Mejor conocida como Clara Schumann, esta intérprete, compositora y editora de música nacida en Leipzig en 1819 es uno de los muchos ejemplos de cómo se han manifestado los roles de género en la música.
Aunque tengamos música escrita por mujeres desde casi el inicio de la notación musical occidental con mujeres como Hildegard Von Bingen, es raro encontrar muchos ejemplos de mujeres compositoras a lo largo de la historia. Es verdad que las hay y es verdad que al igual que los hombres en la música, si solo buscamos listas alfabéticas de ellas nos vamos a encontrar con el mismo resultado: unas pocas buenas, un par de excelentes y el resto malas o pésimas. Hasta ahí no encontramos mucha diferencia por fuera de las cantidades de artistas registradas, empezamos a encontrar un panorama muy distinto cuando entramos a muchas de estas obras y vemos que una buena cantidad estaban hasta hace poco atribuidas a sus esposos, quizás siendo las más destacables Clara Mahler, Fanny Mendelsohn y Clara Schumann.
Una vez más nos encontramos con otro problema, de esas tres mujeres, las tres son germanoparlantes. Alemania ha sido el país que más recursos ha dedicado a la musicología. Si le preguntara al lector que nombrara rápidamente cinco compositores de música clásica o académica, en casi todos los casos va nombrarme hombres alemanes o austriacos, quizás con la excepción de Vivaldi, Chopin o Liszt. Esto no es casual, no es que no hubiera músicos portugueses, españoles, ingleses o de cualquier otro país, incluso tenemos amplios registros de barroco latinoamericano, ni hablar de que el fenómeno de la música europea continuó en este continente hasta nuestros días.
No quiero plantear un argumento sobre discriminación de género en la música, creo que a esta altura de los acontecimientos ya sabemos que eso existió y sigue existiendo, puedo apuntar a estudios como los de Susan McClary para quien quiera iniciarse en ese tema de música y género, en especial los textos de “Femenine Endings” de la autora ya nombrada.
Buena parte de las piezas que hoy se sabe son de Clara Wieck, primero fueron firmadas por R. Schumann o, en menor medida, por J. Brahms. Conocemos estos hechos gracias a las correspondencias que hay entre estas personas. Clara también se dedicó a editar y corregir varias obras de Brahms y otros músicos muy respetados de su época.
El hecho de que estas obras estuvieran firmadas por hombres y no por Clara va mucho más allá de la idea de robo de la propiedad intelectual de estas obras, tenía que ver con su alcance y su existencia en la música. Firmar estas obras con el nombre de una mujer era una excelente manera de que no se las tomara en serio y terminaran en el olvido. Es por esto que en las correspondencias de Clara podemos ver que incluso es ella quien pide que estas obras las firmen otras personas, sea R. Schumann o J. Brahms.
Cada día más obras son relevadas y cambian de autor, o ganan uno, de la misma manera que Bach fue descubierto a fines del siglo XIX, podemos seguir esperando que surjan nuevos compositores y obras, y también que muchas de esas obras sean retribuidas a sus verdaderos autores.
Escuchar música compuesta por mujeres no es un ejercicio particularmente distinto, esa “no distinción” del producto final es una de las mayores críticas que les hace después la musicóloga feminista Susan McClary, pero de todas maneras son obras que han quedado relegadas a pesar de su excelencia, y también son evidencia de todo un mundo de encubrimientos y invisibilizaciones en la música.
Invito al lector a escuchar el Trio para piano violín y cello de Clara Schumann y los cinco Lieder de Alma Mahler como un comienzo. Los cinco Lieder de A. Mahler es una de mis obras favoritas y muestran el final del romanticismo, o por lo menos de su etapa tonal, de una manera increíble.
ENCASTRE:
Buena parte de las piezas que hoy se sabe son de Clara Wieck, primero fueron firmadas por R. Schumann o, en menor medida, por J. Brahms. Conocemos estos hechos gracias a las correspondencias que hay entre estas personas.
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