Hasta hace unos días no sabía qué era un bushranger. No encontré la palabra en el viejo diccionario Appleton’s, New York, 1956 en mi poder. Se trata de una expresión australiana para designar a cierto tipo de bandidos que proliferaron en Australia durante la colonización británica.
En realidad, mi interés por el tema se debió a que vi una película australiana llamada True history of the Ned Kelly Gang. Me llamó la atención la advertencia que presentó la primera pantalla en hermosas letras amarillas sobre fondo negro: “Nothing you’re about to see is true”. Me recordó a aquel “como te digo una cosa…”. ¿Se llama la verdadera historia y lo primero que aclara es que no es verdad? ¿Habrá existido este Ned Kelly o será uno de esos personajes de ficción de que está lleno la literatura?
Acudí, como de costumbre, a ese reservorio cultural que es la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España. Se trata de un precioso instrumento, para cuyo aprovechamiento se requiere solo de una gran paciencia. Es cierto que la información periodística, aunque no solo esta clase de información, no se preocupa por la veracidad y la objetividad. En verdad, son valores que, al menos a la autoridad, no parece adecuado reflejar en la legislación según muestra la experiencia reciente. El relativismo cultural, también es cierto, alcanza hasta la propia palabra “reciente”. Según convenga, puede alcanzar medio siglo, como pasa con la “historia”. En este caso, significa: “hace unos días”.
De todos modos, la información periodística, en una sociedad abierta (aunque sea en algunos temas) atestigua el interés de la comunidad por determinados asuntos en un momento dado. La primera mención a Ned Kelly en un medio de prensa español es del diario capitalino El Globo en su edición del 26 de setiembre de 1880. Sin perder de vista que se trata de un diario español refiriéndose a un asunto australiano a fines del siglo XIX, fantasea bastante.
Comienza excusándose por publicar una imagen del bandido, expresando: “Si concedemos a un criminal los honores del grabado [es] atendiendo al lado maravilloso de [sus hazañas] y a la inmensa resonancia que no hace muchos meses han tenido en Australia”. La aclaración también explica esta nota, porque el tema sigue siendo actual.
No fue el único
Kelly no fue el único bushranger de la historia australiana, sino uno de varios, tal vez el último. Como fuere, alcanzó una fama romántica, por lo menos en un sector de la sociedad. ¿Cómo un asesino asaltante de bancos puede cosechar un alto número de admiradores aun fuera del ámbito delictivo?
El fenómeno sigue existiendo, El Globo vincula la banda de Kelly a “asesinos [que] procedían según el sistema llamado de garrote, […]mientras uno tapaba la boca de la víctima, el otro lo agarrotaba con un pañuelo y un palo”. En ocasiones no robaban al muerto, lo que hacía pensar en lo que llamamos ajuste de cuentas. La banda desapareció a principios de 1878, pero habría reaparecido poco después a orillas del río Murray en territorio de Nueva Gales del Sur. Estos malhechores gustaban menos del saqueo que del asesinato y del incendio. Se trataba de Ned y Dan Kelly, dos hermanos que encabezaban la banda, quienes “engrosando sus filas con aventureros y criminales de todas las naciones, poco a poco llegaron a formar una asociación formidable con recursos, familia y adeptos”. Se escondían en el bush, zonas rurales boscosas y escasamente habitadas, que se extienden por miles de kilómetros.
En octubre de 1878 asesinaron a tres “constables” [policías] en las proximidades de Mansfleld, a 180 kilómetros de Melbourne. En diciembre coparon el pueblo de Euroa, a similar distancia de Melbourne y asaltaron el banco.
En vísperas de la Fiesta de la Epifanía de 1901, el medio Por Esos Mundos… Aventuras y Viajes, retoma el tema. Con el relato ya consolidado, la publicación agrega que en febrero de 1879 la banda copó el poblado de Jerilderie (a 315 kilómetros de Melbourne). Allí mantuvo retenidos a los policías locales y robó el banco. Desde Jerilderie Ted Kelly escribió una carta a su amigo y compinche Joseph Byrne, donde se presenta como un irlandés que lucha contra la corrupta policía colonial en defensa de su vida y de su familia.
La muerte de los tres policías en 1878, que, según el relato de Ned, fue en defensa propia, colmó el vaso. El gobierno decidió tomar medidas severas y empezó por la legislación.
Outlaw
Existían antecedentes sobre la medida legislativa que adoptó el estado de Victoria. En 1865, su vecino Nueva Gales del Sur dictó una Ley de Proscripción de Delincuentes, aparentemente con resultados eficaces. De modo que la administración victoriana, vistas las dificultades en combatir el grupo Kelly, comenzó a tratar un proyecto similar. Los argumentos eran los mismos que informaron sus antecedentes. Fundamentando el proyecto, un miembro de la Asamblea aducía el 30 de octubre de 1878:
“El proyecto de ley está redactado con el propósito de permitir que los fines de la justicia se lleven a cabo contra una banda de rufianes que han cometido graves y serios atentados durante los últimos días. A veces surgen ocasiones –y los atentados cometidos recientemente forman una de ellas– en las que podemos suponer con justicia, a partir de los hechos revelados, que el acusado es culpable y podemos llegar a esa conclusión incluso antes de la condena. Ahora bien, este proyecto de ley tiene por objeto permitir que todo súbdito de Su Majestad bien dispuesto, ya sea un oficial de policía o un civil, tome y detenga a estos hombres, vivos o muertos”.
El 1º de noviembre el gobernador de Victoria, Sir George Ferguson, refrendaba la norma. Solo quedaba emitir las órdenes de arresto. Tras la publicación en el Boletín Oficial todos los súbditos de SM tenían impunidad para matar a los proscriptos. Además, se ofrecía una jugosa recompensa. Cierto es, que la ley tenía un plazo de caducidad y, también, que el Parlamento podía extenderlo. La experiencia demostró que la medida legislativa no produciría el efecto deseado.
En junio de 1880 un hombre llamado Aaron Squerrit pagó con su vida el intento de entregar a los bandidos, que habían copado el poblado de Glenrowan y, por supuesto, asaltado el banco. Advertido, el gobierno decidió enviar un ejército. Kelly supo lo que se avecinaba y ordenó levantar las vías del ferrocarril a fin de provocar un descarrilamiento y eliminar a los sobrevivientes. Los militares descendieron antes del tramo afectado y rodearon a los bandidos. Bajo fuego, Ned intentó una salida desesperada. Cubierto con su armadura hecha con rejas de arado salió a la descubierta disparando su arma. Las balas rebotaban en la estructura metálica, hasta que le tiraron a las piernas. Resultó el único sobreviviente, solo para ser ahorcado en la prisión donde fue confinado.
En Glenrowan hay una estatua y un museo en su memoria. Un criminal convertido en ícono cultural. Vendrían otros.
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