Un artista total, cuya expresión abarcaría pintura, poesía, música y hasta cine, nacía en Manila el 13 de setiembre de 1943, ciudad que menos de dos años después sería objeto de intensos bombardeos. Aunque mucho más conocido como intérprete de sus propias canciones, en las que poema y música se conjugan con singular sencillez y perfección, la creación de Luis Eduardo Aute incluye cortometrajes, libros de poemas y una obra pictórica importante que está empezando a ser muy reconocida y valorada.
El niño que miraba el mar
Luis Eduardo fue el primer hijo de Gumersindo Aute, nacido en Barcelona de padres andaluces y de Amparo Gutiérrez-Repide, una bellísima filipina de ascendencia española. Don Gumersindo trabajaba en la Compañía de Tabacos de Filipinas y permaneció en Manila con su familia hasta el año 1954. Por tanto, el pequeño Luis Eduardo tuvo una infancia rica en experiencias que no hubieran sido posibles en la España que descubrió cuando ya estaba en puertas de la adolescencia. Recibió una educación formal en inglés, hablaba tagalo con los demás niños, escuchaba en la radio música americana y vivía en una sociedad bastante más abierta, comparada con la que encontraría al llegar a Madrid.
El recuerdo de su infancia en Manila le acompañará toda su vida, en particular el episodio de la batalla entre japoneses, filipinos, y norteamericanos, que provocó la total destrucción de la ciudad y redujo a escombros la casa en que vivía con sus padres. Si bien Luis Eduardo, que en ese entonces no había cumplido los dos años, no recordaba los bombardeos, sí guardaba en su memoria la ciudad arrasada por las bombas y el olor de los muertos amontonados en las calles.
En su vida estará siempre presente un profundo cariño por su padre, con quien de niño solía pasear por el malecón de Manila y visitar una librería que había resultado incólume a la destrucción. Allí el pequeño, ya un dibujante que llamaba la atención por su excelencia y precocidad, disfrutaba del descubrimiento de las grandes obras de la pintura universal, reproducidas en libros de arte.
El malecón de Manila y el recuerdo de su padre inspiraron uno de sus más bellos poemas filmados: “El niño y el basilisco” y la canción “El niño que miraba el mar”, que no es otro que él mismo, sentado en el malecón mirando el horizonte del Pacífico. La comparación de esa fotografía tomada por su padre, con otra de Aute adulto, en posición similar oteando el mar, motiva su bella reflexión poética sobre la madurez vista desde la perspectiva de la propia infancia.
La etapa española
En la adolescencia, establecido con su familia en Madrid, el cine, la poesía y sobre todo la pintura siguen siendo sus pasiones artísticas. Le gusta el rock e integra grupos musicales como “Los Tigres” y “Los Sonor”. En los años 60, en sus estancias en Barcelona y en París, descubre la canción catalana y la francesa, que buscan conciliar música y poesía, como lo hacen también Bob Dylan y Leonard Cohen, con letras cargadas de contenido.
Luis Eduardo obtiene en Madrid un temprano reconocimiento como pintor, pero también escribe poemas y es con uno de ellos, “Aleluya”, un largo recitativo acompañado de una melodía sencilla, que logra un inesperado éxito en el mundo de la canción. Otra de sus canciones, “Rosas en el mar”, interpretada por la cantante Massiel, afianzó una popularidad imprevista para quien persistía en su vocación pictórica.
Trabajó como ayudante en el rodaje de varias películas, lo que le serviría más tarde para elaborar los filmes que haría en el futuro, como “Un perro llamado dolor” (2001), largometraje muy relacionado con el mundo de la pintura y en donde usa, al igual que en “El niño y el basilisco” (2012), la animación de sus propios dibujos. Pero quizá muy a su pesar, fue su faceta de trovador la más conocida, no sólo en España sino en América. Sus exitosas y frecuentes giras incluyeron seis memorables conciertos en Montevideo, el último de los cuales tuvo lugar en el Teatro Solís en el año 2014. Autor e intérprete de más de 400 canciones, siempre procuró mantener cierta independencia en lo que respecta a su creación, resistiendo las presiones de la industria discográfica.
Su libro “Volver al agua”, que reúne tres de sus poemarios, obtuvo el III Premio Internacional de Poesía Ciudad de Cartago. Los poemas del primer libro de esa trilogía fueron musicalizados por Aute en el disco “Sarcófago” (1976), tan recordable como los famosos “Rito” (1973) y “Espuma” (1974), que contienen canciones de elevado lirismo, con una temática centrada en el amor e inevitables alusiones a la muerte. También está muy presente la iconografía religiosa, en particular en los dieciocho poemas que integran las letras de “Templo” (1987) en que lo místico y lo erótico se unen de manera indisoluble.
Si bien Aute no se ha sentido nunca próximo a la canción combativa y política, y su mensaje es marcadamente intimista, no por ello deja de mostrarse muy crítico al mundo que le rodea. Ejemplo de ello son, entre muchas otras, las estrofas de sus célebres canciones “La Belleza” y de “Prefiero amar”.
Aute pintor
“Soy más pintor que todo lo demás”, aseguraba, reafirmando que esa era “su verdadera vocación y profesión”. Pero si bien Aute tuvo un temprano éxito como pintor, con una exposición individual a los diecisiete años, seguida de alrededor de una treintena a lo largo de toda su vida, con participación en Bienales como las de San Pablo y París, la sensación de que su obra pictórica no era suficientemente atendida no le abandonó nunca.
En 1974 Aute recibió el premio de pintura de la XXVIII Mostra Fondazione Michetti de Italia, de modo que no puede decirse que su trayectoria pictórica haya pasado tan inadvertida, sino más bien que las propias características de las artes plásticas no permiten que tengan tanta difusión como la música.
Su pintura, con una temática plena de erotismo que también abunda en lo onírico y lo religioso, aunque con un sentido transgresor que puede hasta juguetear con lo blasfemo, muestra influencias del expresionismo alemán, del fauvismo y del surrealismo. Muchas de estas obras son de gran porte, por lo que no pudieron exponerse en la muestra que tuvo lugar el pasado año en la sede de la Sociedad General de Autores y Editores de Madrid, ocasión en la que el destacado pintor y crítico de arte Antonio Álvarez del Pino disertó sobre la pintura de Aute, destacando su valor y la necesidad de darla a conocer.
Álvarez del Pino acaba de terminar un importante ensayo monográfico titulado “Vera Ópera: la pintura de Luis Eduardo Aute”, que será pronto publicado por editorial Gong y que esperamos ansiosamente.
Madrid, setiembre 2023
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