Uruguay tiene vocación, pero también obligación de incrementar sus exportaciones. Afortunadamente, las tendencias instaladas en los mercados globales muestran demandas en aumento, tanto en el corto como en el largo y mediano plazo, para nuestros principales productos, todos de base agropecuaria.
En particular, ese fenómeno es especialmente destacado en el caso de la carne vacuna, que está pasando por un momento excepcional de demanda y precios, aunque con escasez de oferta para aprovechar en toda su dimensión esta oportunidad. De todos modos, es el país más exportador del mundo, ya que vende al exterior alrededor del 70 % de la carne que produce.
En anteriores contribuciones reflexionamos sobre los aspectos de política y macroeconomía que se requieren, según nuestro punto de vista, para consolidar el buen momento de precios y condiciones para la producción que está viviendo la ganadería. Señalamos, entre otros factores, la necesidad de adecuar el tipo de cambio a un nivel que estimule, o por lo menos no impida, las actividades de exportación, como es el caso paradigmático de la producción de carne vacuna y ovina.
En instancia más reciente, observamos la situación desde la mirada del productor, una visión desde la microeconomía, en la que nos atrevimos a proponer acciones para internalizar el ambiente favorable actual apuntando a darle solidez y permanencia, mejorando el perfil de deuda, o invirtiendo en infraestructura productiva, entre otras opciones.
En ambos enfoques expresamos nuestra opinión de que este escenario tan positivo no es permanente, sino que responde a una circunstancia nutrida de muchos factores, algunos de cuales habrán de desaparecer en plazos indeterminados, pero no muy lejanos. Por eso planteamos la necesidad de aprovechar el viento a favor, tanto por los responsables de las políticas como por los actores de la producción involucrados.
Como decíamos, la mirada más distante da pie para el optimismo, pero la euforia del momento puede ser efímera y dejar secuelas nocivas cuando se diluya.
La coyuntura actual
La intensidad de la demanda externa de carne es el principal factor que marca el camino y el ritmo de la actividad, el que condiciona toda estrategia y todo resultado.
Veamos en primer lugar algunos aspectos de los mercados cárnicos del exterior en la coyuntura y luego daremos un vistazo a horizontes más lejanos, líneas de largo plazo que pueden detectarse desde el mirador de la actualidad.
Menor producción
La faena de 2019 va a caer respecto a la de los tres años anteriores; por lo menos un 5 % en relación a la del año anterior. Consecuentemente, la producción de carne va a caer en un porcentaje similar, si no más, dado que la baja recae en la faena de novillos, la categoría que proporciona más carne, que se reduce en más de 10 % de las reses procesadas respecto al 2018.
Para este análisis no consideramos las exportaciones en pie, ni las variaciones de stock, ni la de los pesos de los animales en el campo, solo observamos la faena industrial.
Exportaciones se mantienen en volumen
A pesar de la menor producción, no bajan las toneladas exportadas, que son prácticamente las mismas que el año anterior. Al 16 de noviembre en ambos años se superaban las 405 mil ton peso canal. No es porque haya bajado el consumo interno, lo que dejaría más volumen para la exportación, sino porque se están importando volúmenes importantes de carne. Es carne más barata, procedente de la región, casi toda de Brasil, que se destina precisamente a cubrir la demanda del abasto doméstico.
Precios más altos
La gran diferencia con lo que ha ocurrido en los últimos años, por lo menos desde el 2014, es el repunte de los valores de venta de la carne exportada, que en los meses recientes ha sido vertiginoso, debido básicamente a la recalentada demanda de China, por sus conocidos problemas con la carne de cerdo. En lo que va del año, hasta mediados de noviembre, el precio promedio de exportación aumentó casi un 8 % respecto a igual tramo del año anterior, pero en octubre último y en lo que va de noviembre, la diferencia es de 24%. Noviembre será el 4º mes consecutivo en el que se superarán los 4 mil dólares por tonelada peso canal o carcasa.
Hasta el 16 de noviembre, el precio de exportación acumulado llega a US$ 3.809 la tonelada peso canal, pero con los valores que semana a semana se obtienen, el promedio a fin de año estará algo por arriba, en torno a los U$S 3.850. Este valor todavía está lejos del récord de 2014, cuando alcanzó a US$ 4.038 la t en el promedio del año, pero si se mantiene el ritmo de los últimos meses, el año próximo se superarán con holgura los máximos logrados en tiempos álgidos del “superciclo de los commodities”, como fue dado en llamarse el período de los primeros años de la década corriente.
Los valores más altos de la carne, con volúmenes similares a los del año anterior están determinando un aumento del orden del 8 % en la recaudación total, que puede llegar al 9 % en el total del año. Ese incremento equivale a unos US$ 150 millones adicionales, por lo que la factura por exportaciones solo de carne vacuna sumaría unos US$ 180 millones en el año calendario. A este total, en esta oportunidad, hay que restarle las importaciones de carne para consumo, un monto no insignificante. De todos modos, son buenas noticias: queda un amplio margen entre una y otra factura: hay un plus de ingresos no esperados por este rubro, que reparte mucho a lo largo de una extensa y poblada cadena.
Los ganados para el campo
La otra diferencia, más impactante, es el traslado íntegro de esa mejora en los valores de exportación de carne al precio de los ganados de embarque, y de rebote, a todas las categorías de hacienda, sean de reposición de invernada o de cría. En las cotizaciones más recientes, los novillos, según el indicador de INAC, en 4ª balanza consiguen US$ 4,32 por kilo, 24 % por encima de las mismas fechas del año anterior, mientras los vientres consiguen aumentos aún más expresivos: las vacas promedian US$ 4,14 por kg, 32 % más que un año atrás, y las vaquillonas US$ 4,20, una suba de 30% respecto a 2018.
