La década de los 50 fue una de las más brillantes en la historia de nuestro país. Todavía se vivía el orgullo de sentirnos “la Suiza de América” y tenía plena vigencia la frase “como el Uruguay no hay”.
Por entonces, había varios lugares de encuentro y diversión. Uno de los tantos, donde brillaban las fiestas y los festejos, era el Hotel del Prado, con sus luminosos salones y el entorno de parques y jardines. La rodeaban, incluso, algunas de las viejas casas quintas donde las familias acomodadas, que no veraneaban en las playas del este, solían pasar sus vacaciones cerca y, a la vez, lejos del centro.
Entre los años 1954 y 1955 la Intendencia de Montevideo, a cargo del hotel, decidió organizar fastuosas temporadas bailables durante el carnaval, con la participación de exitosas orquestas locales y renombradas agrupaciones musicales internacionales entre las que figuraban la Sonora Matancera, con la incomparable Celia Cruz como vocalista y el conjunto de Pérez Prado, el Rey del Mambo, la orquesta cubana de señoritas Anacaona, Xavier Cugat con su exuberante vedette Abbe Lane, entre otras.
Como complemento, y en coordinación con la Asociación Cultural y Social Uruguay (AC SU),decidió presentarunshow de candombe denominado Fiestas Negras en el Prado. El mismo consistía en una ceremonia estilizada de la Coronación de los Reyes Congo, vistoso espectáculo que incluía la actuación del pianista y compositor afrouruguayo Ricardo Piedrahíta, acompañado de sus tamboriles y la interpretación de sus clásicos temas Candela y Tingo-tingo.
Llamadas en los barrios Sur y Palermo
Para conocer más sobre la época y sobre las Fiestas Negras entrevistamos a Tomás Olivera Chirimini, director del conjunto Bantú y presidente de la institución Africanía, investigador y escritor que brega por el mantenimiento de los valores tradicionales del candombe. Rodeado de revistas, recortes de diario, libros y una profusión de fotografías, la sede de Africanía (calle Isla de Flores nº 1653, esquina Minas), considerada por Unesco como Centro de Interpretación del Patrimonio de dicho barrio, se ha convertido en los hechos en un museo sobre la historia del barrio Palermo y la evolución del candombe en nuestro país. Olivera Chirimini comenzó recordando que las Fiestas Negras en el Hotel del Prado congregaban, noche a noche, entre dos y tres mil personas. Y que ese resultado tan exitoso terminó por originar el proyecto que daría nacimiento al Desfile Oficial de Llamadas en los barrios Sur y Palermo.
Caso curioso, y hasta paradojal, la propuesta original de ACSU era totalmente la contraria, ya que pretendía “sacar” al negro de los festejos de carnaval, porque su participación había terminado por desvirtuarse; la participación del negro en el carnaval se había vuelto un espectáculo carente de sentido tradicional. Mientras que ACSU, sociedad de la colectividad negra de Montevideo, formada en el año 1941, consideraba con buen criterio que la actuación del negro en el carnaval lo mantenía en un segundo plano y le hacía perder autenticidad, por lo que sería bueno mantenerlo apartado y darle un marco propio de actuación, donde tuviera rol protagónico.
Procesión en homenaje a San Baltazar
El proyecto pretendía retornar a los tiempos coloniales y primeros años de vida independiente, cuando los negros esclavos o libertos celebraban el 6 de enero con una procesión hasta la catedral en homenaje a San Baltazar. La idea era volver a celebrar dicha ceremonia en los barrios Sur y Palermo, en una serie de actos desde nochebuena hasta el 6 de enero, realizando representaciones entre la última semana de diciembre y la primera de enero.
Los festejos terminarían el Día de Reyes con un concurso de los grupos participantes, cuyas cuerdas integradas con cuatro tamborileros competirían frente a un jurado encargado de elegir al ganador, y luego se continuaba con bailes populares en las calles principales de ambos barrios al son de orquestas típicas de tangos y candombes, con inclusión de los tamboriles.
La Intendencia tomó el proyecto con gran entusiasmo, pero modificó la idea original, creando el Desfile Oficial de Llamadas, volviendo así a introducir aún más la música y el baile de los negros dentro del carnaval, ahora con una proyección comercial. Esto provocó gran desazón e incertidumbre de los directivos de ACSU, que vieron trastocados sus propósitos. Pero que, finalmente, aceptaron la propuesta oficial.
Bien recuerdo, al efecto, las charlas que mantuve con el pintor Ruben Galloza, sobre el tema en las que revelaba su desazón, sentimiento que compartiera con Oscar Larraura, presidente de ACSU, y otros directivos de la institución en esos momentos.
En 1955, durante el carnaval, se llevó a cabo un desfile piloto, o de prueba, por el recorrido que luego se hizo oficial. Al año siguiente, tuvo lugar con estruendoso éxito el primer Desfile Oficial de Llamadas, el día 27 de febrero de 1956.
Comienzo de una ceremonia que se ha vuelto clásica y que cada año registra más adherentes, no solo de Montevideo, sino de comparsas de todo el país.
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