Tras la sorpresa y satisfacción por el reconocimiento, la escritora compartió reflexiones y recuerdos.
Los Premios Morosoli son una iniciativa llevada adelante por Fundación Lolita Rubial desde 1995 con el propósito de reconocer a personas destacadas de la cultura, el arte, la ciencia y la educación en Uruguay.
La reciente edición, realizada en el Teatro Lavalleja de la ciudad de Minas el 25 de noviembre, tuvo como una de sus protagonistas a la escritora e ingeniera Mireya Soriano, columnista de La Mañana, quien recibió el Morosoli de Plata en la categoría Narrativa.
“La emoción que más prevalece es la de que el premio me sea otorgado en el país en el que nací, pasé mi infancia, recibí toda la educación desde la primaria a la universitaria, donde trabajé muchos años recorriendo todos sus departamentos y rincones, lo que me hizo conocer muy a fondo el medio rural y su gente, todo ello bastante presente en parte de lo que escribo. No sé si por eso tan repetido de que nadie es profeta en su tierra es que recibir un reconocimiento del país donde uno tuvo tanto arraigo siempre resulta una sorpresa, por cierto que muy grata”, expresó Mireya Soriano.
Consultada sobre la significación que tuvo este premio tan importante, manifestó: “Los Premios Morosoli tienen una connotación muy especial y se entregan en ese departamento de Lavalleja que fue tan pródigo en grandes figuras de nuestra cultura, como Eduardo Fabini, Juan José Morosoli y Manuel Espínola Gómez, por citar sólo a tres grandes de la música, las letras y la pintura. Tuve el privilegio de conocer personalmente a los tres, si bien a Fabini no lo recuerdo porque yo era muy pequeña. La fundación Lolita Rubial, otra gran minuana, ferviente promotora del arte y la cultura nacional, realiza una labor incansable de apoyo a instituciones, a científicos y a creadores de distintas expresiones que contribuyen a nuestra cultura”.
“Para mí todo siempre fue una sorpresa. Siempre me dediqué a la ingeniería y lo de escribir no puede decirse que haya sido para mí una actividad secundaria o un pasatiempo de aficionado, pero nunca asumí plenamente ser escritora. Es decir que siempre me vi como una outsider del mundo literario. Por eso los premios literarios siempre me caían como una sorpresa. Por eso tampoco sentía ninguna frustración, porque yo no andaba atrás de las editoriales buscando que me publicaran ni buscaba ser conocida. Trabajaba sí escribiendo con cierto rigor y tratando de aprender mucho, porque lo de ser escritor también es un oficio al que se debe dedicar tiempo y esfuerzo”, compartió Soriano.
Por otra parte, hablando acerca de las experiencias más destacables que tuvo en su carrera como escritora, mencionó: “Haber tenido suerte en algunos concursos literarios me dio la oportunidad de conocer a grandes escritores, como al chileno Jorge Edwards, que fue jurado en uno de ellos y que compartió una cena con los que fuimos premiados en un restaurante de Zaragoza. También por razones literarias conocí a Circe Maia, en Tacuarembó, una dama tan encantadora como su poesía. La literatura me abrió puertas a mundos distintos al de la ingeniería, profesión que siempre he ejercido con dedicación y alegría. Gracias a lo literario tuve grandes amigos como Luis Eduardo Aute y valiosos maestros como Antonio Muñoz Molina”.
Hablando sobre cuál ha sido el libro de su autoría más querido, la escritora refirió: “Es el más reciente, que se llama Andante, la biografía de mi padre. No es una biografía escrita de una manera convencional, está escrita como una novela, con la diferencia de que todo lo que dice es absolutamente verdad. La vida de mi padre fue muy parecida a una novela. Para mí es el libro más significativo, porque me significó un esfuerzo muy grande. Tuve que tomar la suficiente distancia para escribir con objetividad y documentarme mucho. Tuve que leer más de tres mil cartas. Para mí, por el momento, es el libro más querido”.
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