Cuando el país salió de la sequía, el sur de Uruguay continuó sufriendo la falta de precipitaciones durante enero y febrero, que ahora se convirtió en exceso de precipitaciones que causa daños irreversibles en frutas y verduras.
En lo que va del año La Mañana ha informado reiteradamente sobre la falta de agua en el sur del país a todo nivel. Desde las grandes chacras hasta los pequeños productores de granja todos se han visto afectados, en una medida u otra, por una sequía persistente que ha tenido una fuerte incidencia negativa en el sector granjero lo que llevó a que el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) extendiera en enero la emergencia agropecuaria para la hortifruticultura.
Repasar las páginas rurales de este semanario desde enero a la fecha implica una larga peregrinación de artículos y declaraciones de diversos actores y entrevistados, todos con la preocupación común de que para ellos la sequía continuaba a pesar de que en otras zonas del país las precipitaciones fueran más generosas.
El director de la Agencia de Desarrollo Rural de la Intendencia de Canelones dijo que se estaba trabajando en la realización de pozos que aseguraran agua a la población, y Naír Lajuní, directora de la Fomento Rural de Tapia, comentó que en Canelones hay predios rurales que no tienen agua para consumo humano.
Javier Martínez, presidente de Jumecal (Juventud Melilla Cooperativa Agraria Limitada) se refirió a “un año muy particular” para el sur por lo que denominó “la prolongación” de la seca que llevó que las cosechas mermaran y eso se reflejara “en la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM) y en el bolsillo del productor” que debe solventar costos de producción y de la vida diaria. La falta de agua “afecta a todos los cultivos” del sector granjero, que en muchos casos “han visto retrasadas sus cosechas”, agregó.
Asimismo, el Ing. Agr. Alexis González, técnico de Dalmas Agro, expresó que “en el sur del país la seguía nunca terminó” y que no hubo reposición de las cañadas ni de tajamares, y Fernando López, presidente de la Comisión Nacional de Fomento Rural planteó su preocupación por la falta de precipitaciones y el manejo del agua.
Al golpe de la sequía prolongada se sumó la ola de calor de febrero que también afectó seriamente la producción granjera para mal. “Las temperaturas extremas repercuten directamente sobre la producción, causando daños que acaban recorriendo toda la cadena comercial hasta llegar al mercado minorista donde el ciudadano se encuentra con productos defectuosos u ofertas escasas, lo que incide en los precios a pagar”, consignó La Mañana el 20 de febrero.
Las precipitaciones afectan la calidad de los productos de granja
Ahora, en los días finales de un marzo lluvioso y a poco de comenzar abril, a la sequía y el calor se suma el exceso de lluvias y otra vez la producción frutihortícola se ve seriamente perjudicada. Y si la producción sale mal, el productor pasa mal y todo el país pierde.
El último informe del Observatorio Granjero sobre precios e ingresos a la UAM, correspondiente a la semana del 16 al 22 de marzo, señala que las “precipitaciones persistentes” han afectado mercado frutihortícola mayorista: “En los últimos diez días cayeron más de 300 milímetros en la zona sur del país, provocando cambios en la oferta, precios y hábitos de consumo de frutas y verduras”.
Así es. “Las intensas y continuas precipitaciones en conjunto con temperaturas relativamente templadas aparecen severos problemas en la calidad”, principalmente los “cultivos realizados a la intemperie o ‘a campo’”.
Los tomates, morrones, zapallitos y zucchinis presentan “severos problemas de calidad”, pero los que se producen en forma protegida en el litoral norte, “destacan en calidad dentro de la oferta alcanzando mayores cotizaciones”.
Los repollos con más tiempo “se pudren rápidamente por la alta humedad ambiental y las temperaturas cálidas”. Las espinacas y acelgas a campo “presentan calidad inferior” que los protegidos, eso también se debe “a que las intensas precipitaciones estropearon gran parte de estos cultivos”.
Cebollas y papas, se suman a los problemas generados por las lluvias. No así los zapallos y boniatos que tienen “excelente calidad”, o las zanahorias que “fueron cosechadas antes de las últimas lluvias”.
En frutas, los melones, sandias, uvas y frutillas sufren el exceso de agua; en el caso de las frutillas se da la falta luminosidad en días grises, lo que perjudica el producto final.
El problema actual se extiende al futuro y los productores como el mercado lo saben, porque las lluvias afectaron “especialmente” los cultivos recién implantados, lo que tendrá consecuencias en “la futura oferta en las próximas semanas”.
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