Productos cárnicos lideran exportaciones
La importancia de la producción ganadera de carne se reafirma como la principal actividad económica del país. Contrariamente a la difundida creencia urbana, es un ámbito de transformaciones e innovaciones permanente, a pesar de que su acontecer transcurre siempre en medio de turbulencias adversas, algunas propias de la producción, como las climáticas, pero otras derivadas del contexto económico y político.
Actualmente, merced a una serie de fenómenos favorables que se dieron simultáneamente (ver recuadro), la ganadería de carne disfruta de una bonanza que le permite superar una etapa crítica y encarar (optimismo irredimible), un futuro de crecimiento en términos productivos y monetarios.
Números positivos de la coyuntura. Se revalida la potencia exportadora
Finalizado el ejercicio agrícola el pasado 30 de junio, las carnes (vacuna, ovina, equina) y los subproductos de la faena, como las menudencias, las grasas, y otros productos de uso industrial, superan los US$ 2 mil millones de recaudación, encabezando los distintos rubros de exportación. De ese monto, U$S 1.700 millones corresponden a la carne vacuna, que alcanza un nuevo récord en la materia.
Pero no es únicamente la exportación lo que pesa. Para calibrar la verdadera dimensión económica del sector, a las colocaciones en el exterior hay que sumarle la venta de carne en el mercado interno, el abasto local. Uruguay es, junto con Argentina, el principal consumidor de carne vacuna del mundo, con un consumo de alrededor de 60 kilos de carne con hueso por habitante por año, lo que equivale globalmente a unas 200 mil toneladas equivalente carcasa anuales.
Hay una novedad: parte de ese volumen se está cubriendo con carne importada. En el último año y medio, la importación de este producto se ha incrementado fuertemente. Las relaciones de precio entre Uruguay y los países de la región, tanto de la carne como del ganado, así como el ajuste de los circuitos comerciales y la logística determinan la intensidad de la corriente importadora, que por ahora parece que habrá de continuar, en la medida que se mantengan las condiciones actuales.
La carne importada es más barata que la producida localmente, considerando los mismos cortes y cumple suficientemente con las exigencias del consumidor, de modo que su ingreso permite liberar volúmenes equivalentes para ser exportados, y al mismo tiempo contribuye a mantener los precios domésticos bajo control. Todos son elementos positivos, aunque por otro lado se pagan costos por pérdidas en el empleo industrial, entre otras consecuencias negativas.
En lo que va de este año la importación de carne vacuna lleva insumidos más de US$ 37 millones, lo que equivale a más de 12 mil toneladas peso carcasa aproximadamente, representando un buen 10 % del mercado.
Retomando el comentario inicial, la producción industrial de carne vacuna, sumada la exportación con el mercado interno en el ejercicio último, ronda un valor de US$ 2.300 millones. Son cifras aproximadas, que procuran mostrar un orden de magnitud de la importancia de la actividad.
El “sector cárnico” al que refiere la información de INAC designa a los productos que surgen de la industria, e implica, además de la carne vacuna, otros rubros, como las menudencias, subproductos, la carne ovina, que fue muy importante como alimento de las población rural y otras carnes, como la de ave, que ha crecido sostenidamente en las últimas décadas, siguiendo, con cierto atraso, la tendencia mundial. La carne aviar que se produce internamente cubre en la práctica todo el consumo local: prácticamente no se exporta ni se importa en volúmenes significativos. También hay que considerar a la carne equina, que se exporta en su totalidad, al estar prohibido su consumo interno; eventualmente, se registran pequeñas partidas de carne de caza, fundamentalmente liebres.
El nomenclátor de comercio exterior, la información de exportaciones procedente de Aduanas, es algo diferente, se refiere a “carnes y despojos comestibles”, dejando de lado los subproductos de uso industrial, por lo que las cifras varían algo, dependiendo de la fuente.
Asimismo, al considerar las exportaciones de origen ganadero, hay que sumar las de “animales vivos”, que en los últimos años han adquirido volúmenes importantes. En el ejercicio anterior, 2017-2018, se llegó a exportar más de 450 mil vacunos en pie, por más de US$ 300 millones; se exportó casi un 4 % del rodeo total y cerca del 20 % del número de reses faenadas. El ejercicio recién finalizado mostrará una caída de cierta entidad que llega al 40 % en términos monetarios, pero continúa siendo una fuente relevante de extracción y consecuentemente de ingresos para el subsector criador ganadero. La industria frigorífica reclama que se controle de alguna manera esta actividad, que reduce el stock de categorías destinadas a faena y afecta directamente sus intereses. El tema genera encendidas polémicas que se habrán de endurecer.
Si se suman los animales vivos (que cayeron 40 % respecto al ejercicio precedente) a los productos cárnicos, se supera el 30 % del total de las exportaciones. Estrictamente, también los lácteos, lanas y cueros son básicamente productos de la ganadería, en general exportados con escaso o inexistente procesamiento industrial.
En las exportaciones de madera no están considerada la venta de celulosa, sino los troncos que ingresan a las zonas francas donde operan las pasteras.
Las magras exportaciones de soja registradas hasta el momento habrán de aumentar fuertemente en el resto del año, dada la gran cosecha lograda, pero aún no comercializada en su mayor parte.
Obsérvese que de los 10 principales rubros de exportación, que representan el 80 % del total, 9 corresponden a productos agropecuarios.
El rubro agrícola agrupado implicaría sumar varios ítems expuestos en el cuadro: soja, cereales, productos de la molinería.
Viento a favor
Una serie de coincidencias afortunadas cambió el ánimo del sector ganadero en los últimos meses, lo que se tradujo en un incremento vertiginoso de los valores de todas las categorías de haciendas, proceso que podría haber finalizado, alcanzado un techo en estos días.
Veamos algunos factores que incidieron decisivamente.
En primer lugar, el tiempo climático favorable para esta actividad, con grandes lluvias a fines de la primavera e inicios del verano aportó un crecimiento inusual de las pasturas, con el consiguiente efecto positivo en el estado del rodeo y en el comportamiento reproductivo; según relevamientos técnicos, se espera una gran parición para la próxima primavera.
En segundo lugar, la mejora en la disponibilidad forrajera se refuerza con la reducción del área agrícola que libera campos para el pastoreo.
En tercer lugar, la gran cosecha de granos y los relativamente bajos precios de los mismos y sus subproductos para alimentación del ganado. La difusión cada vez más generalizada de sistemas productivos que incluyen suplementación o directamente encierre a corral de los animales recibirá un fuerte impulso a partir de la actual relación de precios entre carne cara y raciones baratas.
En cuarto lugar, un factor decisivo: la catástrofe de la fiebre porcina en China, provocó una exacerbación de la demanda de todas las carnes por parte del gigante asiático, nuestro comprador hegemónico, que provocó alzas en los precios de todos nuestros productos.
En quinto lugar, no es desechable la incidencia del movimiento del tipo de cambio reciente, una devaluación del peso del 20 % frente al dólar, con una inflación de poco más de 7 %, lo que ha llevado a recuperar una pequeña parte de lo que se perdió en varios años de atraso cambiario.
Este cuadro de situación despierta expectativas en lo inmediato que se reafirman para el mediano y largo plazo con las que genera el acuerdo Mercosur – UE, que puede fortalecer algunas corrientes comerciales importantes, las principales, justamente, de carne vacuna.
TE PUEDE INTERESAR