Con la expectativa de una pronta aprobación en cámara de senadores, continúa a pasos lentos la discusión parlamentaria de un tema hipersensible para varios sectores de la sociedad. Para los más escépticos con el problema de los perros sueltos está cuestionada la libertad de familias y productores.
El texto de autoría del diputado Rafael Menéndez de Cabildo Abierto ha causado buena impresión entre los legisladores de la cámara alta y las instituciones que han comparecido en la comisión que trata el tema –Asociación Rural, Federación Rural e Instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA)–. Tras su aprobación en Diputados, el legislador se mostró optimista de que no mas allá de este año sea votado en el Senado.
Consultado sobre el enlentecimiento que ha tenido en el tratamiento legislativo, Menéndez no tuvo reparos en sostener que por tratarse de un problema que ataca básicamente a “productores rurales chicos” muchas veces no se sienten representados por las gremiales. El legislador responsabilizó a las gremiales y les atribuyó falta de trabajo para “comprometer al sistema político” en lograr soluciones.
Sobre el proyecto, el legislador sostuvo: “En sí, no sé si va a ser la solución”, aunque está convencido en que pueda ser una primera salida. Se lamentó de que “un año de tratamiento en la Cámara de Senadores es demasiado tiempo” para un proyecto que salió aprobado de Diputados.
Los datos más recientes, aunque con varios años de seguimiento sobre la población canina en Uruguay, señalan una cifra cercana a los dos millones de animales. Con este escenario de fondo se creó el INBA, que aunque cuestionado por varios sectores de la sociedad desde sus inicios se encontró “con una situación realmente grave” que data de muchos años.
Sería un error hablar de exterminio masivo de perros
Sobre los cuestionamientos de los cuales el organismo ha sido objeto, Menéndez sostuvo que “en pleno siglo XXI no podemos estar hablando de campañas de exterminio masivo” como sucedía cuando estaba en funcionamiento la perrera. Uruguay “que es perrero de por sí” no toleraría este tipo de acciones y nadie va a asumir esa responsabilidad porque la gente “se queja de los perros, pero cuando ve que a un vecino le pare una perra” le pide cachorritos.
Sobre la disponibilidad de recursos para la construcción de albergues transitorios y otras medidas dispuestas por el INBA, Menéndez acusó a la mayoría de las intendencias de no ejecutar los recursos que ya les han sido volcados por parte del instituto. Señaló, además, “falta de voluntad” de esos gobiernos departamentales para acordar acciones con el organismo que rige el bienestar animal.
Para el legislador cabildante la concientización de la población, pero sobre todo de las nuevas generaciones sobre la tenencia responsable de perros, es la mejor herramienta para alcanzar esos objetivos. Tiene claro que este tipo de campañas llevarán muchos años en dar frutos. Se trata de un problema que lleva más de veinte años y que “tampoco es culpa de los perros”.
El articulado
El contenido del proyecto establece la obligatoriedad para tenedores y propietarios de perros en zonas rurales de mantenerlos recluidos en horas de la noche. Se incorpora en la Declaración Anual de Semovientes la documentación del animal en el Registro Nacional de Animales de Compañía. Para el autor del proyecto se trata de un aspecto fundamental para lograr identificar a los animales en caso de que sean atrapados luego de provocar daños. En otro de los artículos se les exige a los propietarios de perros dañinos una indemnización del doble del valor del ovino muerto o dañado. Para aquellos casos en que no se logren identificar los propietarios de esos canes, se obliga al Estado hacerse cargo de ese costo, igual a lo que sucede con los fondos para compensar a los productores con animales infectados con brucelosis o tuberculosis. El destino de esos recursos irá dirigido al INBA, que los utilizará para su plan de albergues. Los perros capturados por hacer daño también serán responsabilidad de este organismo que definirá su destino final.
El articulado aprobado en Diputados incluye que todos los animales que sean trasportados en vehículos porten su cédula, como ya sucede cuando son trasladados en ómnibus. Menéndez explicó que “hay muchos perros que se pierden en las rutas” o pertenecen a cazadores y que finalmente terminan haciendo daño. En este caso también la identificación será competencia del INBA.
Una visión diametralmente opuesta
Algunos sectores de la sociedad se han mostrado contrarios a los manejos que sobre este tema ha llevado adelante el actual gobierno. Caso particular es el del consultor del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL) médico veterinario Pedro Scremini, para quien la estrategia del ejecutivo es “patear la pelota hacia adelante”. En dialogo con La Mañana fue duramente crítico con las medidas de castraciones y chipeado de perros que viene implementando el INBA, las cuales definió insuficiente para el primero de los casos por tratarse de apenas de setrenta mil durante el año, en un escenario de un millón de perras; y sin sentido la segunda medida debido a que nunca se corrobora si los perros en la vía publica cuentan o no con ese dispositivo.
Scremini responsabilizó al presidente Luis Lacalle Pou de que en la conformación de los siete miembros del INBA solo haya designado un integrante en representación de los productores. “La gente que tiene noventa por ciento de los animales” no puede hacer nada porque sus propuestas no son atendidas. En su opinión hay “falta de objetividad en el tema”, porque si se lo trabaja con la seriedad suficiente “se les viene una tormenta social”. Scremini no encontró ninguna diferencia entre en INBA y la Comisión de Tenencia Responsable y Bienestar Animal del Frente Amplio y en ninguno de los casos halló un plan de acción bien definido, resultados a cumplir y efectos sobre esos resultados. En su opinión se trata de “un voluntarismo exprofeso” que solo sirve “para darle largas al asunto”.
El veterinario fue más allá aún y calificó de una mentira el verso de la adopción. Si se construyeran doscientos albergues “los llenas en una semana” y las autoridades de INBA “saben que después hay que matarlos”, porque el costo mensual de mantenimiento de cada animal ronda entre treinta y cincuenta dólares.
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