Coleccionar antigüedades es una distracción y un pasatiempo, pero también la forma de mantener viva la memoria y la tradición de cosas que el progreso parece querer olvidar.
En la localidad de Pantanoso, en el departamento de San José, a 2 km. del límite departamental de Colonia, se encuentra el establecimiento El Escondido, donde William Moreno de 61 años lleva adelante junto a su esposa Sonia y su hija Rosmary una explotación ganadera de tiempo completo. En la zona, la familia también es conocida por su afición por las antigüedades.
“Desde hace un tiempo papá integra en Valdense (departamento de Colonia), el museo Asociación Pro Acervo Histórico, algo que siempre le gustó”, contó Rosmary Moreno a La Mañana.
El vínculo de la familia con la Asociación se remonta al abuelo de la joven productora: “Mi abuelo paterno tenía una cosechadora Internacional modelo G2, una máquina que ya no se usa más, es como una reliquia para papá, y como no quería dejarla a la intemperie, pero tampoco había lugar donde guardarla, la llevó a museo. Ese era el único lugar donde se podría mantener con los cuidados necesarios. De lo contrario se hubiera echado a perder. Desde entonces mi padre siempre ha estado en contacto con el museo y se enganchó con el tema de las antigüedades”.
Además de estar bien cuidada, la cosechadora Internacional G2 se usa en las festividades de Valdense, participando de los desfiles en que interviene el museo.
Uno de esos eventos es la Fiesta de la Trilla de Colonia Valdense que se realiza cada 8 de enero. Es de esos eventos que “acá no se ven mucho, pero en Argentina hay localidades en que hacen grandes fiestas”, comentó.
Charret y carro de cuatro ruedas
Por otra parte, la familia Moreno posee un charret que perteneció a los abuelos maternos de Rosmary, y un carro de cuatro ruedas que sí conservan en el establecimiento. “Cuando mi abuelo falleció nos trajimos un charret, papá lo restauró, y con eso empezamos”. También “tiene un carro de los que antes se usaban para repartir leche, y de a poco lo fue reparando y armando. Un carpintero hizo las piezas que faltaban y arreglando las que estaba en mal estado. Papá lo armó con algunas modificaciones, por ejemplo el modelo original era tirado por dos caballos, pero lo adaptó a uno porque es suficiente para el traslado de personas en viajes cortos que es el uso que le damos”.
El proceso de reparación no es fácil. “Las partes de madera que hubo que arreglar o hacer nuevas se las hizo un carpintero, pero la mano de obra, el armado, desarmado y mantenimiento lo hace mi padre”. La dificultad está en que no cualquiera se anima a trabajar esas piezas y “las partes de las ruedas las tuvo que llevar a Montevideo”.
Uso turístico
Consultada si el charret o el carro tiene uso turístico, Rosmary dijo que tanto el charret como el carro se usa en ocasiones especiales, para desfilar o hacer un traslado corto, pero en realidad los tienen porque es un gusto o pasatiempo de su padre, con los cuales no se pretende otra cosa que el placer de tenerlos: “Trabajar en la reparación y el mantenimiento es algo que mi padre hace por el gusto de hacerlo”.
En El Escondido hay un galpón que no se usa y que es donde William Moreno va guardando objetos antiguos de todo tipo. “Hay arados, faroles, radios antiguas, planchas, una desgranadora de maíz, ahora está haciendo una colección de botellas”, entre otras piezas. “La desgranadora se puede usar, la hemos usado, pero la finalidad real par la cual la tenemos es la exposición”, señaló.
Todo está guardado en el galpón que es privado, pero no quiere decir que nunca se exponga, la realidad es que si la pasión de la familia Moreno siempre estuvo, en los últimos años ha tomado un nuevo dinamismo.
“Todo arrancó hace unos años, en 2019, cuando se armó un circuito turístico” organizado por la Intendencia de San José y que involucró a varias familias de la zona. “Cada casa mostraba diferentes cosas que tenían atracción para el visitante. Una casa tenía ombúes y un corral de piedra, en otra se hacía quesos y se exhibía la quesería, nosotros mostrábamos nuestros animales y el charret porque aún no teníamos el carro”.
Lamentablemente el circuito no se ha vuelto a hacer, sin embargo “mi padre mantuvo el entusiasmo por juntar cosas antiguas y sin uso, pensando en la posibilidad de que llegaran personas a las que pudiéramos mostrárselas”.
Una tarea permanente
Coleccionar cosas es una tarea que no acaba nunca, a cada lugar que Rosmary va siempre está atenta en poder encontrar algo que sume, un objeto nuevo, o una pieza que sierva para completar o reparar lo que está roto.
“Hace unos días fui a un campo de unos conocidos y le pregunté si no habría alguna cosa que no se use, algo antiguo que pudiera ser de interés para la colección y los dueños de casa me mandaron al cementerio que es como le dicen al lugar donde dejan todo lo que ya no usan y que no les sirve, ahí revisando encontré algunas botellas antiguas que llevé para mi casa, y mi padre quedó contentísimo. Lo que pasa es que la gente tira cosas que cree que ya no tiene uso, y seguramente no lo tienen, pero cuando uno comienza a coleccionar valora todo lo que los demás tiran o no les sirve de forma diferente”.
Entre todo lo que uno encuentra hay artefactos que no tienen todas las piezas y es difícil conseguir los originales, “eso pasó con algunos de los faroles a los que le faltaba algún vidrio, costó conseguirlos, pero al final de tanto buscar y revisar los encontramos en un local viejo”.
Para William, coleccionar no es solo juntar objetos antiguos, “para él es como una distracción, algo que le gusta y disfruta”.
Trabajo productivo de El Escondido
El establecimiento El Escondido de la familia Moreno se dedica a la producción de ganado vacuno, “hacemos ciclo completo, tenemos vacas de cría y vendemos novillos y vaquillonas a frigorífico, trabajamos con Aberdeen Angus”, dijo Rosmary.
El nombre “El Escondido es porque está a 4 km del camino y está como escondido. La producción es familiar, yo soy la única hija. Trabajamos mis padres, mi pareja y yo”, y cada cual tiene más o menos definida su función.
“Mi padre se dedica más a los chanchos que es lo que le gusta, también mueve la tierra y pasa la rotativa; mi madre con las vacas lecheras y yo me dedico a sembrar y atiendo el ganado”.
“Ahora la siembra está complicada” por los factores meteorológicos. “Papá tiene la tierra pronta para sembrar, pero falta humedad en el suelo. Esperamos que llueva para poder plantar sorgo que es lo que se le da de comer al ganado en verano, pero no da para sembrar aún porque hay muy poca agua, muy pocas precipitaciones”.
“A la falta de lluvias se suman las heladas que tuvimos la semanas atrás, y eso achicó la alfalfa”. “Lo que me pasó y que nunca me había sucedido, es que la cebada granada se empezó a secar, consulté al ingeniero agrónomo y me dijo que la helada la afecta, el panorama no es fácil”, comentó.
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