El trámite está en su etapa primaria y la resolución final puede demorar años. En esa espera, la producción seguirá perdiéndose.
Javier Martínez, presidente de Jumecal (Juventud Melilla Cooperativa Agraria Limitada), cooperativa integrante de Cooperativas Agrarias Federadas, dijo que el sector hortofrutícola está atravesando un momento difícil y señaló la falta de mano de obra y la sequía como dos temas preocupantes y que requieren de una solución para que la producción nacional se mantenga y prospere.
“En el sur venimos de un año muy particular por lo que nos dejó la sequía y ahora, con una nueva seca o la prolongación de la anterior, las cosechas han mermado y todo eso se reflejado en la operativa de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM) y en el bolsillo del productor” que debe solventar costos de producción y de la vida diaria.
Según los estudios, “con lluvias normales, las vetas subterráneas demoran entre tres y cuatro años en recuperarse”, pero “esa normalidad en las precipitaciones no se está dando” y la falta de agua “afecta a todos los cultivos” del sector granjero, que en muchos casos “han visto retrasadas sus cosechas”.
En el caso de las peras, por ejemplo, “deberíamos estar mucho más avanzados, pero no hemos ni comenzado a cosechar, y eso se va a ver en el retraso de las fechas de consumo del producto”.
Eso pasa porque “la biología de la planta ha cambiado, va adaptándose”. Como todo ser vivo, “la planta tiene mecanismos de defensa ante la falta de agua”. Una forma de defenderse es “descartar o chupar la fruta, es un mecanismo biológico por el que trata de salvarse en su proceso natural”, explicó Martínez. En lo productivo, “es muy incierto lo que va a pasar en las próximas semanas”, precisó.
Sobre las ventas, Martínez dijo que “estamos por debajo de un año normal, no hay gran cantidad de mercadería, pero tampoco una gran colocación de esa mercadería disponible” debido a la “poca afluencia de público en la UAM. Además, por la época del año y la semana de Carnaval varios puestos cierran y eso hace que se reduzca aún más la presencia del público”.
Agua de las canteras para el riego
Martínez dijo que en la zona de Melilla casi no hay agua subterránea y que muchos pozos que se hacen no obtienen resultados. Asimismo, “hay varios productores que han hecho inversiones en riego pero no se salvan de la sequía actual porque no pueden utilizar” los sistemas que colocaron.
Una posible solución, esperanzadora para muchos productores a pesar de que está muy lejos de una resolución final por las demoras y los plazos largos de la burocracia, es que la zona de Melilla pueda tomar agua de las canteras que hay en la zona o próximo a ella.
“Se está trabajando a nivel de los ministerios, entre ellos el de Ambiente” e implica “todo un proceso respecto al bombeo de agua, a cómo van a ser las tomas y toda la logística que sería muy importante”.
Una posibilidad es “utilizar las líneas de OSE que están sin uso y se encuentran en la zona con ramales que no pasan lejos de algunos establecimientos y de allí se podría tomar agua. Pero la urgencia de la producción se ve contrapuesta a los trámites, las esperas de años, y mientras esperamos se muere la producción”.
La infraestructura es de OSE, pero el agua que se bombearía sería de las canteras, sin los procesos de potabilización, con la calidad y cantidad suficiente para regar, “sin embargo, estimamos que igual tendría un costo por el bombeo y la logística”, agregó Martínez, una inversión que los productores estarían dispuestos a asumir.
Falta mano de obra
La falta de mano obra para trabajar en las granjas es un problema grave para el cual no hay una solución inmediata ni fácil de implementar. Lo que ocurre es que los establecimientos llaman operarios pero estos no se encuentran. “La solución es que el propio productor haga el trabajo”, pero cuando eso pasa se ve en la necesidad de achicar la producción”, dijo Martínez.
Esa falta de mano de obra “no es por un tema de preparación”, porque “la realidad es que no trabajamos con mano de obra calificada” y lo que “muchas veces pasa es que los productores le enseñamos a la gente sobre cómo tiene que hacer el trabajo, pero se perdió ese hábito por el trabajo, sobre todo cuando es a la intemperie”.
Muchas personas optan por trabajar en la construcción antes que en la granja, quizá “porque paga mejor”. El granjero no puede pagar más “porque los costos nuestros nos dejan márgenes muy chicos, reduciendo la posibilidad de mejorar los salarios”.
Otro problema es que “muchos piden hacer horario recorrido, pero eso no es posible” porque hay momentos del día en los que la fruta no se puede cosechar. “No es lo mismo cosechar en la mañana que en la tarde, y si la fruta se recoge al mediodía hay problemas con la caída de la producción y la conservación”, explicó.
“Son temas que la gente desconoce, pero cuando uno los explica tampoco quieren llevarlos a cabo. Todos quieren trabajar recorrido desde temprano a la mañana, lo cual entendemos porque todos queremos aprovechar mejor el día, pero para la producción eso no da resultado”, explicó cooperativista.
Ese es un problema que lo tiene toda la granja, independientemente de su producción, aunque “hay diferencias según el tipo de producción”. El que tiene árboles frutales “la falta de mano de obra la siente en determinado momento porque la cosecha es estacional”, pero para el horticultor “es un problema de todos los días”.
Esa falta de mano de obra es la “otra cara de la falta de recambio generacional que vemos a nivel productivo”, expresó Martínez. “Así como los hijos de los productores no quieren seguir con el trabajo de sus padres, los hijos de los empleados tampoco y buscan otra cosa. El resultado es que no hay quien se quede en el rubro”.
El resultado, afirmó Martínez, es que “hay menos productores, menos operarios y no hay quien ingrese nuevo. Conozco gente que quiso entrar en la producción, pero vieron que no es fácil; no es el trabajo en sí como tampoco desde lo financiero, con años en que se obtienen los márgenes esperados y se cubren costos, años en que se empata y otros en que no se llega. Para sortear estos años, el productor debe tener asimilado que cuando le va bien debe guardar, y quien recién llega a la producción no siempre guarda”.
Movilizaciones en Europa
Consultado sobre cómo observa el productor local las movilizaciones que se están dando en varios países europeos, Javier Martínez dijo que “la idea no es llegar a eso”, pero “más de una vez el sector ha acudido a la manifestación” como forma de plantear y hacer visibles sus problemas.
Desde regalar frutas y verduras en algún cruce de rutas o caminos hasta movilizaciones más masivas en zonas laterales o en el centro de las ciudades, la capacidad de movilización de los productores siempre fue relevante y visible para toda la sociedad.
“Los motivos de esas concentraciones fueron variados, muchas veces por falta de rentabilidad, en protesta por la llegada de importados”, entre otros, recordó.
Lo que pasa actualmente es que “hoy la gente no se agrupa tan fácilmente. Al ser un sector envejecido ya perdió el empuje de hace veinte o veinticinco años. Esa es una realidad, otra consecuencia de la falta de relevo generacional, pero la posibilidad de movilizarse siempre está en el tapete y nunca se ha descartado”.
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