En la época de mayor esplendor de La Mañana y El Diario, allá por la década del sesenta, cuando se batían récords de venta y el periodismo era el más preclaro formador de opinión en el país, Alberto Manini Ríos fue Presidente de la Sociedad Editora Uruguaya (S.E.U.S.A.), la empresa editora de ambos diarios.
El Dr. Alberto Manini Ríos era, pese a su destacada posición, un hombre de perfil muy bajo, que huía de los halagos, de la vida social convencional, de la figuración, y recuerdan sus amigos que solía salir a caminar por la periferia de Carrasco, acompañado de una cabra. ¿Sería por su admiración que le profesaba a Gandhi?
De apariencia bohemio, con su pañuelo que a veces llevaba a la boca, era infaltable concurrente a las peñas que mantenía asiduamente Margarita Sureda de Mané (doña Mangacha) en su casa de Br. Artigas o en su quinta de Melilla. Coloridas reuniones, donde la estética cultural interrumpía la monotonía del país gris. Allí desplegaban su talento, en amena conversación, figuras tales como el escultor Bernabé Michelena y su hija, Carmucha Rodríguez Larreta, Enrique Guarnero, hasta figuras de alta gravitación en el confrontado mundo de aquel entonces como Margarita Sarfatti o Juan José López Silveira…
“Nunca me sentí más a gusto en política que en aquella década del 50…” Era cuando formó parte de un selecto grupo de intelectuales independientes, a quienes los unía el talento por encima de sus diferentes orígenes políticos. Historiadores, filósofos, ensayistas, conformaban ese grupo que solía reunirse asiduamente para intercambiar ideas sobre la realidad política nacional e internacional.
“Fomentó la tolerancia entre los hombres de ideas distintas“
En plena Guerra Fría, buscaban un líder para comandar la “tercera vía”, la de “los no alineados”, los no comprometidos con ninguno de los dos grandes imperios. Era la época en que habían surgido Nasser, Tito y otros promotores de ese nuevo camino. Y en lo nacional también buscaron un hombre capaz de trazar un camino ajeno a las banderías tradicionales, y observaban con simpatía a un locutor que asomaba en loa política con su programa “Progreso, Verdad y Trabajo” en Radio Rural, nucleando a la clase media rural, que hablaba con su seudónimo de Chicotazo.
Nombres como Carlos Real de Azúa, Washington Reyes Abadie, Alberto Methol Ferré, Claudio Williman, Pedoja Riet, Roberto Ares Pons, Rufino Zunin, conformaban ese grupo junto a Alberto Manini o “Gorgo” como se lo conocía.
Y era tal la comunión intelectual entre esos contertulios, que las ideologías personales se arriaban al punto de que cuando nació su segundo hijo varón, Alberto Manini Ríos eligió para padrino a un destacado miembro del Partido Comunista, Alfredo Mario Ferreiro, un literato vanguardista, autor de “El hombre que se comió un autobús, (poemas con olor a nafta)”, de quien dijo Jorge L. Borges, “el único futurista que he conocido” asiduo participante del salón de Mané. La tolerancia, la amistad y el reconocimiento intelectual, estaban por encima de las ideas diferentes.
Hombre de reconocida inteligencia, profundo analista de la realidad y fiel seguidor de las ideas políticas de su padre, el Dr. Pedro Manini Ríos, incursionó en la política con la determinación de cambiar el sistema colegiado de gobierno que volvía a regir el país en esos momentos. Su criterio independiente, pese a su ascendencia colorada, lo llevó a luchar por sus propias ideas sin banderías, sin ataduras, promoviendo nexos entre hombres de ideas distintas.
Conformó junto a distinguidas figuras de intachable trayectoria la Unión Demócrata Reformista, por fuera de los lemas que sostenían a los partidos mayoritarios. Las urnas lo ungieron diputado y quiso el destino que fuera en ese período legislativo el fiel de la balanza: el Partido Nacional, gobernante, contaba con 49 bancas en la Cámara de Representantes; la oposición, unida, otros 49 diputados; y él, independiente, constituía, para unos o para otros, el voto número 50 que permitía al gobierno imponer sus leyes, o a la oposición negar esa posibilidad.
Como un homenaje a su memoria, en este aniversario de La Mañana, el diario que supo comandar con firmes principios, hemos seleccionado hoy dos memorables momentos de la actuación parlamentaria del Dr. Alberto Manini Ríos, que reflejan su personalidad más que cualquier adjetivación.
El discurso pronunciado en la Cámara de Diputados con motivo de la muerte del caudillo blanco, Luis Alberto de Herrera y el inesperado planteo parlamentario a la solicitud presupuestal del Ministerio de Hacienda.
*Ex director de La Mañana.
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