Nació en la Villa de Nuestra Señora de Guadalupe de los Canelones, el 29 de mayo de 1782, su familia eran hacendados en Las Violetas cerca de la Villa y eran oriundos de Buenos Aires . En 1803 ingresa al “Batallón de Voluntarios de Milicias de Montevideo”.
En 1807 combatió contra los ingleses participando de la Batalla del Cardal donde fue herido y luego combatió en la Cuenca del Río Santa Lucía atacando la retaguardia inglesa con éxito. Por sus méritos de guerra es ascendido a Alférez de Caballería de Milicias y a Teniente en 1810.
El 12 de mayo de 1811 ingresó al Ejército Oriental
A orillas del Arroyo Canelón Chico de la Villa Guadalupe (actual Prado de Canelones) acampó bajo el mando del entonces teniente coronel José Artigas. Y tras participar en la memorable “Batalla de Las Piedras” con gran valor y excelente desempeño, fue promovido por la “Junta de Buenos Aires” al grado de Capitán de Caballería del Ejército Oriental. Formó parte entonces, del Primer Sitio de Montevideo. Y más tarde acompañó junto a toda su familia al General José Artigas en el “Éxodo del Pueblo Oriental”.
Entre 1813 y 1814 le tocó sumar sus esfuerzos, en distintas acciones militares, contra los porteños, y gracias a su coraje evitó que destruyeran la Fortaleza del Cerro, que el general porteño, Soler, quería dinamitar en su retirada.
El 26 de febrero de 1815 el Capitán Llupes, ingresó al mando de la Vanguardia del Ejército Oriental de Montevideo cuya unidad estaba bajo el mando directo del Corone Fernando de Otorgués, su jefe inmediato, que valoraba muchísimo a Llupes como militar y patriota. También el general en jefe de los Orientales, le tenía una gran consideración por su lealtad y patriotismo.
Durante la Segunda Invasión Portuguesa combatió con coraje, en evidente inferioridad numérica y de armamento respecto a los lusitanos, comandando unidades de Caballería de Milicias, en Rocha, Maldonado, Cerro Largo, Minas. Fue entonces que Artigas lo promovió por sus méritos de guerra al grado de teniente coronel de caballería del Ejército Oriental.
Sus acciones como oficial y comandante de caballería fueron memorables ante situaciones desventajosas militarmente. Los portugueses supieron valorar su capacidad de comando y buscaron por todos los medios de neutralizarlo, logrando en una emboscada capturarlo y llevarlo prisionero junto a otros grandes patriotas como Juan Antonio Lavalleja y su esposa Ana Monterroso, Andresito Artigas y Miguel Barreiro, a la Isla “Das Cobras” en Río de Janeiro, Brasil.
Pese a la dureza de la prisión, su lealtad a la patria fue total y el general Don José Artigas pagó su rescate con 4.000 patacones oro una gran fortuna superior a 4.000.000 de dólares actuales, que eran todos los recursos que le quedaban a Artigas de su peculio personal. Fue liberado junto a los otros patriotas prisioneros, salvo Andresito que falleció en una cárcel en el sur de Brasil.
En 1825 ofreció su espada al Brig. Gral. Juan Antonio Lavalleja, el cual como comandante en jefe del Ejército Oriental y luego como Gobernador y Capitán General de la Provincia Oriental, lo confirmó en el grado de coronel de Caballería del Ejército y comandante General de Milicias.
Así, luchó comandando Unidades de Milicias de Canelones en la Batalla de Sarandí el 12 de octubre de 1825, actuando junto al coronel Simón del Pino de sus pagos de Villa Guadalupe, Canelones. Comandó las Milicias Departamentales de Canelones y luego pasó a revestir servicios como Oficial del Estado Mayor del Ejército Republicano en la Campaña contra el Imperio del Brasil, participando de la Batalla de Ituzaingó el 20 de febrero de 1827 donde fue derrotado el Ejército Imperial.
Culminada la Campaña y llegada la Paz del “4 de octubre de 1828” pasó a ser coronel del Ejército hasta finales de 1834. Entonces, tras tantas batallas, pasó a retiro voluntario por edad, y en 1835 el Gobierno del presidente Brig. Gral. Manuel Oribe lo confirma como coronel Graduado retirado del servicio activo.
Alejado de la vida política y militar, se dedicó completamente a las tareas rurales en su campo de sus queridos pagos de Las Violetas, cercanos a la Villa Guadalupe, Canelones. Allí se enfermó gravemente de una vieja dolencia que venía de muchos años de combates. Aconsejado por un médico de Guadalupe, que era el único en todo el oeste de Canelones y sur de la Cuenca del Santa Lucía, viajó a Montevideo a fines de setiembre de 1842 para buscar una mejor asistencia a su persistente problema de salud. Sin embargo, a los pocos días de llegar, el 7 de octubre de ese mismo año, falleció. En nuestra memoria quedan grabadas aquellas palabras del escritor Juan Manuel de la Sota (según Pivel Devoto, el primero en realizar la crónica de la revolución oriental) el cual describe en sus “cuadros Históricos” la llegada de Llupes a Montevideo: “Con marcha pausada asomaron por las ruinas […] 150 hombres a caballo, precedidos de su jefe don José Llupes, un tambor que batía marcha a cuerda floja y otro que traía una bandera tricolor. Seguíanles un grupo de orientales y europeos españoles, los unos que servían a Artigas, los otros pasados a las banderas de Otorgués. Llupes ceñía sable y la tropa marchaba apoyada la culata de los fusiles sobre la cabezada anterior de los lomillos. Una concurrencia lucida cubría las puertas de la ciudad o se mantenía en pie a las puertas y balcones de la carretera que dirige a la casa municipal”
*Profesor y Magister en historia
Fuentes.
Archivo Artigas del Archivo General de la Nación, Montevideo.
Archivo Parroquial de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe de Canelones.
Boletín Histórico del Estado Mayor del Ejército, varios números, Montevideo.
Publicaciones del Museo del Primer Gobierno Patrio. Jefatura de Policía de Canelones Ministerio del Interior- Gobierno de Canelones.
Torena, Daniel. Las Milicias de Canelones. Canelones, Imprenta Jefatura de Policía. 2017.
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