayor”. Lago señaló que “las industrias están tomando las medidas de recaudo” desestructurando las instalaciones de elaboración y “buscando maximizar también el negocio e ingresando en el de la venta de cáscara”.
Esta historia tuvo su antecedente en 2018 cuando el sector industrial fue afectado por un menor volumen de producción debido a la caída en el área total. La paradoja es que en esta oportunidad no solo el volumen no cayó como en esa oportunidad sino que “esta última zafra fue la que más volumen total de arroz generó”.
Lago puso como ejemplo al atraso cambiario y en segundo lugar a las tarifas públicas como los grandes responsables de la “competitividad amenazada” del país. Mientras la lógica siempre fue la de darle valor agregado a las materias primas, el productor arrocero lamentó que esas causas obliguen al Uruguay a quitarle esta posibilidad a su producción. Explicó que el sector está buscando salvar esta situación de pérdida de competitividad a través de ventas más directas desde la chacra hacia el exterior.
Responsabilizó al gobierno
Lejos quedaron los modelos históricos donde “no se dejaba salir ni un kilo de arroz sin procesar desde la frontera uruguaya” señaló Lago. Sostuvo que los procesos industriales serán cada vez más pequeños donde las empresas apuntarán a nichos de mercados que puedan solventar ese incremento de costos que tiene el país. En este segmento se encuentran el arroz integral y parbolizado con buena penetración en Europa. Para Lago se puede pensar en un escenario de futuro inmediato de 50% de arroz comercializado en el exterior sin ningún proceso industrial y el resto con un proceso de mucha menor intensidad.
Mientras tanto Venezuela, México y los países centroamericanos son quienes compran arroz cáscara para industrializar. Se trata de sociedades con alto consumo per cápita de arroz como Panamá con 90 kilos por año mientras Uruguay consume per cápita entre 12 y 14 kilos. Son países cuyas estructuras de costos y niveles de consumo les permite considerar este tipo de negocios.
Para Lago los grandes responsables de estas situaciones que afectan a la industria local son los jerarcas de gobierno y el sistema político “que no lo quieren ni siquiera entender” y que la deja condenada al desmantelamiento. Este escenario auspicia la pérdida de trabajo de calidad porque son “las industrias las que tiene la capacidad de generar empleo” y “son las cosas que se están perdiendo”. Lago rescató la sensibilidad de este gobierno nacional, reveló que están “más atentos” sobre estos problemas “pero de hecho la política macroeconómica en el Uruguay no se ha cambiado en un milímetro”.
Hacia un país de commodities
Lamentó que ahora “hay que acostumbrarse que los ejemplos de Ricardito se van a ver cada vez más”. Con el nivel de costos del país “vamos hacia un país de commodities”. Puso como ejemplo la soja, lo que está pasando con el arroz y hasta los frigoríficos que están vendiendo las carcasas de las reses para que el desosado y fraccionado se desarrolle en el lugar de destino.
Los más de 500 productores de arroz que tiene el país ostentan los primero lugares de producción en el mundo. Los datos de la última zafra posiblemente los coloque en el primer lugar como ya ha sucedido en otras oportunidades. Esto es consecuencia de “una eficiencia casi insuperable” en términos de productividad, calidad e inocuidad. La otra cara de esta moneda tiene que ver con los altos costos de producción del país que para este sector es de US$ 2.000 la hectárea. Un cuello de botella cada vez más complejo a pesar de la eficiencia del empresariado local.
TE PUEDE INTERESAR