La obra de Benito Pérez Galdós, uno de los más importantes narradores del siglo XIX, está íntimamente ligada a la ciudad de Madrid y a la novela histórica. Sus “Episodios nacionales” narran hechos de la historia nacional desde la mirada de personajes muy humanos y creíbles, enmarcados en el más puro realismo.
Un madrileño de Canarias
Como la mayoría de los pobladores de Madrid, Benito Pérez Galdós no venía de una familia madrileña. Nació en Las Palmas de Gran Canaria, en donde vivió hasta la edad de 19 años cuando se trasladó a Madrid para iniciar estudios universitarios, que pronto abandonó para dedicarse al periodismo. Durante los primeros años trabaja como cronista parlamentario y va madurando como escritor, actividad que aborda con cautela, primero con las novelas “La Fontana de oro” (1868) y “La sombra”, publicada por entregas en una revista.
Los llamados “Episodios nacionales” empiezan a ser publicados en fascículos, como una crónica de los hechos históricos vividos por los españoles en el correr de ese siglo. La producción de esas entregas significa un trabajo intenso al que Galdós se dedica con extraordinaria disciplina y rigor, que le llevan a producir un promedio de cien páginas por mes.
Los relatos se ciñen a los acontecimientos tal como ocurrieron, pero vistos desde la cotidianeidad, con énfasis en las vivencias de personajes que, aunque imaginarios, encarnan aquellos seres humanos reales que los vivieron.
La ciudad de Madrid, en la que transcurre gran parte de sus narraciones, permite al lector de Galdós andar por los sitios en donde deambularon, amaron y sufrieron los personajes de sus novelas, recorriendo calles que conservan los mismos nombres y hasta un aspecto muy parecido al que tenían en su época. Tan es así que el pasado año, en que se cumplió el primer centenario de la muerte del escritor, se habían programado diversas conmemoraciones y recorridas guiadas por “Madrid galdosiano”, las que pudieron realizarse solo en parte por las restricciones debidas a la situación sanitaria.
La historia novelada
Los “Episodios nacionales” es una obra vasta y enjundiosa, a la que Pérez Galdós sin duda dedicó un duro y meticuloso trabajo. Comprende 46 episodios en 5 series de 10 novelas cada una. En la primera de ellas, “Trafalgar”, su autor se basó en los testimonios de un veterano marino que había participado en la contienda, a quien logro entrevistar en uno de sus veraneos en Santander.
Los episodios narrados se refieren a hechos de capital importancia en la historia nacional, desde la llamada “Guerra de la Independencia” relatada en la primera serie, pasando después en la segunda serie a las luchas entre absolutistas y liberales, siguiendo después en la tercera con la primera guerra carlista. La cuarta serie de novelas, escritas ya en los primeros años del siglo XX, trata la revolución de 1848 y la caída de Isabel II. La quinta serie, que se encuentra inconclusa por la muerte del autor, finaliza con el período de restauración y el reinado de Alfonso XIII.
Cabe señalar varios aspectos singulares de la obra que la elevan en forma notoria sobre cualquier otra crónica meramente histórica. En primer lugar, llama la atención el punto de vista. Es común que los hechos históricos sean relatados desde la perspectiva de grandes figuras que en ellos actuaron. Sin embargo, Benito Pérez Galdós cuenta la historia desde la mirada de un chiquillo huérfano y humilde. Otra singularidad es que se cuenten derrotas, tal como ocurre en la novela “Trafalgar”, y eso ya nos da la pauta de que el autor rehúye el relato grandilocuente y triunfalista.
También es de notar el tiempo al que se remonta Galdós para iniciar su serie de novelas. No busca en la antigüedad, no ubica sus relatos en el pasado romano, visigodo, o musulmán, lo cual no solo puede atribuirse a que el tiempo transcurrido dificulta el rigor testimonial que él pretende para una literatura basada en la observación y en el realismo. Hay más bien una percepción de cuándo se inicia la historia de España como tal. Es notorio que cuando se hace referencia a ciertos hechos, como la llegada a la península ibérica de los visigodos, o la de los musulmanes, no se habla de “invasión” porque no hay una nación consolidada.
Galdós comparte con muchos otros intelectuales de la época la búsqueda de lo sustancial que caracteriza el ser español. Según muchos historiadores la conciencia nacional parece tomar cuerpo a partir del siglo XIX y está presente en esa guerra napoleónica, que Don Benito muestra en toda su complejidad, sin mitificación ni una visión idealizada de dar la vida por la patria. En tal sentido Galdós se aparta mucho de los románticos y mantiene en sus novelas posteriores una visión realista y negativa de la guerra, mostrando sus entretelones, su drama humano, y los pensamientos de aquellos que la protagonizan y la sufren.
Ya en esas novelas de la primera serie se vislumbra el germen de “las dos Españas”. Por un lado, la plebe, que tuvo en la guerra una buena escuela de populismo y caudillaje, en donde aprendió a matar al enemigo político y por otro, personajes como el cristiano viejo que asegura: “Hoy voy a combatir contra los franceses, mañana contra los afrancesados, que son peores, y después contra los liberales, que ya son pésimos”.
Esa división, ya prefigurada en esas primeras obras, seguirá presente en su relato de las guerras carlistas, y en la Guerra Civil, que Pérez Galdós ya no podrá tomar como escenario de sus novelas, pero que seguro hubiera sido capaz de contar con su acostumbrada maestría, dando vida a inolvidables personajes en escenas tiernas o dramáticas, que pueden hasta contener un toque de humor cervantino.
*Columnista especial para La Mañana desde Madrid
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