Curso de Política Internacional. Carlos Real De Azúa. Ministerio de Relaciones Exteriores, 1987, 126 págs.
El hurgar en bibliotecas siempre es una actividad grata, pero en ocasiones hay sorpresas deslumbrantes; y el presente texto es una. Con una soberbia introducción a cargo de Alberto Methol Ferré, titulada El Uruguay Internacional: la visión de Carlos Real de Azúa, se recopilaron seis conferencias dictadas en el Instituto Artigas del Servicio Exterior en los albores de década de los 70. Como complemento ineludible de la edición, hay un anexo en el que consta la bibliografía completa de Don Carlos.
¿Pero cómo puede afrontar su destino una nación de las características del Uruguay?
Es así que se desgranan Introducción a la Teoría de la Política Internacional, Digresión sobre la política, Los sujetos de una política internacional, Determinantes socio-económicos, Los límites de una política internacional y Los fines de la Política Internacional.
Lo primero que acota Methol es que la reflexión sobre lo internacional propiamente dicho es relativamente escaso en la obra de Real de Azúa. Pero “es una meditación incesante sobre el Uruguay y su destino histórico y que toma así lo “internacional”. Lo internacional es más que lo internacional propiamente dicho; es también vida interna del país.
Y a partir de la recuperación de un texto publicado inicialmente en Marcha en 1959, titulado Política Internacional e Ideologías en el Uruguay, comienza a analizar las vertientes fundantes del análisis teórico. Las dos columnas son, Rodó y Luis Alberto de Herrera, definidos por su compromiso intelectual, entendiendo lo intelectual no en un sentido académico o profesoral, sino más universal, más simple. Para él, intelectual era el que veía el otro rostro, la otra cara de la moneda. Era el que tenía la vocación de la inteligencia, que es el pasaje del aparecer al ser, de la apariencia a lo sustantivo. No contentarse con lo que se dice o aparece, sino interrogarse siempre sobre el revés del acontecer. Aquel que está preocupado por el revés del acontecer, ese es un intelectual nato, esté donde esté. Y fue en ese sentido que Real intentó comprender al Uruguay y para eso tuvo en Rodó y Herrera dos referentes imprescindibles.
De Rodó toma el “hispanoamericanismo”. En la generación de los Libertadores era más intuitivo penar en un “mundo hispanoamericano”. Luego de la balcanización será una tarea a ser realizada. América Latina es una nación inconclusa, que no ha realizado todavía su unidad nacional. “Así como Italia estuvo dividida en múltiples Estados siendo una nación virtual, nosotros también somos una multiplicidad de Estados en una unidad nacional que debemos realizar”.
Pero mientras renace lo hispanoamericano, en el Uruguay concreto esta es una idea casi ajena, es el Uruguay inserto en la Pax Británica. Y es desde esa dimensión realista y vigente que ese Uruguay va a ser pensado en profundidad por Luis Alberto de Herrera en su obra El Uruguay Internacional, de 1912.
Una profunda conciencia sobre la fragilidad del país. Siente lo que se llama “esa gran congoja” íntima, que acompañó a toda una serie de uruguayos preocupados por la suerte de este pequeño rincón. “¿Perduraría la obra? Ni con Brasil ni con la Argentina, dice la divisa de nuestro localismo, pero completándola, procede agregar; ni contra uno, ni contra otra”.
Un país tan débil, tan frágil, necesita para existir “la concordia, piedra angular, sin la cual todo se desmorona. La guerra civil es exponerse a que decidan sobre el país otras potencias, y no nosotros. Es perder la regulación posible de nuestro destino.
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