¿Otro superciclo de los commodities?¿Estaremos iniciando una etapa de auge de los precios de las materias primas como los que rigieron durante el quinquenio de fines de la primera década del siglo hasta mediados de la última, recién finalizada?
Esa pregunta se formula crecientemente en los círculos económicos y comerciales en estos tiempos, en los que los negros nubarrones de la pandemia y sus efectos deletéreos sobre la salud y la actividad humana ocupan el centro de la atención mundial.
Los economistas que analizan la realidad uruguaya se muestran bastante pesimistas respecto a la marcha de la economía local y las perspectivas de corto plazo. El estancamiento en el nivel de actividad, que ya lleva un lustro, sumado a los desequilibrios financieros que arrastra el país, a los que se suman los provocados por la pandemia, auguran un año muy difícil y no se avizora un horizonte claro de mejora para los siguientes.
Los grandes sectores
En esta coyuntura, hay algunas áreas de actividad particularmente afectadas.
La caída en el ingreso por turismo será importante: aunque los balnearios de la costa este luzcan atestados, se trata de frugales nativos, que no compensan la ausencia de los dispendiosos extranjeros, los argentinos en primer lugar. Aunque los uruguayos que no pueden viajar al exterior y deben tomar sus vacaciones dentro del territorio están, mal que bien, animando el escenario, la balanza es fuertemente negativa. Esta realidad se traduce en graves problemas para la gente suelta y las empresas que atienden esa actividad, chicas y grandes: hoteles, restoranes -especialmente los más sofisticados- y todo tipo de servicios especializados, que en nuestro país se han venido desarrollando en forma sostenida desde hace años.
En cuanto al agro, el factor negativo que ha estado pesando y que lo continúa haciendo, más que la pandemia, es el del tiempo climático, que amenaza convertirse en una sequía, con todo lo que esto implica. Hace un año largo que vastas zonas del territorio vienen acumulando un déficit hídrico de significación, lo que ha llevado a las autoridades a declarar, cada vez más, áreas en situación de emergencia climática. En términos generales, se espera que lluevan entre 950 y 1.100 mms por año, dependiendo de la zona, y en todo el año 2020 muchas localidades recibieron volúmenes de no más de 600 o 700 mm. Este año viene lloviendo un poco mejor que lo previsto, y hubo varios episodios en los que algunas regiones aisladas recibieron providenciales aguas abundantes que, si bien no resuelven el problema, atenúan o postergan sus peores extremos. La mayor parte del país sigue sufriendo la seca, acentuando una carencia que se torna cada vez más grave. El 90% del territorio productivo está declarado bajo emergencia climática por sequía, lo que les permite a los productores acceder a algunos beneficios fiscales y crediticios, paliativos útiles, pero menores frente al riesgo de agudización de la seca.
Subas imprevistas
En este contexto desanimante, aparecen, sin aviso previo, algunos elementos que pueden revertir la visión pesimista que cunde en el ambiente. Tal es el caso del aumento inesperado de los precios de algunos productos de exportación relevantes para nuestra economía, que generan expectativas respecto a la instalación de un escenario alcista duradero para dichos rubros.
Hay algunas similitudes con el escenario que se instaló a la salida de la crisis financiera mundial de 2008-2009, que dio origen al llamado “superciclo de los commodities”: tal como entonces, la máquina de emitir billetes en EE. UU. está recalentada de tanto darle a la manija, la necesidad de sostener a la población de ese país y a las empresas devastadas por la pandemia, los lleva a inundar el mundo de papeles nuevitos, lo que provoca una drástica caída de las tasas de interés y una baja correspondiente en el valor de la divisa estadounidense en los distintos mercados relevantes. Los fondos especulativos que operan en las grandes bolsas del mundo redescubren las virtudes de los commodities, los alimentarios entre ellos, para invertir grandes sumas, por lo que impulsan una valorización tan rápida como inesperada de los mismos.
El aumento abrupto de los precios de algunos productos de exportación relevantes para nuestra economía genera expectativas de un escenario alcista, duradero para dichos rubros
Simultáneamente, se dieron otros factores alcistas en el precio de los principales granos que explican la trepada violenta de los valores que se dio en el último tramo del año recién finalizado y en lo que va del corriente.
La incipiente y amenazante sequía en las zonas agrícolas del Mercosur, que amenaza la que hoy por hoy es la mayor cosecha del mundo de soja y también de otros granos, indujo a una previsión de menores volúmenes de cosecha, lo que naturalmente se refleja en mayores precios por la mercadería disponible y por la que se produzca a futuro.
Como explica el experto compatriota, Fernando Villamil, referente en estos temas, se muestra cauteloso sobre la eventualidad de que se esté gestando un proceso alcista firme del precio de los granos.
La reciente suba, tan vertiginosa como imprevista de la soja, el maíz, el trigo y la cebada, principalmente, que son los que más nos interesan a nosotros, responde, según Villamil, a una serie de razones, muchas de ellas puramente coyunturales, que no necesariamente determinarán una tendencia consolidada del mercado hacia el futuro.
