¿Cómo se gestó el peronismo? Dios, patria y justicia social. 1943-1944. Damián Descalzo. EDITORIAL BIBLOS. HISTORIA. 291 págs. octubre 2021. $750
Un ensayo lúcido que debería dejar laudadas algunas discusiones sobre el peronismo y su origen. Pero es claro que muchos de estos debates han tenido intereses espurios subyacentes. Demarcar los hechos es el objetivo que se fija Damián Descalzo, un abogado. Magister en Derecho del Trabajo (UNTREF), master en Relaciones Internacionales (Bolonia) y en Derecho Constitucional (Salamanca).
Si hay una asociación casi directa con el peronismo, según los medios de comunicación hegemónicos y los hipotéticos especialistas, es la que le adjudica a su nacimiento una impronta definida por influencias tanto del fascismo como del nazismo. Esa mentira repetida miles de veces ha permanecido por décadas por una razón muy simple: era y es necesario denostar, difamar a la gran esperanza de los sectores populares.
Damián Descalzo, partiendo de profusa documentación y con una comprensión histórica profunda del espíritu del tiempo, demuestra cómo el peronismo nace con tres principios definitorios: nacionalismo, humanismo y cristianismo. No solo está Perón como conductor excepcional: es realmente el sentir de toda una sociedad lo que confluye en un movimiento radicalmente nacional y popular. Y ese movimiento, por más que les moleste a muchos, es intrínsecamente heredero de la cultura judeo-cristiana. Está consustanciado con la doctrina social de la Iglesia. Esa es su fuerza, esa es su originalidad política. Un camino que descarta el liberalismo permeado por la codicia y el egoísmo, que rechaza enfáticamente la lucha de clases porque es una revolución nacional en la cual todos los integrantes de la patria tienen lugar. Y por esa simple razón no solo no comparte, sino que lucha contra toda ideología totalitaria que en nombre de la raza o del Estado quiera arrasar a las personas. Porque el objetivo es la felicidad, sí, la felicidad de esas personas concretas que en función de su dignidad como seres humanos tienen ese derecho sagrado.
Quizás, por todo esto, en estos tiempos sombríos en los que lo único aparentemente valioso es el dinero que atesoran sin sentido una ínfima minoría plutocrática en el planeta, el mandato peronista de construir una sociedad sin excluidos es cada día más vigente. Hace prácticamente ocho décadas que la sociedad argentina logró construir un proyecto que conjuga la fe, los valores patrióticos y un indeclinable compromiso con la justicia social. Más allá de todos los avatares de una construcción humana y por ende plagada de errores y desviaciones, un proyecto con raíces imperecederas.
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