Resulta difícil definir a un artista como Aute con una sola de las múltiples facetas que ha demostrado en su quehacer de creador incansable. Aunque mucho más conocido como cantautor, su vocación más temprana ha sido la pintura, en la que obtuvo no pocos logros, con más de treinta exposiciones individuales en varios países y la participación en importantes Bienales como las de París y San Pablo.
Su pintura, de recurrente temática religiosa, en donde suele coexistir el erotismo con lo onírico y blasfemo, muestra un estilo muy propio en que se reconocen influencias del surrealismo y del expresionismo alemán.
Nacido en Manila en setiembre de 1943, de padre español y madre filipina de ascendencia española, vivió una infancia alejada tanto del frío atmosférico como de la austera España de posguerra. Su educación fue singular para alguien que estaría destinado a ser considerado español, ya que en Filipinas recibió una enseñanza formal en inglés y con los demás niños de su entorno aprendió tagalo, idioma nativo que él aún hoy es capaz de hablar en forma fluida.
Ya en la adolescencia, establecido con su familia en Madrid, comenzó a expresarse en la poesía y la música, ligadas estas en canciones, muchas de las cuales, como “Rosas en el mar”, interpretada por la cantante Massiel, y “Aleluya”, cantada por él mismo, llegaron a tener un éxito totalmente inesperado para quien persistía en su vocación pictórica.
También el cine, otra de sus pasiones, le lleva desde muy joven a participar como ayudante en el rodaje de algunas películas, aprendizaje que le será útil para la creación de varios cortos y del largometraje “Un perro llamado dolor” (2001), muy relacionado con el mundo de la pintura, y en donde usa, al igual que en “El niño y el basilisco” (2012), la animación de sus propios dibujos.
Pero quizás a su pesar ha sido su faz de trovador la que le hizo más conocido, no solo en España sino muy especialmente en Latinoamérica, que recorrió en innumerables y frecuentes giras. Recordemos las seis veces que dio conciertos en Montevideo, el más reciente en el Teatro Solís en diciembre del 2014.
Como autor e intérprete de más de cuatrocientas canciones, en las que poema y música se conjugan a la perfección, ha logrado a lo largo de toda su carrera, sin alardes ni desplantes y con actitud de permanente aprendiz, no sucumbir a las presiones de la industria discográfica y mantener su total independencia y libertad creativa.
El amor es tema fundamental en su poesía, como también una visión crítica y a la vez redentora del mundo actual, tal como expresa en “La Belleza”, una de las canciones más esperadas junto con “De alguna manera”, “Las cuatro y diez”, “Sin tu latido” y “Al Alba”, con la que suele terminar sus recitales cantándola a capella.
En agosto de 2016, al regresar de Huelva, donde había dado uno de los últimos conciertos de una extensa gira con la que celebraba su medio siglo de canciones, Aute sufrió un severo infarto que durante más de dos meses lo mantuvo en estado de coma del que no se esperaba pudiera salir. Sin embargo, el milagro se produjo, y aunque de momento apartado de los escenarios, se encuentra recuperado y recibe permanentes muestras de afecto de sus amigos, muchos de ellos artistas, como los que el pasado diciembre le rindieron un multitudinario homenaje en el Wizink Center de Madrid, con la participación, entre otros, de Juan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Ismael Serrano, Rosa León, y el uruguayo Jorge Drexler.
Además, desde hace una semana, en varios cines españoles se proyecta “Aute Retrato”, un interesante documental dirigido por Gaizka Urresti, que recorre vida y obra de este artista, admirado no solo por su extensa y polifacética obra sino por su gran calidad humana.
*Columnista especial para La Mañana desde Madrid
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