La Mañana dialogó con Luis Ignatov, productor en el departamento de Rivera y Felipe Rodríguez, técnico de RSA, empresa agrícola ganadera en el departamento de Cerro Largo. Ambos contaron sus experiencias con el sorgo, cuyos resultados fueron totalmente diferentes.
Cada chacra es un mundo y los resultados que se obtengan dependerán de múltiples factores como las precipitaciones, el cuidado de la tierra, el manejo de los cultivos, la genética aplicada y las decisiones que sus responsables tomen. Los buenos resultados nunca están garantizados y cada cosecha que cierra un largo proceso biológico implica sumar aprendizaje.
Luis Ignatov es productor agrícola en el departamento de Rivera. “No soy ingeniero agrónomo, lo que se lo aprendí de mi abuelo y mi padre”, dijo como forma de presentación. “En mi chacra planto sorgo y soja, todos los años voy rotando: donde planté sorgo planto soja y donde plante soja planto sorgo. Este año son 150 hectáreas de sorgo y 300 de soja”.
Consultado sobre la cosecha de sorgo dijo que “comenzamos bastante bien, con 8.500 kilos por hectárea, es un buen promedio, yo con 4.500 estoy conforme, pero cuanto más se saque mejor”, comentó, y agregó que la producción “va para para ración y feedlot”.
Hace un tiempo la colocación del sorgo “estaba media complicada, pero ahora se coloca bien, y hasta falta”, además de que “en esta cosecha los precios son buenos, estamos entre 170 y 180 dólares los mil kilos” continuando la misma racha de 2020. “El año pasado se vendió bien por la seca y se pagó similar a este año, pero en años anteriores se pagaba menos, en el entorno de los 110 o 120 dólares”, comentó.
Es un cultivo “muy rústico, cada vez que planto fertilizo bien, le agrego urea y nada más”, logrando “buenos resultados y sin problemas sanitarios”. En cuanto a la necesidad de agua Ignatov dijo que no posee sistema de riego y que “se mantiene con poca lluvia”.
15 años rotando sorgo y soja
“Hace 15 años que trabajo con sorgo y soja, son los únicos cultivos que hago. Hace años hicimos trigo pero los fletes de aquí son muy caros y queda poco margen, la tonelada cuesta entre 65 y 70 dólares y ese es un costo que se siente a la hora de hacer números”, indicó. Con el sorgo ese costo es menor y “para salvar la ecuación al precio de hoy alcanzan 2.000 kilos”.
En cuanto a otros cultivos dijo que la colza no lo “convence mucho y la cebada cervecera tampoco sirve por el flete”.
Por su experiencia y método de trabajo Ignatov se ha convertido en referencia de algunos agricultores de la zona que imitan su forma de trabajo. Al ser consultado sobre eso se limita a decir que su popularidad se debe a que “supuestamente me cierran los números” y por eso “algunos amigos hacen todo lo que yo hago” en cuanto al manejo y uso de semillas.
Además de trabajar en su chacra, Luis Ignatov brinda servicios agrícolas a terceros.
Sorgo en el este con rindes menores a los esperados
Felipe Rodríguez se recibió de ingeniero agrónomo en 2020 y se desempeña como técnico en RSA, una empresa agrícola ganadera de Cerro Largo que se dedica al ciclo completo de la ganadería y en agricultura rota soja con sorgo. El objetivo del sorgo es la alimentación del ganado y lo producido este año tuvo como destino la ración.
“La parte agrícola dentro del establecimiento tanto de soja como sorgo, está más enfocado como un beneficio para la ganadería tanto como para generar reservas como el sorgo para grano húmedo y la soja con el propósito de desmalezamiento de gramíneas estivales”, comentó.
El área destinada a sorgo fue de 43 hectáreas, “no es un área importante a nivel productivo”, pero el resultado no fue el esperado ya que las enfermedades de fin de ciclo tiraron abajo lo que al comienzo parecía ser un cultivo prometedor, explicó.
