2002. Memorias de la crisis. Diego Zas. Sudamericana. 138 págs. Agosto 2022. $590
Una copiosa bibliografía aborda la crisis del 2002. En primera instancia, sería un desafío importante encontrar un ángulo no trabajado de forma previa sobre un evento que nos sigue marcando y definiendo como sociedad. Diego Zas, autor de “No me vengas con historias” y “Los 90. Relatos de una década bisagra”, lo logra y con creces.
Estructura la investigación en una primera sección que trata la crisis financiera para luego desarrollar algunas de las historias trágicas que dieron rostro a la crisis social.
¿Cómo narrar algo de lo que muchos fuimos testigos y víctimas pero que, asimismo, ha tomado un vuelo mítico en la construcción de la imagen de un país excepcional que se agiganta en la adversidad? ¿Cómo narrar desde otra perspectiva algo que ya ha quedado en nuestra memoria colectiva como la prueba palmaria de “argentinos chorros” y uruguayos sensatos y responsables?
Diego Zas no vacila. Con un ritmo vertiginoso nos sumerge desde las primeras páginas en la peculiar construcción de una relación más allá de lo protocolar entre nuestro primer mandatario de la época, Jorge Batlle, y su par norteamericano, George Bush. Eran años definidos por los atentados del 11 de Septiembre, por lo cual se podría entender que los intereses y la mirada de EE.UU. estuvieran centrados en el Medio Oriente. Pero también eran los años del ALCA, instancia en la cual Batlle había cumplido un rol clave en la defensa de un paradigma económico y político afín a la administración norteamericana. Era el final de los “felices 90” en los cuales Menem y Cavallo, entre otras medidas que prestigiaban ciertas prácticas financieras de corte liberal, habían logrado estampar la cotización del dólar a la par del peso argentino en una disposición de rango constitucional. Y también eran los tiempos en los cuales la plaza financiera uruguaya, laxa de cualquier contralor medianamente sensato, apostaba a constituirse en la caja de seguridad de los ahorristas y especuladores de la otra margen del Río de la Plata.
El desplome como un castillo de naipes de Argentina marcó ineludiblemente nuestro destino. Por si algo faltaba, la fiebre de la aftosa ponía en entredicho el trabajo de décadas en el cuidado fitosanitario de uno de los puntales de nuestra economía, el agro. Las febriles negociaciones con el FMI, los rumores de la próxima hecatombe, las intrigas políticas y la creciente desazón social se sumaban en una tormenta perfecta.
Están registradas las versiones claves de todos los protagonistas. Está Jorge Batlle, Bensión, Sanguinetti, Davrieux, Couriel, Astori, Steneri, Atchugarry y tantos otros. Muchos de estos testimonios ya los hemos escuchado una y otra vez.
Pero hay un testimonio poco frecuente. Un economista chileno, Eduardo Aninat, subdirector gerente del FMI, ha pasado a la historia rotulado como el enemigo del pueblo uruguayo durante todo ese período. Su versión es extremadamente crítica de la narración que se maneja habitualmente sobre las hipotéticas intervenciones milagrosas por parte del Tesoro de EE.UU. en favor de Uruguay.
“Las memorias de la crisis” se cierra con las investigaciones centradas ya no en la economía macro sino en las secuelas humanas. Suicidios, emigraciones forzosas, saqueos. Versiones contradictorias sobre la alimentación de los niños; la utilización política del dolor.
Diego Zas ha escrito un texto que nos interpela como sociedad y que nos recuerda el peligro de dejar zorros y lobos administrando gallineros.
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