En el departamento de Tacuarembó, se encuentra el establecimiento Abuelita de José Dutra da Silveira, productor ganadero impulsor de un sistema de silvopastoreo que incorpora árboles a partir de la actividad ganadera.
“El silvopastoreo es un modelo que tiene en cuenta los árboles, las pasturas y el ganado para ejercer la actividad en el mismo espacio. Nuestro planteo se diferencia del macizo forestal en que hacemos un diseño teniendo en cuenta que ya existe la actividad ganadera y es el árbol que se incorpora a ella”, explicó.
Con esta forma de trabajo “no queremos desplazar la ganadería, por lo tanto nuestra mirada es sobre cómo plantar el árbol sin perder las vacas y sin matar la pastura”.
“En el caso de los macizos la sombra de los árboles perjudica la pastura, pero nosotros apuntamos a un parque ganadero, de tal forma que con distanciamiento, con plantar mucho menos densidad de árboles por hectárea, se deje entrar la luz. De esa forma le damos a la ganadería sombra y abrigo en el mismo lugar que come”, detalló.
La densidad de árboles está estudiada y planteada “para mejorar la producción ganadera en vez de desplazarla”.
El sistema silvopastoril “es distinto”, insistió, porque la ganadería en predios forestados consiste “en poner ganado en las áreas con forestación. En este caso, el primer y segundo año puede haber pastura entre los árboles, pero después la sombra del macizo hace que la pastura se pierda por la sombra, entonces el aprovechamiento de la ganadería en esos macizos es en los lugares de desperdicio forestal, esas áreas que no se plantó por alguna razón”.
En cambio, “en el sistema pastoril eso no es así. Nosotros queremos las pasturas en el mismo lugar donde el ganado tiene la sombra y el abrigo”. Consiste en “bajar la dotación de árboles y al hacerlo hay más espacio lo que permite el paso del sol”.
Adicionalmente, la distancia entre árboles permite que éstos “se desarrollan con otro diámetro y como decimos ‘a menos árboles tenemos vacas gordas y árboles gordos’, porque a menos árboles más pastura lo cual es fundamental para las vacas”, insistió. “La sombra y el abrigo son muy buenos para el ganado, pero si la vaca hablara y pudiera elegir, diría ‘déjame a la intemperie pero no me saques la comida’”.
La propuesta es ganar – ganar
El desarrollo silvopastoril propuesto implica beneficios para el ganado, pero también para los árboles, con un resultado doblemente beneficioso para el productor.
Al bajar el número de árboles se tiene más pastura que, como fue dicho, favorece la alimentación de los animales; a su vez esa reducción de árboles no implica menor protección sino mayor confort porque “la vaca tiene todo en un mismo lugar”. En cuanto a los árboles, “también generan un beneficio extra porque se producen con una calidad superior”.
“Al bajar la dotación de árboles, estos tienen más espacio y se desarrollan de otra forma y con condiciones de atender otros mercados” que no es la celulosa: “el árbol se poda para no tener nudos y llegar a mercados de mas calidad, entonces es cierto que hay menos madera, pero lo que obtenemos es una madera que vale más”, argumentó.
“Este sistema es una opción óptima para aquellos productores con campos con aptitud forestal que no quieren dejar la ganadería. Es cierto que estamos plantando un árbol, pero lo manejamos con poda y esto es relevante porque al tener más espacio tiene más ramas que se deben controlar porque queremos una sombra controlada ya que cuidamos la pastura, por tanto la poda es muy importante en el manejo de los árboles en función de la ganadería, y también es relevante para el árbol que al podarlo está libre de nudos y de esa forma mejora su valor” cuando llega el momento de comercializarlo.
Hay opciones forestales a la celulosa
En cuanto a qué árbol es el adecuado, Dutra da Silveira dijo que cualquier especie serviría para cumplir la función descripta, pero “en Uruguay el que mejor se desarrolla es el Eucaliptus y en esta especie la que da la posibilidad de aserrado es el Grandis. Cuando plantamos árboles para favorecer la ganadería puede ser otra variedad, pero cuando analizamos qué queremos hacer con ese árbol y qué producción económica nos deja a fututo como inversión, el Eucaliptus es una inversión probada”.
En Uruguay se habla mucho sobre la producción de celulosa, pero en el mundo hay señales positivas para otros tipos de forestación. “La semana pasada se informó que en la Unión Europea la madera aserrada subió un 400%, en el mundo hay necesidad de ese tipo de madera apta para la construcción, es una madera buscada y en Uruguay no hay mucha disponibilidad porque los grandes montes están en manos de empresas que se dedican a otra cosa”.
El mundo ofrece un mercado interesante para la madera de calidad, “el problema de Uruguay” es la “poca disponibilidad porque no hay plantaciones suficientes debido a que lo grueso tiene un destino celulósico”, señaló.
Consultado sobre el área, dijo no saber cuánta área dedica Uruguay a la producción silvopastoril con foco en la ganadería y advirtió que muchas veces se habla de “esquemas silvopastoriles cuando en realidad no lo son” en el real sentido del concepto, “porque lo que hacen es poner la vaca en un área de desperdicio forestal”.
Asimismo, cuestionó que en Uruguay haya “mucho desconocimiento” y que no haya “ningún tipo de promoción”. “Somos muy pocos los que nos dedicamos a este tipo de producción”, sin embargo “los rendimientos de la ganadería y de los árboles son muy buenos”.
Carne carbono neutro
Otro aspecto importante de la integración ganadera-forestal, y que se va imponiendo en forma creciente en el mundo, es la carne carbono neutro, donde la forestación juega un rol importante.
Con el sistema propuesto, “el tan discutido tema de la emisión de metano por parte de la ganadería queda totalmente compensado y con creses por estos árboles ubicados en el mismo espacio en que está la vaca”. La certificación carbono neutro “ya se está haciendo en otros países y hay un sobreprecio por esa carne a la cual el árbol le da un balance positivo captando mucho más de lo que la vaca genera”, valoró.
Ambientalmente también “favorece la interacción con aves de distintas especies y se puede incluir la apicultura” porque el Eucaliptus Grandis florece en otoño y hasta fines del invierno, cuando hay menos flores en los campos.
Analizando la producción desde el bienestar animal, el esquema también suma porque la vaca recibe abrigo en invierno y sombra en verano, sin necesidad de salir a comer a la intemperie.
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