El trabajo rural bien puede ser hecho por mujeres, y si hay más hombres que mujeres es porque éstas no siempre se animan. “Tienen que animarse, se aprenden cosas buenas y útiles”.
Soledad Carrato es una joven mujer rural que se desempeña como peona de campo en un establecimiento ganadero que hace engorde de novillos a pradera, ubicado en la tercera sección de Treinta y Tres.
“Este es un trabajo que mayoritariamente es de hombres, no se ven mujeres que lo hagan. En las estancias las mujeres suelen cocinar y hacer cosas de la casa, pero yo trabajo a la par de mis compañeros varones”, dijo al ser consultada al respecto, “pero hay cosas que requieren un esfuerzo físico mayor, hacer fuerza, esos trabajos sí lo hacen los hombres porque el físico no siempre da, por ejemplo enlazar, en todo lo demás trabajamos a la par”.
“Tengo muy buenos compañeros de trabajo -agregó-, de los que ayudan, me siento cómoda en este entorno laboral y me gusta este trabajo en el que estoy”.
Soledad y su vínculo con el medio rural es de toda la vida. “Me crie trabajando en el campo ayudando a mi padre y haciendo trabajos de campo, después estudié en la escuela agraria y durante un tiempo estuve con una tía que tiene un tambo en Lavalleja”, contó. “Es lo que se hacer y me gusta hacerlo, no estoy pensando en dejarlo sino en seguir”.
Uno de sus compañeros de trabajo es su pareja con quien mantiene un vínculo totalmente natural. “No tenemos hijos y con mi pareja estamos unidos en el trabajo como en las tareas de la casa, nos dividimos las responsabilidades, no es que yo tenga que hacer una cosa u otra porque sea mujer sino que él me ayuda en las cosas ya sea cocinando u ordenando”.
Consultada si en algún momento ha pensado en cambiar de trabajo o vivir con las comodidades de la ciudad, Soledad contestó que no, porque le gusta lo que hace: “Es un trabajo que me gusta y no quisiera tener que cambiarlo, ya tuve la experiencia trabajar en Río Branco y lo que hago ahora no lo cambiaría por nada”, enfatizó.
Definitivamente es lo que ella quiere para sí y para sus hijos y lo dice con convicción: “Cuando tenga hijos me gustaría que se criaran en el campo, acá estamos cerca del pueblo y eso ayuda con la escuela porque la educación es lo más importante”.
Otra característica de su trabajo es que es “totalmente igualitario” respecto al de los hombres. “Nos ayudamos y apoyamos, y si llueve y hay algo para hacer, nos ponemos los ponchos y salimos, en el campo a veces no se puede dejar para después aunque llueva, y siempre trabajamos de igual a igual”.
“Es la primera vez que trabajo como peona, pero cuando se quiere y si gusta lo que uno elige hacer, se puede hacer, cualquiera sea el trabajo y las exigencias que tenga”, reflexionó, y consideró que “sería bueno que hubiera más mujeres en el campo”.
De familia
Al parecer las mujeres de la familia de Soledad tienen su misma valentía: “En Batlle y Ordoñez (Lavalleja) mi tía tiene un tambo. Yo trabajé con ella y la vi hacer trabajos que habitualmente vemos en los hombres, además de educar a sus dos hijos, a los que lleva todos los días a la escuela, ordeña, hace las tareas del hogar y doma caballos. Ella sí que hace de todo”.
“Yo no domo caballos, pero hay mucha cosa que aprendí de ella, por ejemplo, cuando hay que atender a las vacas pariendo”, concluyó.
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