Y se dio el cambio nomás.
Cuando usted lea esto, estimado lector, ya habrán pasado los festejos por la asunción del mando del presidente Luis Alberto Lacalle Pou y la vicepresidenta Beatriz Argimón.
Ya comenzamos a transitar una etapa de esperanza, con mucha expectativa, luego de que la administración del doctor Tabaré Vázquez se retirara con “bombos y platillos”, por una serie de decisiones que alteran al más tranquilo de los orientales: designaciones de personal, ascensos, la mas alta tasa de muertes por la delincuencia, el récord de robos y copamientos, aumentos de boleto, negación de la banda del Sodre por parte de su director Doreen Ibarra, las quejas de todos los gremios integrantes del oficialista PIT-CNT, una deuda interna y externa más alta de lo esperado, que hacen que la pobre economista Azucena Arbeleche, lleve con insomnio más de 3 meses.
El gobierno saliente se va por la puerta de atrás y sus militantes, en la mayoría, aún luego de la asunción de Lacalle Pou, no aceptan ni asumen la derrota.
Nada les sirve, hasta la marcha de los criollos que vinieron con sus caballos hasta Montevideo “a cumplir con la patria” les molestó.
—¡Qué olor a bosta va a haber! —dijo una militante en las redes, como que Montevideo sin caballada oliera a jazmines.
Espero que no se haya cumplido con ninguna de las amenazas que se leyeron por ahí y que corrían por los audios de Whatsapp, me refiero, si no lo escuchó, al disparate demencial de tirar clavos “miguelito” al paso de la caballada, idea que algún enfermo trasnochado, que la tiró al vuelo para que alguien, más enfermo aún, lo llevara a cabo.
El nuevo presidente no había asumido aún, cuando se escuchaban reclamos y “manija” sobre diferentes puntos que corresponden al ahora, gobierno pasado.
Por suerte la militancia frenteamplista tiene ya las elecciones municipales para destilar toda su frustración y amargura, como elixir de odio y despuntar el vicio de reírse en la cara de los ingenuos votantes capitalinos que aplauden cual pinnípedos.
El hombre que se golpeaba el pecho a lo gorila de cine en noviembre y no reconocía su derrota electoral, promete hacer lo que no hizo él mismo ni ninguno de los intendentes frenteamplistas anteriores. Y lo dice con una confianza, entereza y soberbia, rayana al caradurismo, digna del mayor elogio, es algo pocas veces visto. Notoriamente, Martínez no tiene problema alguno de timidez y se siente libre y autorizado para decir que su administración fue un éxito.
Por tiendas multicolores la cosa se le puso difícil a la candidata Raffo, que literalmente la agarraron a pedradas, casi seguro por mostrar los fracasos de las administraciones frenteamplistas anteriores y actuales, donde en los barrios la limpieza brilla por la ausencia y más bien son criaderos para ratas.
Por supuesto, que los reyes de la demagogia y los causantes de la brecha social, ante la falta de argumentos, no tuvieron mejor idea que decir que Raffo no conocía Montevideo, “que tenía derecho a hacerlo” porque esta no salía de la zona sur y que “no había un Montevideo olvidado”, según dijo la inefable Carolina Cosse.
Y a fuerza de la verdad debo reconocer que no existe el Montevideo olvidado, es apenas el “Montevideo oculto”.
La columna me queda corta y debo ir cerrando, más no quiero dejarlos sin resaltar los momentos vividos cuando estuvimos, junto a otros cantores, cantando en la Rural para los criollos marcheros y quedarme para siempre en las retinas con la mejor imagen de los últimos años, la guardia de los gauchos patriotas que se vinieron al sur, acompañando al presidente.
Eso sí, es una columna de orientales patriotas, no era una murga disfrazada.
¡Viva la Patria!
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