El 20 de mayo se celebró el Día Mundial de las Abejas, la fecha refiere al nacimiento de Anton Jansa, pionero de la apicultura moderna.
Ulises Caballero tiene 42 años, y es apicultor desde hace 20 años en la zona de Cardona, departamento de Soriano. Su formación fue la carpintería. “Soy carpintero recibido en la UTU -dijo a La Mañana al ser consultado sobre sus inicios en la actividad apícola-, pero en la crisis de 2002 comencé a trabajar como empleado con las colmenas, aprendí con los apicultores locales y como no había mucho con qué pagar lo hacían con algún núcleo (colonias nuevas de abejas). Así me fui haciendo de las colmenas y hoy mi familia y yo vivimos de este trabajo que incluye todos los rubros de la apicultura. Mi vida gira en torno a la apicultura”, subrayó.
Con unas 300 colmenas propias “soy de los productores pequeños”, comentó, pero Caballero además ofrece “servicios de extracción de miel” entre otros. La extracción es un proceso sencillo que debe hacerse con las debidas autorizaciones y trazabilidad.
Uno de los desafíos de todo productor apicultor es mantener e incrementar el número de colmenas. “No es fácil conservar el número de abejas y por eso debemos hacer continuamente núcleos, reproduciendo la colmena”.
Respecto a la trashumancia, una de las actividades que hacen los productores y que consiste en el traslado de los insectos confines productivos, dijo que hay varios colegas suyos que utilizan esa práctica, pero él no la adopta salvo que sea muy necesario.
El traslado de colmenas “se estila para producir miel de eucaliptus, se llevan del sur al norte pero este año las cosechas en el norte fueron bastante flacas y los productores que se animaron, alentados por los precios, no sé si habrán podido empatar porque el traslado lleva mucho gasto y hay que sacar kilos suficientes”, señaló.
“Yo no muevo las colmenas porque es muy trabajoso, se necesitan buenos vehículos, las colmenas deben ser preparadas para que estén ‘bien abejudas’ como decimos los apicultores, hay que cubrirla con malla sombra para que los animales no se escapen en el camino, tampoco puede pasar que en el traslado ingresemos a un centro poblado e ir dejando abejas por el camino teniendo en cuenta de hay gente que es alérgica”. Además de todo eso “el viaje estresa a las abejas”.
“Quienes se dedican a esa práctica saben como hacerlo y lo hacen bien”, agregó. La ventaja de la trashumancia es que “se acorta el invierno” porque “acá la zafra se acaba en marzo”.
Los beneficios de tener abejas en la chacra
En otro orden Caballero dijo que los propietarios de los campos permiten que el apicultor ponga en algún rincón del predio el apiario, pero a su vez “el productor sabe de los beneficios que genera la polinización. El beneficio es mutuo”.
Un ejemplo de ese beneficio para propietario de la chacra o el campo es que “la pradera sin polinizar dura un año y con polinización 5 años, eso es más rentabilidad porque no tiene que volver a sembrarla”.
A su vez, “el que produce semillas no las tendría sin polinización” y en las de praderas “el aumento es del 70%”. “El sojero puede tener un 16% de producción extra si tiene abejas en su predio, además de que favorece la prolijidad y la uniformidad en las chauchas” haciendo que estas “tengan todos los granos”.
“La abeja poliniza y se sabe científicamente que ayuda a aumentar la producción”, recalcó.
Otro ejemplo es la colza que logra un 15% más de semilla por la calidad y uniformidad del grano, y eso más el incentivo que la abeja le da a la planta para que el cuajado de la semilla sea más uniforme. Sin abejas hay chauchas sin abrir y otras que están tirando la semilla al campo y eso es pérdida para el dueño de la chacra”, describió.
Similar es lo que sucede en la producción de frutas. “Hay apicultores que se especializan en manzanos y llevan sus colmenas allí” para lograr una fruta de más calidad, y cuando vemos que esa calidad no se alcanza es “porque le faltó la visita de la abeja”. Cuando compramos una manzana bien formada “eso se lo da la abeja”, similar es lo que se puede decir en la producción de hortalizas.
Además de la tarea productiva, Caballero dedica parte de su tiempo para “darle a la sociedad parte de lo que esta sociedad me ha dado”, y con ese fin trasladamos “nuestro conocimiento a los niños de las escuelas, a jóvenes liceales o de la UTU. A donde nos llaman tratamos de ir, tratamos de estar donde nos convocan”.
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