Artigas católico. Prólogo de Mons. Nicolás Cotugno, Sdb. Pedro Gaudiano. Universidad Católica, 396 págs., 2002.
Un nuevo Aniversario de la Batalla de las Piedras, jornada que definió la suerte de la causa revolucionaria, maltrecha luego de las sucesivas derrotas sufridas por Belgrano. Poco más de mil orientales, liderados por José Gervasio Artigas, con la ayuda heroica de Manuel Artigas, logran lo que parecía imposible: derrotar un ejército español dotado de armamento moderno.
Pero ese día Artigas y sus gauchos hicieron mucho más que triunfar. Definieron éticamente la lucha de los patriotas; “Clemencia para los vencidos”, Posadas entregando su arma al capellán Valentín Gómez, que garantiza así la vida y el honor de los derrotados.
Pero para comprender este proceso, que nos define y marca como orgullosos herederos de esta tradición, hoy es pertinente hojear una obra de singular trascendencia: “Artigas católico”.
Pedro Gaudiano, doctor en Teología de la Universidad de Navarra, docente tanto en la Universidad Católica como en la Facultad de Teología del Uruguay “Mons. Mariano Soler”, desarrolló una investigación para recuperar aspectos olvidados injustamente de la figura de nuestro prócer. Vilipendiado por Cavia, negado o tergiversado por Berra y tantos otros, se olvida habitualmente su profunda impronta espiritual.
Gaudiano rastrea el contexto familiar y filosófico en el que emerge Artigas. Es un contexto obviamente cristiano por tiempo y geografía; pero no solo eso. Es un ambiente en el que la prédica y la acción de los franciscanos estaba marcando un rumbo preclaro.
Así rastrea en dichos religiosos, formados en Universidad de Córdoba, una concepción política por la cual la soberanía radica en el pueblo, siguiendo al jesuita Francisco Suarez. Más tarde serán expulsados de Montevideo, con la irónica invitación de que se unieran a sus amigos los matreros.
Su opción sistemática por los más desprotegidos, por los frágiles, está signada por la devoción mariana, una concepción en la cual la piedad y el amor fraterno son los caminos hacia una vida virtuosa. “Que los más infelices sean los más privilegiados”, quizás sea la síntesis perfecta de ese compromiso con el prójimo predicado desde el Levítico y luego en el Evangelio.
El Dr. Gaudiano fija la atención en la épica de la Redota, éxodo de remenbranzas bíblicas que tiene su punto álgido en la conformación de Purificación en 1815. El día de su fundación fue el 2 de febrero, cuando la Iglesia celebraba la Purificación de la Virgen María (luego del Concilio del Vaticano II, dicha festividad pasó a denominarse Presentación del Niño Jesús en el Templo).
Así es que se van jalonando eventos definidos por una religiosidad católica de honda raigambre popular hispana: Artigas rechaza el despotismo godo, no su herencia espiritual. Una sutileza que muchos otros revolucionarios de la época no lograron aquilatar. La Batalla de las Piedras, donde se enfrentaron muchos compañeros de armas, solo se podía saldar para la verdadera historia desde un paradigma católico, en el cual el incipiente Ejército Oriental tuviese un bautismo de honor.
Ya en el exilio paraguayo están los testimonios de Artigas rezando el Padrenuestro mitad en español, mitad en guaraní con sus vecinos indígenas. En Curuguaty era conocido como “Padre de los pobres”: está el testimonio de cómo compartía la pensión que le brindaba José Gaspar Rodriguez de Francia, frente a la sorpresa inicial de visitantes muchas veces marcados por las versiones generadas a partir del Libelo de Cavia y toda la abyecta difamación unitaria porteña. Y no deja de emocionar la escena por la cual Artigas, el 22 de septiembre, solicita los últimos Sacramentos ya en su lecho de muerte. Y se yergue para esperar de pie “a su Soberano”. Al día siguiente fallece en la paz que genera una profunda fe, una fe acompañada por un testimonio de lucha por todos sus hermanos, más allá de raza o condición. Un ejemplo de inclusión verdadera.
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