Montevideo, hacia fines de siglo XX, al igual que muchas ciudades europeas y americanas, se caracterizó por la cantidad y calidad de sus cafés y la variedad de sus confiterías. En especial a lo largo y ancho de la avenida 18 de Julio, la principal de la ciudad, sobre la que se alineaban negocios de esta naturaleza. Se trataba de lugares de encuentro, de tertulias artísticas y literarias, deportivas y políticas y aún de celebración de negocios y hasta de citas amorosas. Pero también servían para el encuentro previo hacia la amplia oferta de cines o espectáculos de teatro; o para la prolongación de las veladas en buena compañía y para el comentario de las mismas o el compartir el copetín o la cena.
Por todo ello, con espíritu de evocación sociológica más que con sentimientos de nostalgia, haremos una revisión de los cafés y confiterías más representativos. La finalidad es nada más que la de comparar y comprender las razones del cambio de costumbres que llevó a la casi total desaparición o el cambio de fisonomía de los mismos. Los shoppings quitaron la gente al centro, la televisión le sustrajo clientes al cine y la pantalla de la computadora encerró al cliente en su casa u oficina. La charla en los cafés quedó como recuerdo del pasado, porque ya no hay tiempo para conversar y las barras de amigos no tienen motivos para reunirse salvo algún esporádico partido de fútbol. Debemos comprender que cada época tiene lo suyo y no lamentar lo perdido porque, de otra parte, debemos valorar lo bueno de nuestra época, con los adelantos tecnológicos, la revolución de las comunicaciones y la imagen digital que estamos viviendo.
La avenida 18 de Julio
Invitamos a los lectores a recorrer con nosotros la avenida 18 de Julio y a presentar una lista de los cafés y bares, tanto los que han desaparecido como de los que quedan, en una enumeración que pretende ser meramente enunciativa.
El primero sobre 18 de Julio, como asomado a la Plaza de la Independencia y en esquina con la calle Andes, lo fue el Nuevo, más tarde transformado en el Café y confitería La Giralda, donde la orquesta de Roberto Firpo estrenó la cumparsita en 1917, ante la emoción de Matos Rodríguez, su joven compositor. En 1922 después de demolido el edificio y haberse levantado el Palacio Salvo, en su lugar se inauguró una sucursal del Sorocabana, donde hoy funciona Movistar.
Entre Andes y Convención abrió sus puertas The Manchester y en la vereda de enfrente La Cosechera, concurrido por las ruedas de jóvenes y celebrado por la calidad de sus aperitivos. Y un poco más hacia la esquina la confitería Imperial, de excelente recuerdo.
Entre Río Branco y Julio Herrera apreciamos una lista más numerosa: el Avenida, el Welcome donde se reunía la barra de los Atenienses para preparar sus ensayos, el TUPI NAMBÁ (Nuevo) considerado por muchos como el más lujoso de América del Sur y el Café y Confitería Zabala complemento del teatro y rotisserie del mismo nombre.
En la esquina de Julio Herrera evocamos el Café DEL REX, clásico y tradicional, pegado al cine del mismo nombre, hoy la sala Zitarrosa. Y en la esquina con la calle Paraguay recordamos las vidrieras luminosas del Lusitano, sumamente concurrido en horas de la tarde.
Frente a la plaza Libertad estaban el Ateneo, amplio café que presentaba espectáculos musicales y promocionaba orquestas de tango, el café de la Onda y el Metro. En la esquina con Cuareim recordamos la vinería Teluria, subsuelo donde se brindaban espectáculos de música folclórica y canto popular y el café y cervecería GAMBRINUS (llamado así en homenaje al famoso café de la ciudad de Nápoles) y la confitería La Ideal, recomendaba “para los elegantes”. Y desde 1939 hasta casi el año 2000 abrió sus puertas el Sorocabaja, el café por excelencia de nuestros recuerdos y último exponente de la bohemia montevideana.
Entre Cuareim y Yí se encontraban tres famosas confiterías, que en aquellos tiempos se llenaban para la hora del té: La AMERICANA, la más lujosa que tuvo Montevideo, la PETIT VERSAILLES y la CONAPROLE, esta última más para los productos lácteos.
En la esquina de Yaguarón evocamos otro clásico, el café MONTEVIDEO, de los más representativos con que contó la ciudad, lugar de cita de periodistas así como de políticos y artistas y en la vereda de enfrente el pintoresco bar PAYASO, dentro de la galería comercial.
En la esquina con Ejido abrió sus puertas el café GRAN SPORTMAN, de larga historia, que ocupaba la planta baja de la señorial vivienda del Dr. Joaquín Requena. Su propietario, Carlos Ardrizzo, era tan popular entre sus clientes que el pianista Alfonso Fogaza terminó por dedicarle un tango. Años después la casa fue demolida y en su lugar se construyó un edificio de varios pisos en cuya planta baja todos recordamos la cervecería LA PASIVA, todo un símbolo frente a la Intendencia, que años atrás cerró y fue suplantada por un Burguer King.
En la cuadra siguiente recordamos dos cafés memorables, el Novedades (18 de julio 1377, entre Ejido y Olimar), abierto toda la noche y el Barrucci, donde se reunían políticos y periodistas. Antes de llegar a la calle Médanos se encontraba un café pequeño, el CARLITOS y luego en la esquina el café EL GAUCHO, que todavía existe.
En la cuadra siguiente, sobre la esquina con Vázquez, evocamos el CAPITOL, cerrado años atrás, donde se reunía la gente del teatro El Galpón y en la cuadra siguiente el ORIENTAL, donde departían los actores después de los ensayos. En la esquina con Minas estaba y está LA PAPOÑITA, con buenas propuestas culinarias.
Un poco más lejos, pasada la plaza de los 33, abría LA FIACA, curioso nombre en alusión a una película argentina y enfrente la confitería LAS PALMAS, en esquina con Gaboto. Una cuadra más allá, haciendo cruz con la Universidad lleva muchos años abierto el tradicional GRAN SPORTMAN, lugar de encuentro de los estudiantes de Derecho y Notariado y de los visitantes de la Feria de Tristán Narvaja.
En la esquina de Arenal Grande estaba el café LONDRES, con pequeños apartados y a la vez restaurante, sala de billares y cubilete, que presentaba espectáculos musicales.
Todavía subsiste después de años la tradicional confitería LION D´OR, un clásico del Cordón donde continúan sirviéndose tragos y copetines y más allá, el desaparecido café y bar LAS MARAVILLAS.
Y en el cruce de 18 de Julio con el Bulevar Artigas, como mirando al Obelisco, hubo dos bares enfrentados, uno con el nombre de BULEVAR y el otro con el de GREEN PARK, aunque su recuerdo se haya perdido en el olvido.
Por último debemos agregar que hoy en día existen tres locales de Mc Donald´s sobre 18 de Julio: uno esquina Río Negro, otro en la esquina con Ejido y el tercero con Gaboto. Y hay dos cafés CENTRAL sobre 18, uno casi esquina Paraguay y el otro pasando Barrios Amorim, el CAFÉ FACAL en 18 de Julio y Yí, una sucursal de La Pasiva, un Burguer King en 18 y Ejido, entre otros cafés y bares como El Gaucho, el Papiros y el Castrobó.
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