Cándido o “un sueño siciliano”. Leonardo Sciascia. TUSQUETS EDITORES. 1991. 212 págs.
Un auténtico hallazgo. Hace un siglo nacía un intelectual íntegro, alguien que antepuso lo ético y la verdad antes que las ideologías de turno, un siciliano consagrado al magisterio hasta que abrazó la causa de la escritura. Nunca abandonó el compromiso político. A medida que algunas certezas se derrumbaron y surgieron nuevas preguntas, cambió de identificación política. Nunca abandonó la causa de los humildes y mucho menos su lucha de toda una vida contra la mafia.
En un almuerzo en Quirinal, en 1982, Leonardo Sciascia interpeló a Sandro Pertini: “La plaga de la mafia siciliana no podrá vencerse más que mediante un riguroso control bancario y, de esto, señor presidente, solo usted puede convencer al Gobierno”. Aquel comentario le amargó el almuerzo al anciano Pertini. Sabía que Sciascia tenía razón y también sabía que nadie en el gobierno iba a tener el valor de enfrentarse a la banca.
Supo ser eurocomunista, como se decía en esa época. Rompió tempranamente. También supo ser de los pocos que enfrentó el terrorismo de las Brigadas Rojas. Su compromiso con su pueblo, con su tierra, le valió el mote de “conciencia crítica de Italia”.
Cándido es una novela en la que se conjuga la mordacidad de un Voltaire con la mirada de un Lazarillo de Tormes. Son las desventuras de un joven siciliano de buena familia, Cándido Munafo, desde su nacimiento acaecido en medio del bombardeo y el posterior desembarco de los aliados en 1943 hasta 1977, año que revive en París el mito revolucionario del mayo del ´68. Ignorado tanto por el padre como por la madre, crece junto al abuelo, un general de las milicias fascistas que deviene rápidamente en diputado demócrata cristiano. Cándido deviene en un ser preguntón y molesto, y este “pequeño monstruo” terminará en manos de un preceptor, un cura párroco muy peculiar, herético por vocación, en quien encontrará al interlocutor ideal. Juntos interpelarán todo, incluido el Partido Comunista.
“Las cosas son siempre sencillas”. El problema es que Cándido debe enfrentar al hecho que llamar a las cosas por su nombre y llegar al fondo de los asuntos no es una actividad exenta de problemas. Pues la hipocresía y las estructuras mafiosas, que supera a la mafia propiamente dicha, quizás no estén solo en Sicilia.
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