Soja, precios promedio en Chicago
Explica que la demanda mundial de alimentos es bastante estable: crece a tasas más o menos previsibles, pero la oferta puede sufrir variaciones importantes de una zafra a otra, así que si hay algún fracaso importante en las cosechas en lugares relevantes, ese faltante habrá de traducirse en un alza de los valores: “son los fundamentos del mercado, la oferta y la demanda, los que, en definitiva, determinan el valor de los productos, no las inversiones especulativas, que agregan volatilidad, pero no fijan la tendencia en períodos largos”.
En la última década, sostiene, los avances tecnológicos incorporados en la agricultura se traducen en mayores cosechas y, sobre todo, mayor estabilidad en los volúmenes logrados. Las crisis climáticas, de todas maneras, tienen su impacto, inevitablemente, pero se corrigen de forma rápida, no se demoran años en restablecer los volúmenes necesarios para cubrir la demanda.
Luego, enumera una serie de factores que contribuyeron al alza repentina que tuvieron los granos recientemente.
En los últimos meses, China compró mucha soja en EE. UU. para cumplir los acuerdos comerciales que tenía pendientes, lo que se expresó en una reducción significativa de los stocks en este país. Ese proceso ya habría finalizado.
El año pasado, Rusia y Ucrania tuvieron algunos problemas climáticos que les provocaron temor de quedarse sin suficiente trigo y cebada para atender sus necesidades, por lo que suspendieron las exportaciones. Eso también impulsó al alza los precios de estos granos.
Asimismo, algunos episodios regionales contribuyeron a la formación de este cuadro: como vimos, el principal es la amenaza de una sequía importante en la región Mercosur, pero también hubo otros propios de la acción humana, como la larga huelga de los puertos argentinos, que trabó el comercio granelero -tanto de exportación como de importación- en una escala que impactó globalmente.
La soja, que traía un impulso alcista fenomenal, a partir del arreglo de la huelga y de algunas lluvias considerables que cayeron en zonas de producción importante (como la zona núcleo argentina), así como a algunas declaraciones de autoridades monetarias de EE. UU., pegó una frenada en seco y bajó US$ 40 de golpe: de los US$ 340 de hace un año, había llegado a US$ 520 la tonelada en Chicago, y ahora cayó a US$ 480.
Hay analistas que están diciendo que este será el precio piso para este año, pero en realidad no hay seguridad alguna en estos pronósticos.
De todos modos, el déficit hídrico que afecta las zonas agrícolas de Uruguay impide a los productores aprovechar íntegramente estos precios, por la incertidumbre de cosecha que provoca. El resultado global de ingresos de la zafra estará determinado más por los volúmenes que se obtengan, como expresión de los rendimientos, que por los valores en sí.
Impactos positivos y negativos
La suba del precio de los principales granos forrajeros, la soja y el maíz, acarrean necesariamente aumentos en los precios internacionales de los cárnicos y los lácteos, en cuya producción intervienen con alta incidencia.
La carne vacuna -el rubro principal para nosotros- tiene sus propias reglas y sus precios varían por muchos factores, pero en buena medida responde a la evolución de los granos.
Para nuestra realidad, a pesar de que la mayor parte de nuestra producción proviene del pastoreo, también responde en buena medida a la evolución de los granos, que participan crecientemente en los sistemas de producción.
Como vemos en la gráfica, los precios de la carne exportada no sufrieron las variaciones abruptas de otros rubros agrícolas, y no están muy distantes de los que regían durante el pico del superciclo, a principios de la década pasada.
Los lácteos sí tuvieron un tiempo de gloria y después de tragedia, y ahora, luego de un largo empantanamiento, parecen estar repuntando: van 5 subas consecutivas en los remates de Fonterra, principal referente mundial de este mercado. La leche en polvo entera, el principal sub rubro lácteo de exportación uruguaya, que había llegado a superar los US$ 5 mil por t en el pico de máxima, y luego cayó por debajo de los US$ 3 mil durante bastante tiempo, ahora se acerca a los US$ 3.400 por tonelada.
Por otro lado, si bien cabe esperar que el aumento del precio de los granos determine incrementos en la carne y los lácteos, también tiene efectos negativos, en cuanto promueve aumentos en el costo de los insumos de producción (fertilizantes, semillas, arrendamientos, entre otros) que suelen subir rápidamente siguiendo a los productos, pero después demoran en bajar cuando la tendencia de precios cambia.
Precios exportación carne
(dólares por t peso canal)
Oscuridad y luz al final del túnel
Hay otros muchos elementos de incertidumbre que oscurecen los pronósticos alcistas.
China, que es el gran motor de la recuperación económica mundial, tuvo recientemente un episodio de fiebre porcina -a la que consideraba controlada- y también algunos rebrotes de covid, que generaron temores de que se instauren nuevas restricciones.
Europa y EE. UU. todavía chapalean en las aguas cenagosas de la pandemia desatada y hasta ahora incontrolada, ya que mantiene la demanda acotada por varios productos importantes para nosotros, como la carne, por ejemplo.
No obstante, a medida que se ajustan los mecanismos logísticos, se generaliza y se acelera la vacunación, tanto en Europa como en EE. UU., lo que habrá de poner coto a la pandemia en el correr de este año, mes, más o menos, y atrás de esa normalización, se restablecerá el comercio. Apostemos a ello.
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