Rodríguez señaló que se preparó el área cuyo antecesor había sido el mismo sorgo con presencia de rastrojo al momento de la siembra.
Previamente se realizaron todos los análisis del suelo cuyos indicadores presentaban “bajos niveles de nutrientes y muy poca materia orgánica de solo 2%. Toda la dinámica de los nutrientes es compleja con niveles tan bajos, también se complejiza el Ph. Es decir un suelo pobre que podemos caracterizar como marginal”, a lo que se suma una “estructura bastante arenosa”, indicó.
A pesar de la pobreza del suelo “hicimos el sorgo ajustando la fertilización en función del análisis previo”. La siembra fue el 7 de noviembre con muy buenas características de humedad, y “los parámetros agronómicos se ajustaron de forma correcta y en función de la información que teníamos”.
Las primeras señales del cultivo fueron positivas, “se armó bien, tuvo buena implantación, fue parejo, tapó el surco bastante temprano”, mientras se hicieron los monitoreos permanentes con las correspondientes aplicaciones.
“Llegó el momento previo a la floración y se hizo el análisis de la planta en laboratorio determinándose los niveles de nutrientes en la hoja, y encontramos que el cultivo tenía deficiencias” en nitrógeno, fósforo, potasio y algo de azufre, por lo que se hizo una nueva aplicación.
Desde entonces “el potencial fue bueno, con panojas bien armadas e intensidad interesante”, pero cuando llegó el momento de la cosecha se vio que el rendimiento era muy inferior al esperado.
“Esperábamos hasta 6.000 kilos por hectárea y cerramos en los 2.800, fue muy duro y desanimante perder el 50% del rendimiento”, señaló.
La conclusión a la que arribó Rodríguez en consulta con sus colegas fue el cultivo sufrió “un ataque muy grande de pulgón amarillo, eso lo vimos al final del cultivo, además el pulgón al alimentarse de la planta genera una puerta de entrada para otras enfermedades” como por ejemplo fusarium.
“En resumen, lo que nos ocurrió fue lo que se llama triángulo de una enfermedad que se concreta cuando se dan los tres vértices del triángulo: un cultivo susceptible” cuyo “material genético no tiene grandes defensas; el ambiente favorable”, en este caso por las precipitaciones que se dieron en el ciclo de cultivo y que fueron muy importantes; y “el patógeno que estaba presente en el rastrojo porque sobrevive de un año al otro”, describió.
“Todo esto nos deja una enseñanza” que corresponde aplicar de acá en más respecto a esas cosas que no se deben hacer o se deben hacer de otra forma, reflexionó. “Lo primero es rotar los cultivos y no hacer sorgo sobre sorgo”, y otra cosa es referente al material genético utilizado que tiene “muy alto potencial pero no tiene un buen comportamiento frente a determinadas enfermedades y condiciones” como las que se dieron este año.
Consultado si se dieron otras situaciones similares en la zona, comentó que otro productor de Cerro Largo, “perdió la chacra entera de más de 150 Hás., ya que sumado la enfermedad al ataque de los pulgones, la caña del sorgo se debilita y una tormenta de lluvia con viento, hizo que se caiga y no pudiera trillarlo”.
Por otro lado el factor climático también incidió en la zona este que “se dieron muchas precipitaciones a fines de enero, febrero y en marzo que es donde se empieza a complicar, con lluvias muy copiosas, generando un efecto de serrucho”.“Pasamos de periodos de seca de 20 y pico de días, al anegamiento y el agua no se aprovechó porque tenemos campos cortos, y el agua corrió o se encharcó”, dijo el Ing. Rodríguez.
Raigrás
En cuanto al uso que se le dará a esa chacra, el Ing. Felipe Rodríguez dijo que “después de cosechado el sorgo se tira raigrás al voleo porque la empresa hace producción de semilla para uso propio, fueron unos 35 kilos sembrados para aprovecharlo con la ganadería.
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