En cuanto a las categorías para el campo, hace tiempo que obtienen precios altos en relación a los valores históricos, y mantienen su firmeza en todas las concentraciones de venta, sostenidas en alguna medida por la relativa escasez de hacienda y las expectativas generadas por la actual demanda de carne. Ni siquiera los recientes problemas con la exportación de ganado en pie tuvieron efectos en los valores, ya que son los invernadores locales los que pagan más por los terneros.
El tema de la reposición merece un abordaje con mayor profundidad, el que oportunamente intentaremos.
Predominancia china
La gran mayoría de las colocaciones de carne y menudencias se envían a China, que en el acumulado de lo que va del año viene absorbiendo casi los dos tercios de los volúmenes físicos de carne, lo que en dólares equivale al 58 % del total recaudado por la carne vacuna, menudencias y subproductos de la faena.
Esta captación ha ido creciendo, es un fenómeno que está en un punto álgido: en los últimos 5 meses, China ha comprado el 70 % de los volúmenes físicos de carne vacuna a precios cada vez más altos.
Esta situación, como siempre ocurre, es bastante inesperada, por lo menos en el nivel agudo de hoy, y se debe a la crisis de la carne de cerdo que sufren los chinos, que en algún momento – se estima que en un par de años -, se habrá de corregir.
Cambios en los destinos
Mirando hacia atrás, vemos que China prácticamente no cifraba en las compras de carne hasta 2013, y desde entonces ha venido creciendo en su participación, captando porcentajes cada vez mayores de nuestras exportaciones, hasta la impactante situación actual.
En un estudio de INAC, que releva las ventas externas en plazos más extensos, se destaca cómo han ido cambiando los destinos de nuestra carne a lo largo de últimos 22 años.
Observando lo ocurrido desde la salida de la crisis de la aftosa, vemos que en los 5 años que van de 2003 y 2007 inclusive, el principal mercado era el NAFTA, particularmente EEUU.
El lustro siguiente, entre 2008 y 2012 inclusive, el mayor comprador fue Rusia, y desde entonces para acá, el gran protagonista viene siendo China.
Importante valorización de la carne y el ganado por la demanda china. La coyuntura revela un mercado recalentado, que a mediano plazo se ajustará a niveles más normales. La perspectiva de mediano y largo plazo augura buenas cotizaciones, pero no tan altas como las actuales.
Los precios de la carne vendida son muy distintos a lo largo de la serie: apenas superaban los 1.000 dólares en 2003, cuando se inicia una suba continua que llega hasta el 2014, cuando alcanza a superar los US$ 4.000 por t, punto máximo que no se ha superado hasta el momento. Luego de ese año se inicia un período de baja de un par de años, para luego retomar una senda alcista moderada, hasta que en mayo de este año explota la bomba de la demanda china y los precios pegan un salto e inician un alza sostenida que no muestra señales de aflojar.
Como veíamos más arriba, este estado de cosas parece que habrá de mantenerse mientras China no recomponga su oferta de carnes, lo que puede llevarle de dos a cinco años, según las distintas fuentes.
Los otros mercados tienen sus propias características; el principal cambio que se espera – en este caso, negativo -, será la disminución abrupta de las toneladas de la cuota 481 disponibles para terceros países, como es el caso del nuestro. Por otra parte, todos los otros destinos se mantienen más o menos estables, y los agentes encuentran oportunidades de colocación con nuevos productos, pero el que convoca los mayores esfuerzos de marketing y negocios, el que define el partido, es el mercado chino.
Tendencias globales
El factor de mayor importancia que permite augurar un futuro con buenas perspectivas es el sostenido crecimiento de largo plazo de la demanda y el comercio internacional de carne. En la presentación que efectúan los técnicos de INAC, denominada “Construyendo el País de la Mejor Carne”, se mostró una gráfica sobre la evolución de las importaciones de carne desde el año 2000 hasta 2019. Dichas importaciones crecieron 2,3 % acumulativo todos los años: pasó de unos 5,8 millones de toneladas a prácticamente 9 millones en estos 20 años, con una aceleración de la tendencia en los últimos tres años. El consumo de carne importada como porcentaje del consumo total pasó de 7 % a unos 8,3 % (aproximadamente). Atendiendo a que el aumento de la demanda tiene su centro en los países asiáticos, que tienen una enorme brecha en el consumo per cápita respecto a los países desarrollados, y son los que están creciendo a ritmos mayores, solo cabe esperar que estas tendencias alcistas continúen y se reafirmen en el mediano y largo plazo.
Advertencia necesaria
Las perspectivas favorables que se observan en los escenarios distantes para la colocación de carne, no equivalen a convalidar los precios que se están obteniendo hoy por los ganados. El alto valor de las haciendas depende no sólo de la demanda china (a la que concurren a abastecer otros proveedores con mejores condiciones de volumen y precios), sino también del tiempo climático local (una seca en el próximo verano alteraría totalmente la situación), así como de la intensidad de la demanda industrial, que hoy está inesperadamente fuerte, pero que puede coordinarse en niveles inferiores sin aviso previo. Tales los principales, pero no únicos factores que delinean la realidad actual, que dependen muy poco de las acciones que puedan realizar los productores en uno u otro sentido.
A nadie le gusta que le pinchen el globo, que le corten el mambo cuando las cosas vienen rodando bien, pero no está demás incorporar un tanto de prudencia en las estrategias de producción en los momentos de euforia.