El gerente de San Jacinto consideró que el mercado está fuerte y va a retomar el dinamismo, porque hay demanda. “Si tuviéramos más producción la podríamos colocar, el problema es el volumen que produce Uruguay”, que es insuficiente.
Los últimos datos oficiales publicados por el Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG), al 30 de junio de 2019 el stock ovino era de 6.419.703 cabezas, y de acuerdo a estimación primarias del Departamento Proyectos y Mercados de Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), este año el stock volverá a mostrar estabilidad tal como viene sucediendo en los últimos seis años, cerrando en el entorno de los 6.400.000 cabezas.
Durante los primeros 5 meses del año la faena registró una baja del 5 %, ubicándose en 246.310 cabezas, informó el SUL a La Mañana.
Los precios internos en promedio durante los primeros cinco meses se ubicaron un 8 % por encima de promedio en 2019. Mientras que entre enero y mayo de 2020 el precio promedio del cordero pesado se ubicó en US$/kg 3,53 el promedio en 2019 fue de US$/kg 3,28.
Respecto a las exportaciones, el SUL informó que durante el periodo considerado, las exportaciones de carne ovina disminuyeron 17 % en valor y 22 % en volumen. La mayor baja se registró durante el mes de mayo con las exportaciones disminuyendo un 63 % en valor y un 54% en volumen.
Durante enero a mayo el principal destino fue Brasil si tomamos los datos en valor, pero China si se toman los datos en volumen. Cada país adquiere entre un 30 a 35% del total exportado. Se destaca Canadá como país que incrementó sus compras durante este periodo en un 39 %.
Respecto al producto exportado, la carne ovina se exporta congelada, representando la carne con hueso el 72 % del total, y el principal comprador sin hueso es Canadá, concluye el informe del SUL.
Hay mucha incertidumbre en los mercados
El gerente de frigorífico San Jacinto, Rodrigo Cabanas, dijo a La Mañana que este “está siendo un año muy complicado para el mercado de la carne en general, y el ovino no escapa a eso”. Agregó que “el cordero como producto de calidad con la marca Nirea Premium Lamb de San Jacinto está posicionado con un valor agregado interesante”, pero los mercados “han caído mucho” y hay “mucha incertidumbre sobre lo que puede pasar en los próximos meses”, aunque “estamos convencidos que esta es una coyuntura que va a cambiar” a pesar de que “hoy tenemos mercados muy volátiles”, analizó.
Agregó que la crisis de noviembre y diciembre en China “afectó al ovino, pero en menor medida que a la carne vacuna, luego se dio la pandemia y los mercados se vieron muy resentidos”.
“China lleva mucha carne ovina y es un mercado que está abierto, y Brasil consume un volumen importantes de cortes”, comentó. Añadió que “los cortes que van a uno y otro destino son diferentes”, y destacó a Estados Unidos que “compra el compartimento ovino”.
“El mercado está fuerte” y va a retomar el dinamismo, porque “la demanda está, el problema es el volumen que produce Uruguay que en relación a años anteriores ha caído mucho. Si tuviéramos más producción ovina la podríamos colocar”, aseguró.
Destacó que en calidad la carne ovina no tiene nada que envidiar a la de vacuno. “Por 1996 Uruguay posicionó muy bien la marca del cordero pesado”, y “nuestra planta empezó a exportar carne ovina a China antes, y el funcionamiento del frigorífico en China empezó a través de la carne ovina”, comentó.
La calidad de los envíos a EEUU es la misma que a China
Respecto a Estados Unidos, Cabanas dijo que en ese país “el mercado se mueve mucho más lento, y los volúmenes que Uruguay ha preparado” para su atención “han sido muy pocos”.
En cuanto a calidad los envíos a Estados Unidos y a China no tienen nada que envidiarse. La diferencia es que Estados Unidos “tiene requisitos sanitarios que se cumplen a través del compartimento, se logra aislar a los ovinos de los vacunos y eso permite ingresar a Estados Unidos con carne ovina con hueso, pero no quiere decir que es una carne de mejor calidad que la que se envía a otros mercados. Simplemente son definiciones sanitarias hechas a medida para ese destino”, explicó.
Añadió que la compra de Estados Unidos es menor porque es un producto nuevo y “hacer marketing porque estamos dando a conocer el producto. Es un proceso” y aún “no hemos logrado establecer un flujo de mercadería que tire de la producción”.
Desestacionalizar el consumo interno
Para Cabanas uno de los desafío de la producción ovina es la desestacionalización del consumo. “La realidad es que el producto ovino está muy bien posicionado”, pero “tenemos un problema con la estacionalidad del producto, tenemos una zafra muy marcada en octubre, noviembre y diciembre que hace prácticamente la mitad del volumen de todo el año”, destacó.
Por eso “tenemos que trabajar sobre cómo desestacionalizar para poder abastecer a los mercados con un producto homogéneo y que todos los meses lleguemos con un volumen comparable”. Es un problema cultural, con una comercialización “muy baja y concentrada a fin de año”.
“La industria tendrá que hacer un esfuerzo para pagar un poco más los corderos tempranos”
Uno de los problemas del mercado ovino es la desestacionalización de la producción. El Dr. Pedro Scremini, consultor del SUL y productor con establecimiento en la zona de Fraile Muerto, Cerro Largo, dijo a La Mañana que ese es un pedido que suelen hacer los frigoríficos, sin embargo “no es tan fácil” porque hay un componente económico importante. “Ofrecer corderos en otoño es más caro porque los mejoramientos son escasos y el frigorífico prácticamente paga lo mismo o a veces menos que los corderos que se van a tener en primavera”, porque es en la primavera que “los frigoríficos compiten entre sí, hay escasez y suben los precios”.
“Por más buena voluntad que tenga el frigorífico, en la práctica vale más un cordero en primavera que un cordero desestacionalizado, a pesar de que éste requiera de un mayor esfuerzo producirlo. Es una noria que no se acaba nunca”, dijo, porque “el frigorífico pide más volumen para esta época sino no justifica armar faenas, pero a su vez el productor pide más precio, y nunca se juntan las puntas”.
Además se da la situación de que si un productor “tiene 250 o 300 corderos para enviar a frigorífico, éste necesita completar la faena con unos 1.500 ovinos, por eso además de ese productor que tienen 300 corderos, necesita de varios productores más que oferten en esta época porque muchas veces el personal que utilizan en la faena de corderos no es el mismo que utilizan en la planta de vacunos”, explicó Scremini.
Por todas esas situaciones “los productores terminan haciendo los corderos para cuando todo el mundo los tiene prontos. A partir de agosto empiezan a salir y en noviembre hay un cuello de botella” en el que “bajan los precios, esos pasa todos los años”, señaló.
Desde la perspectiva del productor, la forma de solucionar ese problema “es que industria pague un mínimo o un plus por hacer el esfuerzo de sacar los corderos a partir de julio. Tendría que haber un contrato escrito y con compromiso, y los precios tienen que ser tentadores”. Seguramente “la industria tendrá que hacer un esfuerzo para pagar un poco más los corderos más tempranos”, porque como están planteadas las cosas ahora “es más económico sacar los corderos en setiembre que es cuando sobra comida, o en octubre que explotan las praderas”.
Las opiniones sobre la desestacionalización “pueden ser muchas, pero en el fondo es un problema de sentido común y económico”.
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