La suba de los insumos como la menor disponibilidad afecta la ecuación de los productores, el Ing. Diego Guigou se refirió a cómo afectan esas variables y los desafíos que implican para la producción.
La suba de los productos agrícolas es una buena noticia para los productores y para el país, sin embargo, se ha dado una importante alza en los precios de los insumos que pone en duda la rentabilidad. El fenómeno no es nuevo, suele suceder que cuando los precios van en alza los insumos acompañan.
El Ing. Agr. Diego Guigou, responsable de área de Agricultura de ADP –Agronegocios Del Plata– dijo que además del aumento de los precios también hay problemas de disponibilidad, y en ambos fenómenos hay varias razones para explicarlos.
Cuando hablamos de costos podemos agruparlos en tres partes que son “la renta, el componente insumo y el componente servicio”, dijo. “En esta zafra el componente insumo ya está pesando arriba del 40%, la renta anda aproximadamente en el 40% y los servicios entorno al 20% de aumento”, aunque estos últimos “no se han tocado mucho, y hacen a la siembra, la cosecha, las aplicaciones de fertilizantes y fitosanitarios”.
Respecto a los insumos, el cloruro de potasio tuvo un incremento “del doble de lo que teníamos el año pasado a esta altura, el año pasado tenía un costo de US$ 380, US$ 390, y este año está en US$ 700 la tonelada”. Otro ejemplo es “la urea que está en los US$ 650 la tonelada”, o el glifosato que tuvo “una suba del doble y algunos fertilizantes también son del 100%”.
Sin embargo no es lineal determinar cuánto subió cada insumo, porque “hay distintos tipos de negocio, pueden comprarse a granel, pero la suba de los fertilizantes van del 40% al 60% respecto al año pasado”. La variabilidad “es amplia porque depende de cómo se compre, hay muchas cosas que juegan y que impactan en los costos, pero la realidad es que el incremento fue muy fuerte en fertilizantes y también en productos relacionados”.
Por otra parte, Guigou dijo que “cuando uno puede hacer doble cultivo la fertilización se hace fuerte, por ejemplo, en trigo y cebada o colza, y después depende del rendimiento para ver si hay que volver a fertilizar para sembrar el cultivo de segunda, y en ese interín de tiempo desde que sembramos la cebada o el trigo hasta que vamos a sembrar el maíz de primera o la soja, el incremento (de los insumos) ha continuado”.
Los rendimientos estimados para compensar las subas
Consultado sobre cuánta soja, maíz o sorgo se necesita producir para compensar lo que se invierte en insumos, el técnico dijo que “depende del valor que le ponemos a la soja, que ha tenido una volatilidad enorme”. Pero si redondeamos en los US$ 500, se van a requerir entre 1.600 y 1.700 kilos para cubrir los costos”.
Calcular o estimar a qué valor podremos vender nuestra producción “es lo que está complicado ahora, porque estamos pensando en una soja que la vamos a cosechar el año que viene y hoy los 500 dólares que estimamos no están porque si queremos vender está a los US$ 460 aproximadamente”.
Con el maíz pasa lo mismo, y la pregunta es “qué precio le pones al grano, US$ 220 o US$ 250, la variación entre uno u otro valor es importante”.
Para obtener un buen maíz se requieren invertir U$S 1.100 “entre renta, fósforo, potasio, urea, zinc y todos los mimos para poder tener un buen potencial” y “no es lo mismo si el grano está a 220 o 250 dólares”.
La diferencia de la soja es que “es más transparente y permite vender hoy para el año que viene, pero el maíz tiene más demanda interna”, entonces el valor “se va configurando a medida que va llegando la cosecha”.
Sobre el sorgo consideró que “está interesante porque ha mostrado que tiene potencial de adaptación al clima, sobre todo pensando en un año Niña, seguramente se puede hacer con por lo menos US$ 200 menos que el maíz. Hoy el sorgo de primera se puede hacer con US$ 850, pero nos pasa igual que con todos los cultivos: para saber cuántos kilos de sorgo son US$ 850 hay que poner un valor y eso está difícil hacerlo ahora”.
Los nervios de los productores
Una eventualidad es que los precios de los productos agrícolas no suban. “Por ahí pasan los nervios de todos los productores. Cuando los precios tienden a subir como ha pasado este último año con la soja, el maíz, el trigo y la cebada, los precios de los insumos copian rapidísimo la tendencia e incrementan muchísimo su valor. Lo que preocupa es que al momento de la cosecha el grano no valga y ya fue hecha la inversión al comenzar la siembra. La pregunta es ¿qué va a pasar con el grano?, de repente Estados Unidos saca una cosecha enorme, baja los precios y los productores quedamos metidos en una zafra con costos caros y precios deprimidos”.
“Así como los costos suben tan rápidamente cuando sube el grano, sería bueno que esos costos bajaran igual de rápido cuando el precio del grano se deprime”, comentó.
Guigou explicó que hay varios componentes que inciden en la suba de los insumos. “El que saca potasio en una cantera de Rusia, o fósforo en otra cantera de cualquier parte del mundo, son fertilizantes para la producción de alimentos, y ante la suba de los granos seguramente también sube la demanda y eso hace subir los costos. Estamos ante un sistema de oferta y demanda y me parece que es bastante normal que se dé así”.
Además “cuando sube el petróleo también aumenta el costo de la extracción de los fertilizantes, y hay que añadir el costo del transporte en barcos. Pero si los granos no hubieran subido como lo hicieron seguramente no se podrían comprar fertilizantes al precio actual y el mercado se habría visto disminuido y en consecuencia bajaría la extracción”, razonó.
“Lo difícil es que cuando los precios se vienen para atrás los fertilizantes no bajan con la misma energía con la que suben. Cuando la soja cayó de 500 a 300 dólares, nos llevó mucho tiempo acomodar todos los costos para que vuelva a ser un cultivo con atractivo, pero cuando el precio sube en el mercado internacional el incremento de costos se da prácticamente de forma automática”.
De todas maneras subrayó que “es preferible tener un escenario de precios altos en granos e insumos caros. Eso es mucho mejor que un esquema con todos los precios deprimidos”, subrayó.
Menor disponibilidad de insumos
El otro problema descrito por Guigou es “la falta de insumos con barcos que se demoran más de lo previsto” lo que “incrementa los costos de la producción porque si uno precisa el insumo en mayo y el barco llega en junio se genera un costo adicional porque se tiene que hacer una pasada más y desacomoda lo que se planificó en la producción”.
En ASP pasó con el fósforo que se demoró, “pero priorizamos poner la semilla y cuando llegó 15 días después tuvimos que hacer otra pasada. Es difícil medir cuánto puede impactar eso en la producción, pero el sobrecosto ya estuvo y son vaivenes que no está bueno que sucedan”, valoró el técnico.
“También nos ha pasado con la disponibilidad de productos que queremos comprar y que por diferentes causas no están disponible: puede ser que otro país compra y ofrece más, o la industria tiene el 50% de la plantilla por las restricciones del covid-19 y tenemos un producto muy demandado y con poca oferta, lo que además de afectar la disponibilidad ayuda a que suban los precios”
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