Entre 2008 y 2020 se han ido 50.000 personas vinculadas al medio rural de las que 10 mil eran patrones y 40 mil trabajadores. En los últimos tiempos parece ser cada vez más difícil permanecer en las zonas rurales, sobre todo donde se instalaron grandes macizos forestales.
El año pasado, en el marco de la Ley de Presupuesto, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Ing. Agr. Carlos Uriarte, dijo en la comisión respectiva de la Cámara de Diputados que ha caído el número de cotizantes del sector rural, al pasar de un pico de 178.006 en 2008, a 149.337 en 2018.
En 10 años se perdieron 28.669 cotizantes, lo que significa “una baja de ocho cotizantes por día en el sector rural”, dijo el jerarca.
“En promedio, cinco de esos ocho cotizantes son trabajadores y tres, empresarios”. Uruguay necesita “una nueva interpretación de qué es el desarrollo rural” y “a este Ministerio le preocupa muchísimo esta caída, tanto de los empresarios como de los trabajadores”, aseguró.
Agregó que “durante muchos años se ha trabajado en pos del desarrollo rural, pero esta gráfica no lo refleja”, y asumió el compromiso de “hacer lo posible para revertir esa situación”.
Lo mismo explica la gráfica N° 2. “En azul, están los trabajadores rurales y en naranja, los patrones” y “marca la misma evolución: en 2008 hubo un pico y, después, una caída constante hasta 2018”.
“En promedio, los trabajadores fueron más castigados que los empresarios, pero la caída de ambos es muy preocupante”, observó.
Los datos y las gráficas aportadas por el ministro Uriarte presentan de forma incontrastable uno de los problemas fundamentales que tiene la ruralidad nacional: el despoblamiento de la tierra, un fenómeno sobre el cual La Mañana se ha ocupado en reiteradas oportunidades desde diferentes ángulos.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas (datos a 2018) el 85% de la población viven en zonas urbanas, el 10% en pueblos y solo el 5% en zonas rurales.
Un viejo problema
Ya en los años ’80 el sociólogo y docente universitario Horacio Martorelli había escrito sobre el tema señalando que “a mediados del siglo XIX se estimaba que la población rural representaba el 62% del total de habitantes en el país. Hacia 1860 ese porcentaje habría bajado a 58%, a principios del siglo XX la población rural probablemente no llegaba al 50%. En 1963 el Censo Nacional registró solamente el 19,2% de la población rural, y 12 años más tarde el Censo Nacional de 1975 registró apenas un 17% de población rural”.
“Lo que explica ese fenómeno” de vaciamiento del campo “es la emigración de los habitantes de la campaña hacia los centros urbanos”, agregó. Más adelante afirma: “La población rural ha comenzado a disminuir en nuestro país bastante antes del año 1950”, y “se puede estimar que alrededor de 10.000 personas dejan todos los años el medio rural para instalarse definitivamente en los centros urbanos”.
Pero lo que se debe establecer qué genera y qué hace que las familias dejen el campo porque sabemos que el trabajador y las familias que dejan el campo para instalarse en las ciudades no siempre logran obtener una mejora social o económica, por el contrario ensanchan los cinturones de pobreza de los centros poblados.
La semana pasada, refiriéndose a la lechería pero que vale para todo los sectores rurales, el senador Guido Manini (Cabildo Abierto) dijo luego de reunirse con el presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche, Walter Frisch, que “cuando una familia deja de producir se va a la ciudad, a veces a ocupar un lugar en el cinturón de pobreza”, en un proceso que implica “dejar de ser productor de alimentos para vivir en la desazón y sin esperanzas”, además de que luego de “bajar la cortina pasa de ser un aportante a un dependiente del Estado”.
La forestación y el despoblamiento rural
En el reciente debate sobre la forestación organizado por Un Solo Uruguay el sábado 23 de enero, el Ing. Guillermo Franchi dijo que las empresas forestales tienen la capacidad de “correr a plata cualquier posibilidad productiva porque son capaces de pagar una renta de US$ 180 por Ha. y en algunos casos más cuando la ganadería puede pagar entre US$ 50 o US$ 70”.
No son pocos los productores que aferrados a su tarea productiva se resisten a las estímulos económicos de quienes le ofrecen tentadoras ofertas que implican más ganancias para dejar de hacer lo que mejor saben y que realizan desde hace tantos años.
El diputado Rafael Menéndez (CA) señaló por su parte que uno de los “impactos sociales” de la forestación es que ha contribuido al despoblamiento rural.
“Del 2008 al 2020 hubo 50.000 personas vinculadas al medio rural que se han ido, de las que 10.000 eran patrones y 40.000 trabajadores rurales”. Eso sucedió “donde se instalaron grandes macizos forestales y en Uruguay el 30% corresponden a macizos de más de 2.000 Has., y hay un 33% que son de entre 5.000 y 10.000 Has. Evidentemente la forestación ha contribuido a la despoblación del campo”, expresó.
“Siete cascos de estancias vacíos”
Don Julio está en Rincón de Zamora, departamento de Tacuarembó y posee hace 30 años un almacén que ha sido testigo de cómo la zona se ha ido despoblando y ha sido empujada del campo por la forestación.
En la zona “ya no hay trabajo ni queda gente”, dijo. “Hay siete cascos de estancias vacíos” porque debido a la “plantación la gente abandona todo y no queda nada. Está todo vació”, aseveró.
Consultado si se puede sacar leña de los predios forestales, dijo que “no nos permiten”, “aunque se pudra no le dan ni un palo a la gente de la zona”.
Respecto a las familias que trabajan en la forestación expresó que tampoco se emplean familias, “no lo permiten y nada de menores, ni la gente de ellos” pueden trabajar si tienen menores, agregó.
Sobre si ha aumentado el trabajo respecto a lo que era hace unos años dijo que “no, acá casi no hay trabajo”, “es horrible la cosa”, concluyó.
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