El sociólogo Ernesto Rodríguez del Centro Latinoamericano sobre Juventud de Uruguay aseguró que se ha mantenido una política errónea sobre los jóvenes, aislándolos en sus espacios específicos en lugar de integrarlos a las sociedades a las que pertenecen.
El 27 de agosto se celebró el Día Nacional de la Juventud Rural, oportunidad en que se realizó en la Sociedad Agropecuaria de Lavalleja un encuentro de jóvenes representantes de distintas instituciones los que tuvieron la posibilidad de exponer sobre la problemática rural desde su lugar de acción.
Participaron representantes del Movimiento de la Juventud Agraria (MJA); la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR); Cooperativas Agrarias Federadas (CAF); la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL); la Federación Rural de Jóvenes; la Asociación Rural de Jóvenes del Uruguay (ARJU); la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas y la Red Nacional de Agroecología.
También estuvieron presentes la subdirectora de Desarrollo Rural, Mercedes Antía; el director de Descentralización del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos Rystrom; la gerente general del Colonización, Laura Pérez; el director del Instituto Nacional de Jóvenes, Felipe Paullier; el subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, José Luis Falero; el subsecretario del Ministerio de Desarrollo, Armando Castaingdebat y autoridades de la Intendencia de Lavalleja.
Los reclamos de los jóvenes pasaron por varios aspectos, entre ellos el acceso a la tierra, el desarrollo de la tecnología y el vínculo sano con la ciudad.
Carlos Duera, de la Federación Rural de Jóvenes, definió la juventud rural como un “constante desafío entre el avance de la tecnología y las limitaciones del medio”, en un claro reclamo por las dificultades que el desarrollo tecnológico presenta en varias zonas del país, aún para el uso básico de la comunicación celular o las conexiones de internet. También se expresó sobre el estado de la caminería rural y destacó como importante que los jóvenes puedan acceder a la tierra.
En representación del Movimiento de la Juventud Agraria participó Lucía Olivera, que también mencionó como un problema serio la falta de acceso a la tierra que sufren los jóvenes.
Por la Asociación Rural de Jóvenes, Herber González resaltó la necesidad de que la juventud se capacite; y Evelyne Laborda, de la Asociación Nacional de Productores de Leche destacó las ganas que los jóvenes tienen de quedarse en el campo y trabajar en él.
Cecilia Rameau, de la Red de Semillas Nativas y Criollas apuntó a la importancia de las tecnologías que regeneren la tierra y los ecosistemas, en lo cual esa institución tiene experiencia, además de la soberanía alimentaria. Dijo que es importante buscar espacios en el medio rural pero no alejado de las ciudades, para poder generar vínculo con las ciudades y a la vez vender lo que se produce.
La Comisión Nacional de Fomento Rural consideró, a través de su representante Lucía Cordero, que la ruralidad es una elección de vida, y subrayó que aquellos que quieran vivir en el campo deben poder hacerlo, pero para eso se requiere acceder a la tierra y a la educación.
“Ser joven rural genera una identidad que se lleva con orgullo”, añadió Stefanía Silvera, de las Cooperativas Agrarias Federadas.
Un grupo estratégico.
El sociólogo Ernesto Rodríguez, especialista en juventudes y director del Centro Latinoamericano sobre Juventud de Uruguay, escribió en un artículo publicado en el blog del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) que los jóvenes rurales son “actores estratégicos de desarrollo” como “actores protagónicos del propio desarrollo (de sus medios rurales en este caso) y del desarrollo integral en nuestros países”.
Y eso es así porque los jóvenes “están más y mejor capacitados que cualquiera de las generaciones jóvenes anteriores, en tanto han tenido mucho más y mejor acceso a la educación, capacitación y preparación”. Pero también “tienen una relación mucho más dinámica y fluida con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Por lo tanto, están mucho más y mejor preparados que los adultos, para asumir muchas de las responsabilidades y los desafíos del siglo XXI”, aseguró.
Sin embargo esa posición estratégica hay que saber aplicarla. “No sirve de nada que las juventudes tengan una dinámica activa, efectiva, amistosa, fecunda en sí mismos, pero estén aislados del resto de la sociedad”, advirtió el sociólogo, y añadió que eso ocurre “mucho más a menudo de lo que suponemos”.
En una política errónea, las políticas de juventud se han limitado a “espacios específicos” para ese grupo etario y de esa forma “hemos aislado más de lo que hemos integrado a las juventudes a las sociedades a las que pertenecen”, comentó.
“En política pública de juventud, deberíamos tratar de dotar de perspectiva generacional a todas las políticas públicas y no solo crear espacios específicos para la juventud”, y por eso “importa revisar críticamente el empoderamiento de las juventudes, porque es muy importante que éste sea un empoderamiento relacionado, reconocido, valorado, en especial por las generaciones adultas”, de lo contrario “no se avanzará mucho”, concluyó.