Es un problema importante en Uruguay el desequilibrio de los sectores que contribuyen a su desarrollo. Este desequilibrio es fruto de políticas distorsivas a través de su historia. En la búsqueda de un destino de felicidad para sus habitantes ni la sociedad ni las corrientes políticas han sido capaces de delinear un presente ni un destino de progreso estables.
De esa forma el Uruguay es hijo de sus épocas alternadas de bonanza y de crisis. Cuando su producción, al influjo de situaciones externas (como la guerra en otros países), vale mucho en términos relativos, el país prospera. Basta mirar la primera mitad del Siglo XX para hallar ejemplo de esta situación, con sus guerras mundiales y la guerra de Corea. También se observan casos no generados en situaciones bélicas, tal el sucedido en la “crisis de las hipotecas” en USA y luego extendida al resto del mundo. Manejos financieros para la resolución de dicha crisis propiciaron el descenso extremo de tasas de interés internacionales, movimiento de capitales multinacionales en búsqueda de rentabilidad y por ende una apreciación de las monedas de países emergentes y aumento notable de precios de materias primas. Estos movimientos que se ven con fuerza luego del año 2009, pero que tienen comienzo antes, contribuyeron a una “primavera económico-financiera” en países de América del Sur y de sobremanera en nuestro país.
La devaluación del peso uruguayo, la contención de algunas tarifas (al fin) y algún subsidio temporal, han contribuido a volver al sendero de adecuación de costos. Pero no con la prontitud que requieren las empresas.
Es cuando llegan las grandes inversiones a la región y especialmente a nuestro país, que también se favorece por el pésimo ambiente inversor que se genera en Argentina. Botnia (2007), Montes del Plata (2009), Aeropuerto Internacional de Carrasco (2011), boom de la soja (2004) con la avalancha de productores argentinos, entrada de grandes Fondos de Inversión que responden, bien a fondos de pensión o bien a inversores privados internacionales, fondos ganaderos, etc. Cabe mencionar también el boom de la compraventa de propiedades inmobiliarias rurales (más del 30% de las tierras uruguayas cambian de propietario), el boom inmobiliario urbano (especialmente en Montevideo y Punta del Este), el boom automotor, la extranjerización de la industria frigorífica de la carne, tan solo por citar algunos.
Es característico del Uruguay su relativo pequeño mercado interno. El Uruguay se ha volcado al mundo pues produce más de lo que consume. El 70% de su carne se exporta, el 70% de su producción láctea se exporta, casi la totalidad de la celulosa producida, el arroz, la madera de eucalipto y pino, la soja, los cueros, etc. se exportan. Es bueno hacer notar que durante los “años buenos” el PBI creció de forma importante y arrastró consigo un aumento del bienestar de la población.
Lamentable pero no inesperadamente el “boom” terminó. Los precios, las monedas, las inversiones, volvieron a su cauce promedio. Al desaparecer la fundamental ventaja del precio, los sectores mencionados debieron retornar a la productividad, que en la mayoría de los casos es muy buena y la baja de costos, para competir en el exterior. Sin embargo, la abundancia de recursos y el bienestar transformaron al Uruguay en un país caro con respecto al mundo. Es difícil y lento también el retorno de los costos al cauce de la normalidad. Además, en esa época de florecimiento, los gobiernos de la época (incluido el actual, todos ellos del Frente Amplio) manejaron de forma dispendiosa los ingresos de funcionarios al Estado. Esto dicho a sabiendas de la rigidez y baja productividad que tiene en el Uruguay un empleo estatal. Ya no hablemos del manejo arbitrario de diversas tarifas estatales y monopólicas.
La devaluación del peso uruguayo, la contención de algunas tarifas (al fin) y algún subsidio temporal, han contribuido a volver al sendero de adecuación de costos. Pero no con la prontitud que requieren las empresas. Como ejemplo basta citar los casos del arroz y el sector lácteo.
La competencia comercial se ha tornado dura. Eventos como la “Guerra Comercial USA-China”, “la Crisis de la Fiebre Porcina China”, la “Guerra de monedas”, los eventos climáticos en USA, el incidente entre USA e Irán, las crisis migratorias en distintos lugares del Planeta, etc. nos han devuelto un mundo impredecible y complicado. La mayoría de las empresas de Uruguay de los sectores primario, secundario y terciario viven momentos duros. No se avizora que este gobierno tenga la voluntad ni los medios para enfrentarlos.
La mayoría de las empresas de Uruguay de los sectores primario, secundario y terciario viven momentos duros. No se avizora que este gobierno tenga la voluntad ni los medios para enfrentarlos.