Hace unos cuantos años, en el norte de nuestro país abundaban los productores de tabaco, hoy ese número se redujo a algunos pocos. Entre ellos se encuentra Facundo Dos Reis, “Rubito” como lo conocen en la zona, que contó a La Mañana su recorrido, siempre ligado a la producción tabacalera.
“Arranqué con el tabaco hace unos cincuenta años, mi padre era el que plantaba, yo siempre andaba en la vuelta, y después seguí yo”, comenzó relatando Dos Reis, que asegura haber empezado en la actividad a los siete años de edad.
Es que Rubito se crio en lo que sería su lugar de trabajo para toda la vida, en el campo de su familia, ubicado en las afueras de la ciudad norteña de Tranqueras. “Plantamos como unos cuarenta años con Montepaz primero y después con Abal Hermanos. Después ambas se fueron, y ahora hace como doce años volvió Montepaz”, con quien se encuentra trabajando actualmente.
Una labor de artesano
“Siempre plantamos acá, en esta zona. Ahora estoy plantando una hectárea, y saco aproximadamente 3000 kilos por hectárea, quizá un poco más”, aseguró. Los almácigos se arman alrededor de junio, para luego, a partir de setiembre trasplantar la muda, y entre setiembre y noviembre se empieza a cosechar, que se hace en etapas, desde la primera hoja de abajo, y después el resto de la planta.
Pero el proceso no termina en ese momento. “Ahí se va cortando y trayendo para el galpón, donde queda cerca de tres meses o más. Después se va clasificando y guardando en cajas”, contó Rubito.
En la zona se plantan dos tipos de tabaco: de estufa, el tabaco rubio, que es de la variedad Virginia, y el de galpón, “que es el que producimos acá, una variedad que se llama Burley, el tabaco negro. El tabaco implica entre ocho y nueve meses, desde los almácigos a la última entrega, trabajamos casi todo el año”.
“Antes la producción tabacalera en la zona era bastante más importante, hoy quedamos seis productores que trabajamos todos con Montepaz, somos todos conocidos y producimos acá en la vuelta. En el tiempo de mi padre eran mucho más, cerca de veinte productores de tabaco de estufa”.
“Lo que pasó es que cuando las empresas -y pasó lo mismo con la forestación- no producen muy bien se van a otro país. Con Abal pasó algo similar, le sirvió la producción en la Argentina y dejaron los productores de acá”, reflexionó.
Ahora, hace casi trece años los productores de la región trabajan con la industria tabacalera Montepaz, cuya planta se encuentra próxima a la ciudad de Rivera, que vienen y se llevan la producción en camiones.
Los Dos Reis siempre plantaron tabaco, de forma casi ininterrumpida. “Creo que cuando se fue la Abal estuvimos unos cuatro años parados, pero después seguimos. Ahora en estos momentos difíciles venimos bien, los precios se mantuvieron y los costos tampoco variaron significativamente”.
Hoy Rubito trabaja en el negocio junto a un peón. “Al principio teníamos a algunos más, mi hermano y algunos vecinos, pero ahora solo estamos los dos”, aseguró.
Respecto a la situación sanitaria, el productor afirmó: “la pandemia la verdad es que no nos afectó, la empresa siguió trabajando de la misma forma. El año que se complicó un poco fue cuando el presidente Vázquez comenzó con la campaña contra el cigarro. Ese año no trabajamos nada, se trancó todo, pero después volvió a la normalidad”.
Pero a partir de ese año la cosa cambió, los costos de producción subieron, y bajó el precio del tabaco, porque aumentaron los impuestos para las tabacaleras, desestimulando la producción, y desde entonces quedaron para atrás varios productores, que no han vuelto.
“A partir de entonces mermó la plantación de los que quedamos, al que plantaba dos hectáreas le dieron una, y al que plantaba una le dieron media”, contó Rubito. La forma de producción se basa en que la empresa financia a los productores la plantación de cierta área, asegurando la compra de lo estipulado por medio de un contrato entre la empresa y el productor.
“Ahora está todo muy controlado, hasta el fertilizante que usamos. Ellos no quieren dejarnos sin plantar, entonces nos han dado un poco menos de área a cada uno. Acá se planta en todo el departamento de Rivera y también en Artigas, hay mucha gente que vive exclusivamente de esto”, resaltó.
El futuro complejo para un sector con poco recambio
Dos Reis aseguró que “no es muy fácil, pero es de las pocas cosas que se pueden plantar por acá, y ahora con los impuestos que tenemos hay que trabajar bien para que sea rentable, y que podamos competir con lo que viene de afuera que es muy bueno. Pero acá tenemos condiciones, es bueno el suelo del norte para el tabaco”.
Antiguamente, todos los años se realizaba en Tranqueras la Fiesta del Tabaco, recuerda Rubito, “pero cuando se fue una de las empresas no se hizo más, hacíamos un asado con todos los productores, y le daban un trofeo al que sacaba mejor tabaco, yo lo gané varias veces”, y se ríe al contarlo.
“A mí me ha ido bien con el tabaco, claro que no vivo solo de esto, pero es un buen negocio. Hay que saber trabajarlo, porque los costos son elevados y hay que ser responsable, porque el trabajo una vez que está pronto no espera, y eso es como todo, hay que estar siempre arriba. Es un trabajo artesanal, hay que ir cortando y colgando en el galpón -que tiene siete metros de alto-, para secarlo, y ese trabajo lo hago solo yo”.
“Ahora ya estamos cerca de terminar, a fin de mes ya se llevan toda la entrega de este año. De la planta luego de colgarlo y dejarlo secar se saca la hoja y se pone en las cajas, para luego enfardar y prensar, recién ahí queda pronto. En esos ocho meses es un trabajo de todos los días”, dijo el productor.
Una hectárea implica aproximadamente 30 mil kilos de planta “que traemos para acá, y quedan al final solamente 3 mil”. Respecto al clima, el productor aseguró: “con la seca nos va inclusive mejor, cuando va mucha lluvia da un tabaco grande, pero liviano, y cuando va seco da kilos, la raíz se va para abajo, y al criar la hoja ahí sí pide una lluvia”.
Mirando hacia adelante, Rubito concluyó que no considera que haya mucho recambio generacional en el rubro, “los gurises se van a estudiar y no van a dejar para ponerse a plantar, en ese sentido a la chacra no le veo mucho futuro con gente nueva. Yo lo hago porque lo necesito, pero ya me queda poco tiempo para jubilarme, y también porque me crie haciendo esto, me gusta, y quiero terminar como plantador de tabaco”.
TE PUEDE INTERESAR